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Cruzar el río Tigris, un gran desafío en la devastada Mosul

Un obrero ajusta una viga en el Puente viejo de la ciudad iraquí de Mosul el 19 de diciembre de 2017 afp_tickers

Antes, Ahmad sólo tenía que atravesar un puente para llegar en unos minutos a su universidad en Mosul, al norte de Irak, pero ahora, en la ciudad devastada por nueve meses de sangrientos combates, se necesita más de dos horas para cruzar el río Tigris.

En la segunda ciudad del país, arrebatada a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) en julio, el “90% de los 70 puentes” fueron destruidos total o parcialmente, dice a la AFP Maruane Abderrazaq, encargado de comunicación en la Dirección Provincial de Puentes y Carreteras.

Algunos fueron pulverizados por los yihadistas, otros destruidos por la aviación iraquí o de la coalición liderada por Estados Unidos con el objetivo de cortar las vías y los suministros al EI.

De algunos puentes sólo quedan pilares de cemento en parte sumergidos, y otros, atacados con explosivos, quedaron partidos en dos.

– Embotellamientos gigantescos –

Hoy, más de cinco meses después de que las tropas gubernamentales retomaran el control de la ciudad, cruzar el Tigris, que atraviesa Mosul o sus afluentes en la provincia de Nínive, se ha vuelto muy difícil para millones de iraquíes de la enorme provincia.

A veces, ha sido necesario bajar hasta Hamam al Alil, una pequeña localidad situada a treinta kilómetros al sur, o hasta la más alejada Al Qayyará, para encontrar puentes flotantes de metal instalados durante los combates para trasladar a la tropas sobre el Tigris.

Ahora, gracias a préstamos del Banco Mundial y de Naciones Unidas, se restablecieron provisionalmente dos puentes en Mosul y otros se están reparando.

Además, una delegación alemana se trasladó para evaluar los daños y preparar planes para la reconstrucción de siete puentes en la provincia de Nínive, dice Abderrazaq.

Gracias a eso, Ahmad Meysar pudo volver a emprender el camino a la Universidad. Pero este iraquí de 20 años sale de su casa a “las 05H30 o 06H00”. Es el tiempo requerido “para llegar a tiempo a la Universidad, donde las clases se inician a las ocho”.

En esta ciudad de cerca de dos millones de habitantes, él no es el único que necesita cruzar el Tigris.

Centenares de vehículos crean embotellamientos de varios kilómetros, causando un fenómeno cotidiano en los únicos dos puentes practicables de la ciudad, donde fueron instalados rampas metálicas o puentes flotantes paralelos.

Un poco más lejos, Fathiya Subhi, de 44 años, lleva a uno de sus hijos cargado en la espalda. Si va a pie es porque no puede “pagar un taxi para cruzar”. Necesita entonces mas de media hora para recorrer, evitando automóviles y motos, los 330 metros del puente.

– Vivir y trabajar en una sola ribera –

“¡No se puede vivir así! Cuando volvió el gobierno, ¿por qué no reconstruyeron todo para la gente?”, exclama la mujer.

Los gigantescos embotellamientos obligaron a Yahya Ahmed a cambiar de hábitos laborales. Este conductor de taxis de 37 años que vive en la ribera este del Tigris ya no hace viajes a la ribera oeste.

“Antes se atravesaba sin problemas de un lado al otro, pero ahora tardamos dos horas y media, entonces por eso sólo trabajo de un lado del río”, afirma a la AFP este padre de seis hijos.

Husein Nabil, ingeniero de 40 años, trabaja en uno de los puentes del Mosul haciendo obras de reparación. Construida en 1934, esta estructura metálica es denominada por los habitantes como “El antiguo” o el “Puente viejo”.

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