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Holcim: demanda al gigante cementero desde una diminuta isla de Indonesia

Sra. Asmania
Ibu Asmania es una de las cuatro personas que han presentado contra la cementera Holcim la primera demanda climática en Suiza. SWI swissinfo.ch / Dorian Burkhalter

Su lucha ha dado la vuelta al mundo: cuatro habitantes de la pequeña isla de Pulau Pari, en Indonesia, han decidido enfrentarse a una de las industrias más perjudiciales para el clima, la del cemento. Nos hemos reunido con esas cuatro personas en su amenazado lugar de residencia.

Para llegar desde Yakarta a la modesta casa de huéspedes situada en el centro de Pulau Pari, una pequeña isla cuyo nombre ha dado la vuelta al mundo, se tarda una hora en barco y luego hay que recorrer cinco minutos a pie.

Una vez allí, llaman rápidamente nuestra atención los numerosos carteles que piden «salvar la isla». Frente al fuego, donde fríe unos plátanos, encontramos a Ibu Asmania, la gerente del hostal. Asmania también está en el origen de la primera denuncia climática presentada en Suiza contra la cementera Holcim.

Es miércoles por la mañana y en la terraza del establecimiento hay mucha gente. También están una periodista y un cámara de una cadena de televisión indonesia y dos representantes de una ONG local. «Hemos venido a contar la misma historia», afirma con entusiasmo la joven periodista.   

La terraza de la pensión Ibu Asmania, Pulau Pari.
La terraza de la casa de Ibu Asmania está siempre llena y sirve como punto de encuentro para la gente de la isla comprometida con la justicia climática. SWI swissinfo.ch / Dorian Burkhalter

En esta paradisíaca isla de 1.500 habitantes ya no sorprende a nadie la presencia de los medios de comunicación, incluidos los extranjeros. El caso que enfrenta a cuatro miembros de su comunidad con el gigante cementero de Zug es histórico y podría abrir la vía a nuevos procedimientos similares en Suiza y en otros lugares.

Igual que otras muchas islas pequeñas del mundo, Pulau Pari —situada a unos cuarenta kilómetros al noroeste de la capital indonesia— está en primera línea del calentamiento global. Su gente a diario sufre el impacto negativo del aumento del nivel del mar, la degradación del ecosistema marino y un clima que se ha vuelto impredecible.  

Los habitantes de esta isla —que viven principalmente de la pesca y del turismo—, sin embargo, han contribuido muy poco a las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables de estos cambios.

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«El cambio climático nos afecta mucho. Pero siempre hemos cuidado nuestra isla. Hoy sufrimos las consecuencias de las emisiones de gases de efecto invernadero de multinacionales como Holcim. Es injusto», explica Ibu Asmania.

Por eso, ella y otras tres personas han decidido viajar hasta Suiza para presentar una demanda civil contra Holcim, a la que consideran corresponsable de la crisis climática. Piden que la cementera compense los daños sufridos y contribuya a las medidas de protección, por un total de 14.700 francos. También exigen que la empresa reduzca sus emisiones de dióxido de carbono.

En 2023, Ibu Asmania, Mustaghfirin, Arif Pujianto y Edi Mulyono presentaron ante el tribunal de Zug una demanda civil contra Holcim por «daño personal» debido a su contribución al cambio climático.

Reclaman a la cementera una indemnización, una participación en las medidas de protección contra las inundaciones y una reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero por los daños causados por el calentamiento global. Piden 3.600 francos por persona, es decir, 14.700 francos en total.

Lo que está en juego es importante. Es la primera vez que personas extranjeras inician un procedimiento civil contra una empresa suiza por su papel en el cambio climático. El caso podría sentar un precedente para litigios similares en Suiza y en todo el mundo.

Dos de estas personas el pasado septiembre participaron en una audiencia preliminar en el tribunal de Zug, que debe evaluar si admite la demanda. La decisión de los tres jueces —que no se referirá al fondo del litigio—se dará a conocer próximamente.

Los demandantes, inicialmente, presentaron una solicitud de conciliación ante un juez de paz del cantón de Zug. La cuestión fracasó porque Holcim se negó a pagar la indemnización.

