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El “diéselgate” reactiva debate sobre coches eléctricos en Alemania

Coche eléctrico Mercedes presentado en feria del atuomovil en Francfort (Alemania), el 15 de septiembre de 2015 afp_tickers

El escándalo de la manipulación de los motores diésel de Volkswagen acentuó la presión sobre el gobierno alemán para impulsar un verdadero programa de desarrollo de coches eléctricos, relegados hasta ahora a las declaraciones de buenas intenciones.

El gobierno tomó la delantera de las críticas.

“El diésel tiene un futuro, pero solamente si la industria (automotriz) demuestra que puede haber un diésel realmente limpio”, declaró la semana pasada la ministra del Medio Ambiente, Barbara Hendricks.

Hendricks constató además la “amarga ironía de que el dinero de las multas enormes que deberá pagar Volkswagen hubiera podido financiar un programa de introducción en el mercado de millones de vehículos eléctricos”.

La ministra recordó que Berlín consagró 1.500 millones de euros en los últimos seis años a la investigación sobre coches eléctricos y prometió estudiar una serie de medidas suplementarias, como incentivos fiscales y subsidios de compra.

El ministro de Economía, Sigmar Gabriel, se dijo “totalmente de acuerdo” con las incitaciones financieras. No dio mayores precisiones al respecto, aunque sugirió imponer cuotas de coches eléctricos en el parque automotor de las administraciones públicas, para “crear demanda”.

Esos proyectos fueron recibidos con entusiasmo por la Asociación Internacional de Automóviles (VDIK), que propone una prima “de por lo menos 5.000 euros” por la compra coches eléctricos, “durante una fase de transición”.

– Una objetivo difícil de alcanzar –

El gobierno prometió en 2009 que en 2020 circularían un millón de vehículos eléctricos por las carreteras alemanas. El año pasado reiteró ese objetivo, pero del dicho al hecho hay un trecho cada vez más difícil de salvar: en septiembre de 2015, había en circulación tan solo 19.000 coches de ese tipo en Alemania.

El profesor Stefan Bratzel, director del Centro de Investigación del Automóvil de Bergisch Gladbach (oeste), considera que se trata de un objetivo “sencillamente inalcanzable”.

“Hay mucha euforia, pero ninguna visión de un verdadero modelo económico” para generalizar la locomoción eléctrica, afirma.

El escándalo de Volkswagen abría las puertas a una “concertación real entre fabricantes, proveedores y autoridades”, pero ahora todo puede quedar en una mera “llamarada”, limitada a los subsidios a la compra de vehículos, advierte Bratzel.

El éxito de los coches eléctricos depende de la mejora de “la autonomía de las baterías, de las infraestructura y de los precios”, subraya.

Otro tema de polémica es el de la financiación de los apoyos públicos.

Los Verdes (oposición) exigen una “reestructuración del sistema de impuestos sobre los vehículos”, con mayores gravámenes a los coches de grandes cilindradas, “sumamente contaminantes”. Pero el gobierno parece poco dispuesto a explorar esa vía.

– Estaciones de recarga, carriles de buses… –

Berlín anunció en cambio el 26 de septiembre, una semana después del estallido del “diéselgate”, la instalación antes de 2018 de 400 estaciones de recarga en las autopistas , así como una serie de “privilegios viales para los coches eléctricos”, como la autorización de circular por carriles de autobús y el aparcamiento gratuito en áreas urbanas.

Pero estas iniciativas están supeditadas a las autorizaciones de los municipios, que “no tienen ningún interés en dejar que los coches particulares, aunque sean eléctricos, creen atascos en los carriles de autobuses”, sostiene Bratzel.

La paciencia de los militantes ecologistas se agota, ante el riesgo de que la generalización del coche eléctrico quede en mera utopía.

“Alemania gasta anualmente 7.000 millones de euros en privilegios” para los coches diésel, sumamente contaminantes, afirma Daniel Moser, director de temas de transportes en Greenpeace Alemania.

Pero la organización de defensa del medio ambiente considera que no habría que transformar todos esos fondos en ayuda al desarrollo de coches eléctricos, sino que hay que apoyar a todo el sistema de transportes urbanos, trátese de tranvías o bicicletas, y no a “más coches individuales en las ciudades”, sean eléctricos o no.

El escándalo Volkswagen estalló con el descubrimiento en Estados Unidos de que la firma había instalado un software de falsificación de los datos de emisiones de sus motores diésel, para superar los test de contaminación, La firma reconoció el mes pasado haber manipulado once millones de vehículos de muchas de sus doce marcas con ese dispositivo fraudulento.

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