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Boris Johnson, el bufón a las puertas del trono

El exalcalde de Londres y activista principal a favor del Brexit, Boris Johnson, en una rueda de prensa en el centro de Londres el 24 de junio de 2016, día de la votación afp_tickers

Su inesperada conversión al euroescepticismo, clave en el triunfo del Brexit, puso a las puertas de Downing Street a Boris Johnson, un político que se burlaba de la idea de llegar a ser primer ministro y al que todos le festejaban sus chistes y ocurrencias.

Al día siguiente del referéndum, Johnson descubrió que tendría que aprender a vivir con el odio.

De repente, la mitad del país y de su partido lo detestaban por haber asumido las riendas de una campaña del Brexit que carecía de una figura de peso hasta que él dio un paso al frente.

Aquel día, Johnson no pudo salir de casa como lo hacía normalmente, con su bicicleta y los pelos alborotados asomando bajo el casco.

La policía tuvo que hacerle un pasillo para que llegara, entre insultos y empujones, hasta el coche que le iba a llevar a su primera comparecencia tras la victoria del Brexit.

No hace tanto, en febrero, Johnson desaconsejaba salir de la Unión Europea porque sumiría al gobierno “en un complejo proceso de varios años para negociar nuevos acuerdos, desviando energía de los problemas reales de este país”.

Ahora hay grandes posibilidades de que esas negociaciones las tenga que encabezar él, si acaba imponiéndose en las primarias del Partido Conservador que deben elegir al sucesor del primer ministro, David Cameron.

Frente a la ferocidad de Nigel Farage, el exalcalde de Londres, gran promotor del transporte alternativo, defensor de la diversidad de Londres, bromista y biógrafo de Winston Churchill, encarnaba al estadista de la campaña ‘Leave’, como pudo comprobarse en el último debate de campaña, con su aplaudido discurso ‘churchilliano’ invitando a convertir el referéndum en ‘el día de la independencia’.

– El periodista favorito de Thatcher –

Johnson, de 51 años, conoce muy bien la Unión Europea. Fue corresponsal del Daily Telegraph en Bruselas entre 1989 y 1994, favoreciendo historias que alimentaban el euroescepticismo en casa.

Se convirtió entonces en el periodista favorito de la primera ministra Margaret Thatcher, gracias a unos artículos que se mofaban sistemáticamente de las instituciones europeas y caricaturizaban sus regulaciones.

Algunas de aquellas historias se convirtieron en mantras para los euroescépticos, como que la Unión Europea iba a regular el tamaño de las bananas o a acortar los condones.

Aún así, no tuvo claro hasta un día antes de la campaña en qué bando iba a militar. Su anuncio de que se encuadraba en el campo Brexit, enfrentado a Cameron, se interpretó como una concesión a sus ambiciones.

Y aunque su decisión de apoyar el Brexit fue grata para muchos activistas de base conservadores, la campaña colocó a Johnson, nieto de un inmigrante turco y que pasó una parte de su infancia en Bruselas, en terreno pantanoso.

Boris Johnson también había apoyado en el pasado el ingreso de Turquía en la UE y ahora veía cómo esa posibilidad aterrorizaba a la gente de su campo.

Su perfil le convirtió en blanco favorito de los conservadores partidarios de permanecer en la UE, y el ex primer ministro John Major lo tildó de “bufón de la corte”.

En la mente de todos estaba aquel Johnson atascado en una tirolina durante los Juegos Olímpicos de Londres, agitando una banderita mientras esperaba que le descolgaran.

Para Alistair Campbell, el Rasputín del primer ministro Tony Blair, Johnson “encarna la falsa autenticidad”.

“Es muy bueno haciendo pensar que es auténtico, pero es una interpretación. De hecho, tiene opiniones bastante peligrosas”, comentó.

El público parecía perdonarle todo y él siempre había negado tener interés en el puesto de primer ministro. Ahora aparece como el favorito a suceder a Cameron, aunque sus posibilidades dependerán de que la salida de la UE no se convierta en un desastre para el Reino Unido.

– Una infancia en Bruselas –

La ironía es que su euroescepticismo viene de un hombre vinculado a las instituciones europeas como pocos en el Reino Unido, donde la ignorancia del funcionamiento de la UE está muy extendida, según las encuestas.

Su padre Stanley, que defendía la permanencia en la UE, trabajó en la Comisión Europea y fue eurodiputado por el Partido Conservador.

El mismo Boris Johnson fue alumno de la Escuela europea de Bruselas antes de ingresar en el famoso colegio privado británico de Eton.

Todo ello lo hacía un candidato ideal al puesto de Bruselas para el director del Daily Telegraph en aquel momento, Max Hastings, que había conocido a Johnson cuando éste era presidente de la asociación estudiantil de debate de la universidad de Oxford, la Oxford Union.

Pero no dejó de ser una elección polémica, teniendo en cuenta que Johnson había sido despedido del diario The Times por inventarse unas declaraciones de su propio padrino, el historiador Colin Lucas, en un artículo sobre un descubrimiento arqueológico.

Hastings es ahora un gran crítico de Johnson y votó a favor de seguir en la UE, en parte porque sospechaba que la posición de su antiguo corresponsal tiene que ver con sus ambiciones políticas.

“Habiendo conocido a Boris tantos años, no puedo votar una opción que podría llevarle a Downing Street”, escribió Hastings en una columna en el Daily Mail.

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