“Nadie está a salvo” en Afganistán, tras el triple asesinato en Jalalabad
La indignación, la rabia y el miedo volvieron a ser ampliamente compartidos este miércoles en Afganistán, donde tuvo lugar el funeral de los tres jóvenes empleadas de una cadena de televisión asesinadas el día anterior en Jalalabad (este).
Las tres mujeres, de entre 17 y 21 años, trabajaban en el departamento de doblaje de la cadena de televisión local Enekaas. Fueron asesinados a tiros en dos ataques distintos cuando acababan de salir de su oficina y se dirigían a sus casas.
“He perdido a mi hermana. Hoy la entierro con todos sus sueños. Quería ir a la universidad, estudiar derecho”, explica a la AFP Rohan Sadat, hermano de Sadia Sadat, una de las víctimas, durante el funeral.
“No sé por qué los activistas atacan a jóvenes inocentes”, comenta Mohamad Nazif, primo de Sadat. Se incorporó a Enekaas TV con sólo 18 años “para ganar dinero y mantener a su familia”, que estaba “muy contenta de que trabajara en la televisión”, añade a la AFP.
Los asesinatos selectivos de periodistas, jueces, médicos, personalidades políticas o religiosas y activistas de los derechos humanos son cada vez más frecuentes en los últimos meses en Afganistán.
Estos asesinatos han sembrado el terror en el país y han llevado a miembros de la sociedad civil a esconderse o exiliarse.
Los medios de comunicación, y en particular Enekaas TV, han pagado un alto precio.
A principios de diciembre, una presentadora, Malalai Maiwand, fue asesinada a tiros con su chófer en Jalalabad cuando se dirigía a su oficina.
El grupo Estado Islámico reivindicó la autoría del doble atentado del martes, al igual que de los ataques anteriores.
Pero el gobierno afgano y Estados Unidos siguen culpando a los talibanes de los asesinatos selectivos, a pesar de que éstos rechazan firmemente la acusación.
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