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Cerca de Raqa, combatientes árabes desafían a los yihadistas y las tradiciones

Rojin (dcha.), una joven árabe de 19 años de las Fuerzas Democráticas Sirias, abraza a una compañera de armas cerca de la localidad de Al Torshan, a 20 kilómetros de Raqa, el 6 de febrero de 2017 afp_tickers

Siguiendo el ejemplo de las combatientes kurdas, cientos de guerreras árabes luchan en Siria contra la organización yihadista más temida del mundo, pese a tener que enfrentarse antes a sus propias familias, recelosas de que las mujeres tomen las armas.

Una alianza arabo-kurda intenta conquistar Raqa (norte), ‘capital’ del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

A 20 kilómetros de la ciudad, Batul, de 21 años, defiende su causa con fervor, parapetada detrás de sacos de arena.

“Hice frente a mi clan, a mi padre, a mi madre. Ahora, al enemigo”, afirma la joven, con un chaleco portacargadores y un fular floreado de color burdeos al cuello.

“Mis padres me dijeron: ‘Abandonas las armas o te repudiamos'”, cuenta. Desde ese día, no le dirigen la palabra.

A diferencia de las kurdas, que combaten desde hace tiempo, el alistamiento de las mujeres árabes en Siria está mal visto por el entorno familiar.

Batul es de los Al Sharabyé, uno de los clanes conservadores más conocidos del nordeste de Siria. Ella se describe como una rebelde. “Llevaba velo y mi padre nos obligaba a rezar delante de él. Yo me negaba”, declara.

Ahora vive con sus compañeras de armas en pleno desierto, cerca del pueblo de Al Torchan, en poder del grupo EI, en el nordeste de la provincia de Raqa, controlada casi en su totalidad por los yihadistas.

– “Liberar a la mujer” –

“Me uní a las YPJ para liberar a la patria, pero también para liberar a la mujer de la esclavitud. No debemos quedarnos enclaustradas entre cuatro paredes”, añade Batul, refiriéndose a las Unidades de Protección de la Mujer, el equivalente femenino de las fuerzas kurdas masculinas de las YPG.

Combatientes árabes y kurdos se han aliado bajo el estandarte de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que combaten al grupo EI desde finales de 2015 con el apoyo de la coalición internacional dirigida por Washington.

Desde las posiciones de los combatientes árabes se ve una espesa humareda elevarse sobre Al Torchan, blanco de los ataques de los aviones de la coalición y de disparos de obuses.

Batul se unió a las YPJ hace dos años, pero es su primer combate contra los yihadistas, como parte de la ofensiva lanzada por las FDS en noviembre.

“La primera vez que sostuve un arma, sentí mucho miedo”, reconoce. “Ahora el arma forma parte de mí. Me libera y protege”, asegura.

Habla en árabe, pero intercala palabras en kurdo que ha aprendido de sus compañeras.

Los kurdos de Siria presumen de defender la igualdad entre hombres y mujeres, sobre todo en las zonas de combate.

Según la portavoz de la ofensiva, la kurda Jihan Cheij Ahmad, el número de combatientes árabes que se unieron a las FDS supera el millar. Las victorias contra el grupo EI las han animado a enrolarse.

– “Los mismos derechos” –

Cerca del frente, bajo una tienda de campaña. seis muchachas bromean mientras beben té.

“Mi objetivo es liberar a la mujer de la opresión del Dáesh [acrónimo en árabe del grupo EI], pero también de la de la sociedad”, asegura Hevi Dilirin, sonriente. Va vestida con ropa militar y calza zapatillas deportivas.

“En nuestras casas, las mujeres no meten baza. Tienen que tener los mismos derechos que los hombres”, recalca la joven, que adoptó un nombre de guerra kurdo tras unirse a las YPJ en 2015.

Doza Jiyan, de 21 años, afirma que a la mayoría de las familias árabes les cuesta aceptar que una mujer participe en los combates.

“En nuestra sociedad sorprende que una mujer tome las armas”, afirma esta joven de cabello castaño, originaria de la ciudad de Ras al Ain (nordeste).

“El EI ya no es invencible, [los yihadistas] ya sólo luchan a bordo de motocicletas y se limitan a colocar bombas en las aldeas”, añade, mientras habla con los hombres de la situación sobre el terreno.

Esta táctica impide a las FDS avanzar más rápido. Por eso llevan un mes a 20 kilómetros de la ciudad de Raqa.

Doza Jiyan confía en que la mentalidad sobre las mujeres cambie gracias a las victorias contra los yihadistas. “Aquí soy muy feliz”, zanja con una sonrisa.

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