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“Las amenazas nos hacen más fuertes”, aseguran los separatistas catalanes en campaña

El público asistente al acto de lanzamiento oficial de la campaña del referéndum de independencia de Cataluña el 14 de septiembre de 2017 en Tarragona afp_tickers

Un clamor llenó en la noche del jueves la antigua plaza de toros de Tarragona: “Viva Cataluña libre”. Y el presidente catalán, Carles Puigdemont, lanzó él mismo la campaña por el “sí” en el referéndum de autodeterminación prohibido desde el Gobierno español.

A 17 días de la consulta popular declarada anticonstitucional por la justicia española, unas inmensas pancartas anuncian ya en catalán: “Hola nuevo país”, “hola República”…

De repente, 8.000 asistentes ovacionan a los dirigentes catalanes, con una causa judicial abierta por “desobediencia”, “prevaricación” y “malversación” por la organización de este voto.

“Ya son más de 750 alcaldes (de 948) quienes nos dan apoyo” y “más de 47.000 voluntarios”, celebra el vicepresidente catalán, Oriol Junqueras, historiador y dirigente de Izquierda Republicana de Cataluña.

“Las amenazas nos hacen más fuertes”, añade, frase celebrada por el público con el eslógan “No tengo miedo”, popularizado en Cataluña tras los atentados yihadistas de agosto.

Esta vez el objetivo es apoyar a los alcaldes amenazados de investigaciones judiciales o incluso arresto si cooperan en la organización del referéndum.

En el escenario, Puigdemont, antiguo periodista de 54 años, no muestra ninguna neutralidad. En enero de 2016, anunció que llevaría a Cataluña hacia la independencia en 2017.

“Nos dicen que el día 1 de octubre no votaremos”, exclama en referencia al mantra repetido por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. “¿Y qué creéis que pasará”: “votaremos, votaremos” respondía el público.

En una gran pantalla, la voz del anuncio de la campaña promete felicidad: “Adiós al menosprecio, miedos, injusticia, incertidumbre, amenazas”, mientras varios personajes recogen banderas independentistas, innecesarias una vez proclamada la hipotética república.

– “Han impuesto su ideología” –

Por momentos, se podría olvidar que la mitad de los catalanes quiere seguir en España, según los sondeos.

O que los independentistas, con un 47,8% de los votos en las elecciones autonómicas de 2015, son acusados de aprovechar su mayoría en escaños para aprobar la ley del referéndum y otra para hacer la transición hacia la “República catalana”, ambas suspendidas, que piensan proclamar si ganan el referéndum.

“Todo esto es ridículo”, protesta Óscar García, constructor jubilado de 61 años. “No se han respetado los derechos de los que no opinan como ellos. Han impuesto su ideología y esto no es democracia”, critica.

Como él, algunos peatones ponen mala cara ante la riada de independentistas que esperan para acceder a la plaza. “No os digo nada porque diría barbaridades”, dice con rostro amargo una mujer que pasa por delante.

La ciudad mediterránea, con un bello complejo de ruinas romanas, es uno de los bastiones no independentistas, dirigida por un alcalde socialista que rechazó cooperar en la votación.

El recinto también es simbólico: se trata de la antigua arena de Tarragona. En 2010, el Parlamento catalán abolió las corridas de toros, aunque en 2016 el Tribunal Constitucional levantó la prohibición.

Pedro López, soldador de 46 años en la industria química, asegura haberse convertido al independentismo cuando Rajoy entró en el Gobierno en 2011, debido de “su política súper dura con Cataluña”.

“No quieren que nos vayamos, pero no quieren tampoco negociar: si tuviéramos el mismo trato que el País Vasco (que gestiona directamente sus impuestos, ndlr), no habría tantos independentistas”, asegura.

Fuera del recinto, que colgó el cartel de aforo completo, Jordi Inglada ondeaba su bandera independentista. “Independentista de toda la vida, de una familia que fue represaliada con pena de cárcel por la dictadura de Francisco Franco”, este viticultor de 43 años considera que “muchos de los ministros actuales son los herederos del franquismo”.

En Madrid, “trabajan para que seamos como ellos, quieren una uniformidad del país”, asegura. Pero “en el siglo XXI, no se atreverán a utilizar las armas. Si detienen o inhabilitan a los alcaldes o al presidente, en su lugar habrá otro, hasta que no quede un catalán libre”, añade.

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