Según el Climate Accountability Institute, Holcim, uno de los principales fabricantes de cemento del mundo, está entre las 180 empresas que más emisiones de CO₂Enlace externo han generado desde la era preindustrial.

La cementera no comenta directamente el procedimiento en curso, pero afirma que la cuestión de quién está autorizado a emitir CO₂ y en qué cantidad es competencia «legislativa, y no de un tribunal civil». La empresa considera que las acciones legales dirigidas contra empresas individuales no constituyen un mecanismo eficaz para abordar la complejidad global de la acción climática.

El cultivo de algas se ha vuelto imposible

Una vez recogido el desayuno, esta mujer de 42 años nos lleva a su salón. Allí lo único que rompe la calma es el zumbido del aire acondicionado. Sobre la estantería, unas fotos enmarcadas de su última estancia en Suiza la muestran, delante del Palacio Federal en Berna, rodeada de algunos miembros del Parlamento sensibles a su lucha.

En octubre, un mes después de su regreso, esta mujer madre de tres hijos no oculta su ansiedad mientras «espera con impaciencia» noticias del tribunal de Zug.

A diferencia del resto de demandantes, Ibu Asmania no creció en Pulau Pari, sino en la ciudad de Bekasi, al este de Yakarta. Aunque esto no le impide constatar con pesar lo mucho que en los últimos años ha cambiado este lugar.

«Cuando llegué, era una isla de pescadores», recuerda la mujer, que acababa de mudarse allí con su marido Tono, con quien se casó en 2005.

En aquella época, Pulau Pari era famosa por sus cultivos de algas, que se exportaban a otros países y constituían una importante fuente de ingresos para la población. Las algas, una vez transformadas, se utilizaban en las industrias alimentaria y farmacéutica. Ahora, en cambio, ya no pueden producirlas en la isla.

«Antes, las algas eran de muy buena calidad —recuerda—. Hoy en día, debido a la elevada temperatura del mar, se vuelven blancas y mueren al cabo de una semana», dice.

Al igual que otra gente, Ibu Asmania, se vio obligada a reconvertirse al turismo hace diez años.

Durante mucho tiempo Holcim ha sido el primer productor mundial de cemento, el segundo sector que más CO₂ emite después del de las energías fósiles. Dado que varias empresas activas en el sector de los hidrocarburos ya son objeto de denuncias o acciones climáticas, la población de Pulau Pari ha decidido atacar a Holcim, presente en Indonesia hasta 2019.

Condiciones de pesca difíciles

Al caer la tarde, nos reunimos con Mustaghfirin en la terraza del hostal, donde a diario se congregan varias de las personas demandantes y sus familiares. Este pescador y líder religioso, cuyo rostro enmarcan largos cabellos canosos, acaba de terminar una larga jornada marcada por las oraciones y las salidas al mar.

Bobby
Bobby en la terraza de Ibu Asmania. Detrás de él, una bandera pirata «Jolly Roger» del manga japonés «One Piece», que se ha convertido en un símbolo de los movimientos de protesta en Indonesia. SWI swissinfo.ch / Dorian Burkhalter

A sus 53 años, este hombre al que todo el mundo llama «Bobby» menciona tiempos mejores. «Con el cambio climático, nuestra vida como pescadores ya no es la misma».

Las capturas han disminuido, especialmente en aguas poco profundas. Para obtener la misma cantidad que hace 20 años, los pescadores deben alejarse mucho, a veces decenas de kilómetros, lo que hace que el trabajo sea más peligroso, cuenta.

«A menudo nos vemos atrapados por el mal tiempo», explica este nativo de Pulau Pari. Hace cuatro años, esto casi le cuesta la vida. Una gran ola partió su embarcación en dos y lo lanzó al mar. Afortunadamente pudo salvarlo un compañero que estaba cerca.

Sentado con las piernas cruzadas, Bobby relata esta anécdota haciendo grandes gestos para imitar su nadar desesperado en medio de la tormenta. Hoy, él y su gente se ríen de ello, pero el accidente podría haber acabado en tragedia.

