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Con “ansiedad” o “espíritu aventurero”, los damnificados esperan que pase Harvey

Un daminificado por la tormenta Harvey se registra en un el Centro de Convenciones George R. Brown de Houston, Texas (EEUU), el 28 de agosto de 2017 afp_tickers

Algunos sufren “ataques de ansiedad”, otros más optimistas se aferran a su “espíritu aventurero”, mientras esperan en un refugio de la Cruz Roja en Winnie, Texas, a que pasen las catastróficas inundaciones causadas por la poderosa tormenta Harvey.

En la cafetería de una escuela de la localidad de Winnie ahora convertida en refugio, 68 personas intentan sobrellevar lo mejor que pueden el “shock” de haber tenido que dejar sus hogares de un momento a otro y en algunos casos caminando con el agua hasta la cintura.

Son los primeros en llegar a este lugar, dispuesto para alojar a más de 400 damnificados.

De comer, se ofrecen frijoles y ensalada de patata, mientras varios televisores emiten imágenes y canciones de canales que no son de noticias.

Es para “calmar a todo el mundo”, explica Ray Henrichson, de 74 años, señalando las pantallas. Esta voluntaria de la Cruz Roja dirige el refugio, que acomodó en unas pocas horas mientras más y más personas eran rescatadas u obligadas a abandonar sus comunidades inundadas.

“Hay que darles algo más en qué pensar, aparte de sus problemas”, dice. Henrichson y su esposo, RJ, de 78 años, han ganado varios reconocimientos por su trabajo de años en la Cruz Roja y ahora se disponen a pasar varios días viviendo a tiempo completo en el refugio para ayudar a los damnificados.

“Usualmente están en shock. Temerosos de lo desconocido”, dice a la AFP. “Muchos se han ido porque no saben qué esperar. Muchísimos sufren ataques de ansiedad”, cuenta.

– “Espíritu aventurero” –

La mayoría de los primeros en llegar al refugio venían de la comunidad de Mount Belvieu, en las afueras de Houston, donde las autoridades les dieron una advertencia de cinco minutos para evacuar. Algunos atravesaron hasta más de un metro de agua en el camino.

Un bebé llora mientras una madre lucha para dormir a tres niños muy excitados. Otra mujer en una cama cercana, y saltándose las reglas, saca un cigarrillo.

“El anciano que está allá atrás me dijo: ‘No me dejaron llevar mis gafas o mi tarjeta de débito’. Casi no podía caminar y no tenía nada de ropa”, dice Henrichson.

En la parte de atrás del salón fueron cuidadosamente colocadas hileras de colchonetas, con sábanas o bolsas de dormir para que los afectados puedan descansar. También se entregan toallas y, aunque faltan duchas, hay baños.

“Me imagino que podemos salir y ponernos bajo la lluvia”, bromea Carla Parker, una enfermera de 58 años que está en el refugio junto a su hermana gemela, Darla Fitzgerald, y su cuñado Howard, de 70 años.

Nadie sabe por cuánto tiempo estará allí. El año escolar iba a comenzar el lunes, pero muchos esperan que arranque bien entrada la semana que viene.

“Este país fue fundado por personas de espíritu aventurero”, dice Darla, que ha visto pasar muchos huracanes pero que por primera vez debe pasar la noche en un refugio.

“No estamos acampando, pero es una aventura y, cuando acabe, iremos a otra parte a comenzar una nueva aventura”, asegura, optimista.

– Ropa, medicinas y un ordenador –

Los Fitzgeralds atendieron la advertencia de evacuación inmediatamente. No hizo falta que se la repitieran: no había luz y el agua ya cubría los primeros escalones de su casa rodante.

Metieron un cambio de ropa, medicinas y un ordenador en un maletín y se montaron en un autobús para dirigirse a una zona más elevada.

“Un poco desplazada”, dice Darla cuando se le pregunta cómo se siente. “Pero es mejor que estar durmiendo en una casa rodante arrastrada por el río”, asegura.

Esta familia defiende la decisión de las autoridades de Houston de no ordenar evacuaciones forzosas antes de que llegara la tormenta.

“Nadie estaba preparado para el embate”, dice Darla, quien asegura que de haber evacuado antes, habrían estado “deambulando” por ahí sin saber a dónde era seguro ir y quien también dice que recibe con los brazos abiertos la visita del presidente Donald Trump.

“Somos Trumpistas. Confío en que va a cuidar de nosotros, él dijo que lo haría y estoy segura de que así será”, dice Darla.

Fuera, los relámpagos iluminan el cielo de Winnie. Con más lluvia esperada para este martes, pocos tienen esperanzas de volver a casa tan pronto como quisieran.

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