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“¿Quién nos defenderá de los policías?”, se preguntan migrantes de Calais

Un migrante habla por teléfono junto a un grafiti en el que se lee "lugar de vida", en el campamento de refugiados conocido como 'la Jungla' de Calais, en el norte de Francia, el 3 de marzo de 2016, durante la demolición de la zona sur del campo afp_tickers

El sudanés Amer, el afgano Iskandar y el etíope Hail se reúnen, a petición de las ONG, en una tienda de campaña de ‘la jungla’ de Calais, un campamento del norte de Francia en proceso de desmantelamiento desde el lunes.

“Todos estamos consternados por lo que pasa desde el lunes ¿qué esperan de nosotros? ¿Cómo podemos ayudar?”, pregunta la responsable de una de las organizaciones de ayuda a los migrantes.

En la reunión no están los ‘No Borders’, militantes radicales partidarios a la abolición de las fronteras, pero sí los principales responsables de las organizaciones que trabajan desde hace meses para ayudar a los migrantes instalados en la inmensa villa miseria que es ‘la jungla’.

“Haremos lo que los refugiados nos pidan”, afirma Maya, figura emblemática de la asociación ‘L’Auberge des migrants’ (La posada de los migrantes).

Frente a las apisonadoras y los policías, “no hay solución, nada que esperar”, afirma Amer.

“Si la policía quiere limpiar ‘la jungla’, tiene que decirlo, simplemente”, acota Iskandar, abogando en favor de que las organizaciones se reúnan rápidamente con las autoridades. “Nosotros no tenemos problemas con el Gobierno francés”, prosigue el líder de la comunidad afgana de ‘la jungla’. “Nuestro problema es pasar a Inglaterra. Si el Gobierno francés decide algo para nosotros en la jungla, lo haremos, no tenemos otra solución”, agrega con tono despechado.

El campamento de Calais, en el que viven de manera sumamente precaria entre 3.700 y 7.000 personas, según las fuentes, es uno de los temas centrales de la cumbre franco-británica que reunirá este jueves en Amiens (norte de Francia) al presidente François Hollande y al primer ministro David Cameron.

“¿Podemos resistir a las apisonadoras? ¡No! ¿Quién puede defendernos de los policías? ¡Nadie! El tiempo de las discusiones se ha terminado”, dice tajante Iskandar. “Que la policía nos diga lo que quiere (…) Y que nos digan dónde hay otras junglas en las que podamos instalarnos”, añade.

– Sueño de Inglaterra –

Nadie evoca la posibilidad de instalarse en las viviendas fabricadas en contenedores instaladas en ‘la jungla’, ni la de partir en los autobuses fletados por las autoridades para llevar a los migrantes a albergues en distintas regiones de Francia.

La prioridad para los migrantes de Calais es ahora encontrar un nuevo lugar donde vivir en esta región, y no renunciar de ninguna manera al sueño de Inglaterra.

Mientras continúa, rodeada de un importante dispositivo policial, la destrucción de chabolas y tiendas de campaña del sector sur, es muy difícil saber con precisión adónde se fueron las personas que las ocupaban. Aparentemente, la mayoría de ellas se limitaron a desplazarse unos cientos de metros para instalarse en la “zona norte”.

Unos cincuenta sudaneses se habrían instalado allí en las cabañas ocupadas ya por compatriotas suyos. La pequeña comunidad de sudaneses de ‘la jungla’ fue enlutada por la muerte la noche del martes de uno de sus miembros, fallecido de una crisis cardíaca, y del que hay que organizar la evacuación del cuerpo y los funerales.

Unos cuantos iraníes se reinstalaron en algunas de las decenas de tiendas de campaña colectivas del sector norte, abandonadas desde hace semanas y en estado calamitoso. El viento helado entra en ellas a través de grandes agujeros y el suelo está empapado. “No hay problema”, dice sonriendo con optimismo uno de sus nuevos ocupantes.

Para los líderes de las comunidades, cuya representatividad exacta es difícil de evaluar, la reunión con las organizaciones que se realizó el miércoles por la tarde fue también la ocasión de reprochar a ciertos voluntarios británicos que tomaran la iniciativa de ayudar a mudarse a varias familias hacia la zona norte.

“Habíamos decidido juntos que nadie se movería frente a los policías. Y ustedes ayudaron a partir a ciertas familias. Es una puñalada en la espalda que nos deja hoy en una posición imposible”, acusa Amer, señalando a un joven inglés.

Este no responde y guarda un incómodo silencio, que resume la dificultad de organizar a todas las buenas voluntades que tratan de ayudar en ‘la jungla’, hoy más que nunca dada la presión de las autoridades francesas.

SWI swissinfo.ch - unidad empresarial de la sociedad suiza de radio y televisión SRG SSR

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