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Deuda y presupuesto: las batallas entre Trump y el Congreso

Imagen de Donald Trump en un mitin en Phoenix, Arizona, el 22 de agosto de 2017 afp_tickers

El tope de la deuda del gobierno y el presupuesto exponen a la Casa Blanca a riesgos en principio no vinculados pero que generan tensiones con el Congreso y severas amenazas para Estados Unidos.

El techo de la deuda es la cantidad máxima de dinero que con la autorización del Congreso el gobierno federal puede pedir prestado. Desde 1960 fue aumentado 78 veces, generalmente sin problemas, pero esa autorización es a veces objeto de batallas políticas.

El mayor riesgo está en que si el Congreso se niega a aumentar el techo de la deuda, el Estado queda sin dinero para pagar sus deudas y expone al país a un cese de pagos, algo que jamás ocurrió en Estados Unidos.

Técnicamente, el techo de la deuda, que hoy es de 19.900 billones de dólares, ya fue superado en marzo. Sin embargo el departamento del Tesoro encuentra formas de postergar algunos vencimientos y así sigue honrando los pagos más apremiantes.

A fines de julio el secretario del Tesoro Steven Mnuchin dirigió una carta al Congreso en la que puso al 29 de setiembre como fecha límite para aumentar el techo de la deuda antes de que el gobierno se quede sin dinero. La Oficina de Presupuesto del Congreso, en cambio, fijo una fecha a mediados de octubre.

Dos veces en los últimos años, en 2011 y 2013, el mundo financiero se alarmó por un posible default de Estados Unidos debido a las batallas políticas que se libraban en Washington sobre la capacidad de endeudamiento del gobierno.

En 2011, la agencia calificadora S&P rebajó a AA+ la nota de solvencia de Estados Unidos, privando a la mayor potencia del mundo de la mejor nota posible.

Hasta ahora, solo S&P tomó esa determinación pero el miércoles la calificadora Fitch dijo que le quitaría a Estados Unidos la excelente nota AAA si no se aumenta a tiempo el tope de la deuda del gobierno federal.

En 2013 la administración demócrata de Barack Obama llegó a un acuerdo in extremis con la Cámara de Representantes para resolver el problema.

Trump, que entonces no tenía ningún papel político, se había indignado con ese acuerdo y reprochó a su Partido Republicano por haberse plegado al aumento del techo de la deuda.

Ahora Trump es el presidente y ambas Cámaras del Congreso son controladas por los republicanos.

Las discusiones sobre ese tope se “contaminaron” con las del presupuesto, el cual debería ser votado antes del 1 de octubre, cuando comienza el nuevo año fiscal estadounidense.

La oposición demócrata, que es minoría pero puede bloquear la iniciativa, se niega a asignar fondos para construir un muro en la frontera con México. En consecuencia, necesariamente deberá buscarse un acuerdo para evitar una paralización de la administración federal.

Aumentar el tope de la deuda implica naturalmente incrementarla y debido a su incesante crecimiento en las últimas décadas, algunos miembros de la derecha conservadora desean congelarlo o vincularlo a obligatorias reducciones de gastos.

Mnuchin sostiene que no hay que mezclar el tema del tope con el del presupuesto y que ambos asuntos deben ser votados separadamente.

Incluso aunque se llegue a un acuerdo sobre la deuda, un estancamiento de la resolución del presupuesto privaría al gobierno federal de los medios necesarios para funcionar y en los hechos cerraría sus puestas (shutdown), como ya ocurrió seis veces entre 1981 y 2013.

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