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Túnez, bajo presión para acoger a los migrantes rescatados en el mar

En el centro de acogida de migrantes de Medenine, en Túnez, la camerunesa Georgie Ndab dice querer irse a Europa, el 28 de agosto de 2018 afp_tickers

Los tunecinos “quieren irse de su país, nosotros también, nos queremos ir a Europa”, declara Ali Ibrahim Nadi, un egipcio de 26 años alojado en el único centro de acogida en Túnez.

Las autoridades, las oenegés y hasta los candidatos al exilio se oponen a la idea europea de convertir a Túnez en una de las “plataformas de desembarco” para los supervivientes de las travesías clandestinas por el Mediterráneo con el fin de mantenerlos fuera de la Unión Europea (UE).

Túnez posee un único centro habilitado para acoger a los extranjeros que llegaron clandestinamente. Lo gestiona la Media Luna Roja en Medenine, en el sudeste, y está saturado, con dos veces más migrantes que camas.

En una pequeña habitación hay cinco camas sobre las que se apilan las pertenencias de los migrantes, en medio de un calor sofocante. Georgie Ndab, una camerunesa de 21 años, espolvorea talco sobre su bebé de ocho meses, Moïse.

“Pasé ocho meses en una cárcel en Libia. Me quiero ir a Europa para garantizar a mi hijo una buena escolarización”, explica Georgie, quien se fue clandestinamente de su país en octubre de 2017, pasando por Nigeria, Níger y Túnez, adonde llegó a finales de agosto.

“Gracias a Túnez, pero la situación aquí no es buena y mi dirección es Europa, en concreto Francia”, declara.

Cuando no están en la ciudad para ganarse el pan, los migrantes charlan en el centro. Se cuentan sus peripecias y proyectos, casi siempre ir a Europa aunque sea por mar, arriesgando de nuevo la vida.

En los pasillos, alfombrados de colchones, se escucha música africana. El edificio de tres plantas solo cuenta con tres cocinas y otros tantos aseos para los 247 migrantes alojados, entre ellos 15 niños.

– Arroz, leche, sardinas –

Túnez, Marruecos y Egipto rechazaron la idea de “plataformas regionales de desembarco” fuera de la UE, lanzada en el Consejo Europeo a finales de junio. Pero los países europeos siguen presionando.

En julio, Túnez permitió, a regañadientes, el desembarco de unos 40 migrantes rescatados por un barco con bandera tunecina, el “Sarost V”. Para no sentar precedente, las autoridades precisaron que lo hacían únicamente por motivos humanitarios.

Muchos de los se encontraban en el “Sarost V” siguen alojados en Medenine.

“Túnez no se ocupa adecuadamente de los migrantes”, estima uno de ellos, Francis Lélé, de 32 años. Él huyó de Camerún hace dos años y afirma haber sido esclavizado en Libia.

Por semana cada persona recibe un kilo de arroz, tres latas de sardinas y una botella de leche, detalla.

“No es lujoso pero damos de comer según las normas calóricas”, explica Mongi Slim, responsable del centro de la Media Luna Roja, que lleva meses sin financiación.

La Media Luna Roja quiere aumentar la capacidad de acogida del centro, creado en 2013, al que las autoridades envían a los extranjeros detenidos durante su travesía a Europa, tanto en la frontera libia como en aguas territoriales.

Los migrantes del centro tienen 60 días de plazo para decidir si vuelven a sus países o se quedan, por ejemplo solicitando asilo. Alrededor de un tercio pide volver, explica Slim, pero el resto quiere proseguir el periplo hacia el norte.

Un número creciente de tunecinos se une a los intentos de travesía, para irse de un país con un elevado índice de desempleo, con servicios sanitarios y educativos precarios y una inestabilidad política.

Túnez no puede ser un país de acogida porque “no garantiza los derechos de los migrantes”, afirma por su parte Romdhane Ben Amor, del Foro Tunecino para los Derechos Económicos y Sociales (FTDES), que lamenta la falta de marco jurídico y de medios.

Para muchos africanos subsaharianos que llegaron legalmente, es complicado obtener un permiso de residencia, necesario para el día a día y el regreso a sus países.

Además “no hay ley de asilo”, afirma Lorena Lando, de la Organización Internacional de Migraciones (OIM).

“Actualmente, Túnez no tiene ni marco legal ni infraestructura humanitaria ni desarrollo económico para gestionar a las personas que no consiguieron el estatuto de refugiado que les permite ir a Europa, es decir la inmensa mayoría”, afirma.

SWI swissinfo.ch - unidad empresarial de la sociedad suiza de radio y televisión SRG SSR

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