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Candidatos presidenciales de EEUU malqueridos y electores indecisos

El candidato republicano a la presidencia de EEUU, Donald Trump, pronuncia un discurso en Washington el 9 de septiembre de 2016 afp_tickers

¿A quién elegir entre una “sectaria” y un “amateur”? Los duros calificativos contra Hillary Clinton y Donald Trump reflejan su impopularidad, fuente de indecisión para muchos electores, haciendo difícil predecir el desenlace de los comicios presidenciales de Estados Unidos.

“No es una elección en la que tengamos grandes opciones. Abraham Lincoln no es candidato, lamentablemente”, resume Scott Heskew, de San Antonio (Texas), en un foro en el que se multiplican los debates sobre las presidenciales y donde hipótesis como votar por el candidato del bando contrario o abstenerse se plantean abiertamente.

Aunque la candidata demócrata lidera la mayoría de los sondeos para la elección presidencial de noviembre, ostenta récords de impopularidad y ahora es casi tan detestada como el magnate republicano, según una encuesta del The Washington Post y ABC News.

Matthew Heminger, informático de la costa oeste, lamenta tener que elegir “entre una sectaria peligrosa y misógina y un político amateur, autosuficiente y rentista” de por vida.

“Es una reacción a nuestra frustración ante la incapacidad de los políticos en Washington para hacer cosas que sean realmente beneficiosas para los estadounidenses de clase media”, afirma Joyce Frankel, que trabaja en una firma de marketing en Kansas City (Misuri, centro).

– Republicanos que votarán a Clinton –

Pero este aborrecimiento, también puede “ser un factor de motivación para votar en contra de un candidato”, observa Michael McDonald, experto en participación de la Universidad de Florida.

McDonald prevé, por ejemplo, una participación más elevada que en las presidenciales pasadas de los electores hispanos, que podrían votar contra las propuestas contra los inmigrantes de Trump.

Sin embargo, es difícil de predecir porque “nunca hemos tenido ese tipo de candidatos” a la Casa Blanca, afirma.

En la elección de senadores de 2010 en Delaware (este), recuerda, los electores republicanos se movilizaron ampliamente para votar en contra de la representante del muy conservador Tea Party, Christine O’Donnell.

John Geare, de Charlottesville, Virginia, es republicano pero admite que votará por Clinton porque Trump como presidente “es sin duda lo peor que podría pasar”.

Para el analista de sondeos Drew Linzer, también es “muy difícil” prever el impacto de la participación.

Pero no estaría “sorprendido” si es inferior a las últimas dos presidenciales porque “los electores no están contentos con las opciones propuestas”.

Y además los votantes siguen indecisos. “En 2008 y 2012, el número de personas que decían que iban a votar por alguien más (que su candidato) o que estaban indecisos disminuía con el tiempo. Este año, esa cifra está en alza”, asegura.

En Wisconsin (norte) -un estado clave-, en 2012 en esta misma época sólo el 5% de los electores no estaba seguro de su elección.

Este año un 19% de votantes inscritos afirma que no apoyarán a Trump ni a Clinton, según la Universidad Marquette.

– Electores demócratas poco fiables –

Detestados como nunca, ambos candidatos ganaron, sin embargo, las primarias de sus partidos, en las que la participación fue menor que en 2008, pero superior a las de 2012, indica el instituto Pew.

Entre los republicanos, donde Trump se jactó durante las primarias de haber movilizado a muchos nuevos votantes de un electorado blanco popular, “la pregunta es saber si los graduados, que gustan menos de Trump que de los candidatos precedentes, irán a votar”, observa Kyle Kondik, redactor en jefe del medio especializado Sabato’s Crystal Ball.

Aunque no voten a Trump, los republicanos necesitan que sus electores acudan a las urnas para elegir a sus representantes en el Congreso, actualmente dominado por este partido.

Además de elegir al presidente el 8 de noviembre, los estadounidenses renovarán un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes.

El campo demócrata requiere de una fuerte participación de su electorado, generalmente más joven y variado, señala Kondik.

Queda saber si los estadounidenses, en lugar de abstenerse, otorgan su voto a la candidata verde, Jill Stein, o al libertario Gary Johnson.

La tasa de participación en Estados Unidos es una de las más bajas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): con el 53,6% de electores, el país ocupa el puesto 31 de 35.

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