«Desde entonces, he estado a punto de ahogarme otras dos veces. Y los demás también. Nuestro instinto se ve superado por la rapidez con la que cambian los vientos», añade. A pesar de los retos y la preocupación de sus seres queridos, el pescador no se plantea cambiar de profesión. «Disfrutamos de total libertad. Cuando has vivido esto, no puedes hacer otra cosa. Y si todo el mundo trabaja en una oficina o en una obra, ¿quién llevará el pescado a la mesa?», se pregunta.

Un gato y la captura del día, Pulau Pari.
Menos pescado a cambio de más seguridad en el mar: esa es la elección de algunos pescadores, entre ellos Bobby. SWI swissinfo.ch / Dorian Burkhalter

El turismo como alternativa

Al igual que Ibu Asmania y su casa de huéspedes, muchos lugareños han dejado el mar para dedicarse al turismo, al que Pulau Pari se abrió en 2010. Pero el futuro de esta actividad también está amenazado. ¿El motivo? La erosión de las playas que provocan las mareas más fuertes que antes.

De pie junto a la orilla, Arif Pujianto recorre con su mirada vivaz «su» playa, una idílica franja de arena blanca situada en el extremo occidental de la isla, de la que se ocupa además de trabajar como mecánico.

«En cinco años el mar ha ganado nueve metros», anuncia con amargura. Pulau Pari ha perdido alrededor del 10 % de su superficie y, según las ONG, podría desaparecer bajo el agua de aquí a 2050. «A veces, cuando barro, pienso en cómo era este lugar antes, en la belleza de antaño… Por suerte, los visitantes no pierden las ganas de venir, aunque la playa esté estropeada», dice.

Durante los fines de semana, la pequeña isla recibe alrededor de 2.000 visitas, con ganas de escapar de la jungla urbana, principalmente de Yakarta. Durante las grandes fiestas, su número puede alcanzar la cifra de 10.000 en una semana, según estima el responsable de la playa.

La marea, desde hace algunos años, también amenaza las viviendas. Entre ellas, la de Arif Pujianto, situada a unos treinta metros de la costa. El año pasado, el agua del mar entró en su casa, causando importantes daños en el mobiliario, las paredes y los cimientos.

Para luchar contra la erosión costera y las inundaciones, los habitantes de la isla —gracias sobre todo al apoyo financiero de los turistas— han construido pequeños diques y han comenzado a plantar manglares [árboles y arbustos que ayudan a frenar la erosión del suelo]. Pero hace falta más, y quienes han presentado la demanda piden que Holcim contribuya.

¿Qué futuro les espera?

En la isla, prima el optimismo. Los demandantes cuentan con el apoyo de gran parte de la población local, como lo demuestran las numerosas banderas que reclaman «justicia climática» que se ven en los tejados de las casas por toda la isla.

En Pulau Pari, todo el mundo quiere creer que la justicia suiza va a darles la razón. Y son conscientes de que su caso podría servir de ejemplo para quienes viven en otras pequeñas islas también amenazadas por el cambio climático.

Según el Banco Mundial, en Asia Oriental y el Pacífico, una región que incluye Indonesia, en torno a 48 millones de personas podrían tener que abandonar sus hogares de aquí a 2050 por catástrofes climáticas.

Edi Mulyono
Edi Mulyono, un pescador de 40 años originario de Pulau Pari, tuvo una infancia feliz. Espera que sus dos hijas y su hijo también puedan desarrollar un fuerte vínculo con su isla. SWI swissinfo.ch / Dorian Burkhalter

Sentado en un banco a las afueras del puerto pesquero, Edi Mulyono, el cuarto demandante, confiesa: «Lo que más me preocupa es el futuro de mis hijos». Con la mirada puesta en su hijo de cinco años, que juega en el pequeño dique que protege las casas de los alrededores, incluida la de su familia, dice: «Si perdemos nuestra batalla, mis hijos y mis nietos ya no podrán vivir en la isla de Pari».

Texto adaptado del francés por Lupe Calvo. Revisado por Carla Wolff.

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