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Cunha, el oscuro político que orquesta el ‘impeachment’ de Rousseff

El presidente de la Cámara de Diputados brasileña, Eduardo Cunha, habla en una sesión en Brasilia el 17 de abril de 2016 afp_tickers

Eduardo Cunha le declaró la guerra a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el domingo se anotó la victoria que tanto esperó en los últimos meses: el ‘impeachment’ contra la mandataria fue aprobado en la Cámara de Diputados que preside y ahora avanza al Senado.

Acusado de corrupción, este hábil y maquiavélico político de 57 años se colocó en el centro del poder desde que en diciembre pasado acogiera la petición de destitución de una debilitada Rousseff, y uno por uno fue recogiendo pacientemente los votos del domingo con un rostro sin expresión, que poco se inmutó a los insultos.

“Canalla”, “bandido”, “corrupto”, “ladrón”: de todo dijeron sobre Cunha los diputados que defendían en la Cámara a la presidenta Rousseff, que ha tachado este proceso de “golpe” desde el inicio.

Sin pestañear, Cunha simplemente hacía anotaciones con su lápiz. “Está autorizada la instauración del proceso contra la señora presidenta, Dilma Rousseff, por crimen de responsabilidad”, proclamó entre los gritos y vítores de los diputados opositores.

– “Frank Underwood” brasileño –

El Gobierno vio en la decisión de aprobar la petición de ‘impeachment’ un acto de “venganza” contra la mandataria, por no haber impedido que su Partido de los Trabajadores (PT) apoyara el proceso que la Comisión de Ética de la Cámara le había abierto por ocultar cuentas bancarias en Suiza.

El proceso sería equivalente a un ‘impeachment’, pero ha sabido moverse para dilatar el proceso.

No en vano lo llaman Frank Underwood, el inescrupuloso personaje de la serie ‘House of Cards’. Underwood “es ladrón, homosexual y asesino. Yo no”, ha dicho el político brasileño.

Cunha es el único político brasileño con fueros en ser juzgado por el máximo tribunal. La fiscalía lo denunció el año pasado por corrupción y lavado de dinero vinculado a la red de sobornos de Petrobras. El tribunal supremo acogió la acusación en marzo.

El fiscal general de Brasil, Rodrigo Janot, pidió además en diciembre pasado al tribunal supremo que aparte a Cunha de su cargo, acusándolo de que lo utiliza en interés propio y con fines ilícitos. Hasta ahora no hay decisión sobre esto.

Pero aun cuando su vínculo con los casos de corrupción mermaron parte de su fuerza y le significaron amplia reprobación pública, este economista evangélico sigue en su puesto, moviendo los hilos de la Cámara.

– “Jefe del golpe” –

Si el ‘impeachment’, que ahora va al Senado, aparta de su cargo a Rousseff, el vicepresidente, Michel Temer, asumirá el poder. Y el siguiente en la línea de sucesión es el propio Cunha, un político controvertido que fue aliado del Gobierno y hoy es su peor pesadilla.

“Existen dos jefes del golpe, que actúan en conjunto y de forma premeditada”, dijo por estos días Rousseff en un claro ataque a los dos protagonistas del proceso que persigue su caída. Ambos del partido centrista PMDB, que cuenta con la mayor bancada en las dos cámaras.

Cunha quemó las naves con el Gobierno y el PT al aprobar la petición de ‘impeachment’, pero eso no le valió las gracias de la oposición, que guarda distancias.

Algunos legisladores opositores han pedido que deje su cargo hasta que se aclare su situación legal.

“Si derribo a Dilma, al día siguiente ustedes me derriban a mí”, les dijo a unos políticos opositores en diciembre antes de dar luz verde al proceso de la mandataria, según la prensa brasileña. Y astuto, supo oler el peligro y movió las piezas del ajedrez. La reina quedó en jaque antes que él.

Cunha “era imprevisible porque estaba decidiendo qué estrategia aplicaba para sobrevivir”, dijo a la AFP el analista político Carlos Pereira, de la Fundación Getulio Vargas. “Había ido cayendo en desgracia y su mejor carta era abrir el proceso de ‘impeachment’ porque así desviaría toda la atención hacia allí”, añadió.

– “Orgullo heterosexual” –

El PMDB ha sido aliado del poder desde el fin del régimen militar en Brasil en 1985.

Cunha llegó a la presidencia de la Cámara a inicios de 2015, tras ganarle una pulso a Rousseff, que promovía a un candidato más afín. Y no tardó en desatar la batalla con el Ejecutivo.

Desde su podio, este político dueño de más de 150 dominios de internet con la palabra ‘Jesús’ impulsó proyectos conservadores como la reducción de la edad de responsabilidad penal a 16 años o la celebración de un Día del Orgullo Heterosexual.

Conoce al dedillo los reglamentos y sabe cómo moverse en los pasillos de la Cámara, donde tiene apoyos entre parlamentarios de los lobbies agrícola, evangélico y del bloque que defiende el porte de armas.

Dio sus primeros pasos en política vinculado al tesorero de la campaña del expresidente Fernando Collor, quien renunció en 1992, bajo la presión de un juicio de ‘impeachment’ por corrupción.

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