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Burkina Faso sigue buscando sospechosos del mortal ataque yihadista

Un policía burkinés monta guardia frente al hotel Splendid este domingo 17 de enero en Uagadugú afp_tickers

Burkina Faso seguía conmocionada este domingo después que su capital sufriera por primera vez un ataque yihadista, mientras las autoridades mantenían las operaciones de búsqueda de sospechosos relacionados con el atentado que dejó 29 muertos.

“Tenemos miedo. Quien no tenga miedo no es normal. Esa gente tiene armas”, afirma Souleymane Ouedraogo, que vive cerca de la zona donde se produjo el ataque. “Aquí está el ejército pero más allá…”.

Catorce o quince extranjeros, así como un niño de nueve años, perdieron la vida en el ataque contra el hotel Splendid y un café de Uagadugú, según balances diferentes facilitados por el ministro de Seguridad Interior y el fiscal de Faso.

Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI) reivindicó el ataque, que atribuyó a su grupo Al Murabitun del jefe yihadista Mojtar Belmojtar, según una organización estadounidense de vigilancia de páginas web yihadistas, SITE.

Las fuerzas del orden continuaban desplegadas el domingo en toda la capital burkinesa, donde se reforzó la seguridad en los hoteles.

“Las operaciones de rastreo siguen en marcha, se registraron 129 hoteles”, detalló el ministro de Seguridad Interior, Simon Compaoré.

Los cuerpos de tres yihadistas, todos hombres, han sido identificados, según Compaoré. Varios testigos hablaron de la presencia de dos mujeres y tres asaltantes, aunque las autoridades rechazan la tesis de la presencia de mujeres.

– Niño de nueve años fallecido –

En el lugar del ataque, se había ampliado el perímetro de seguridad y podía verse a investigadores trabajando con pruebas, constató un periodista de la AFP.

Doce investigadores franceses llegaron el domingo para ayudar en la investigación, según una fuente diplomática.

El ministro de Seguridad Interior explicó que los yihadistas, que “llegaron a bordo de tres vehículos”, “rezaron en una mezquita situada detrás del hotel” antes del ataque. “Son ellos quienes prendieron fuego [al hotel] para eliminar pruebas”.

Según el recuento del ministro, cuatro canadienses, tres ucranianos, dos franceses, dos suizos, dos portugueses y un holandés murieron -14 extranjeros-, así como ocho burkineses.

El fiscal Maiza Sereme anunció por su parte el fallecimiento de cuatro canadienses, dos ucranianos, una franco-ucraniana, dos franceses, dos suizos, un portugués, un holandés, un estadounidense y un libio -15 extranjeros-, así como siete burkineses.

El hijo de nueve años del dueño del café atacado, el Cappuccino, su madre y otros miembros de su familia perdieron la vida, según el ministerio de Relaciones Exteriores de Italia.

Entre las siete víctimas aún sin identificar figuran tres blancos y cuatro negros, precisó el fiscal.

– ‘Todos comemos del mismo plato’ –

Militares y gendarmes mantenían a distancia a los grupos de curiosos que se habían acercado, para “llorar a [los] muertos y comprender lo ocurrido”, según Jean Compaoré, un cristiano.

“Todos comemos del mismo plato”, asegura. “En Burkina no tenemos problemas religiosos, vivimos juntos. No hay problemas étnicos, hay 63 etnias que viven juntas. Los yihadistas vienen de fuera”.

A su lado, Lamnine Thietambo, un musulmán, asiente. “Somos amigos, los yihadistas no representan la religión, no son creyentes, matan a todo el mundo, a inocentes, no son musulmanes”, asegura.

“Vigilaremos más pero esto no puede impedirnos vivir con nuestros hermanos, seas negro o blanco, cristiano o musulmán”, asegura Daouda Moumoula.

Más lejos, algunos critican a las fuerzas del orden. “Tardaron mucho en llegar”, dice un hombre que prefiere guardar el anonimato. Según varios testigos, los militares burkineses tardaron varias horas en organizarse.

Muchos temen el impacto económico de los atentados en la economía del país. “Los turistas eran nuestros amigos. Es triste, todos esos muertos. Para nosotros va a ser duro ahora”, afirma Souleymane Soro, un vendedor callejero, que se encontraba en la avenida N’Krumah, donde se llevó a cabo el ataque.

“En el plano económico, vamos a sentir el golpe. Es un mal momento, porque salimos de una crisis que nos ha debilitado a todos los niveles”, asegura, en otro barrio, Lassané Kabré.

A finales de 2014, un levantamiento popular expulsó del poder a Blaise Compaoré y llevó a una transición política difícil en este país pobre del Sahel de 18 millones de habitantes.

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