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El clan de los Rajapaksa aspira a volver a la presidencia de Sri Lanka

Una cola de personas esperan para votar en Colombo (Sri Lanka) el 16 de noviembre de 2019 afp_tickers

Los esrilanqueses votaron este sábado para elegir al nuevo presidente en una jornada electoral marcada por los incidentes y que podría suponer la vuelta al poder del temido clan de los Rajapaksa, que gobernaron Sri Lanka con mano de hierro durante una década.

Casi cinco años después de la derrota electoral de Mahinda Rajapaksa, su hermano pequeño Gotabaya, de 70 años, aspira a ocupar el poder los próximos cinco años si vence al candidato oficialista Sajith Premadasa.

Casi 16 millones de electores de este país del sureste asiático estaban convocados a las urnas y los resultados se darán a conocer el domingo o incluso el lunes. Según cifras provisionales, la participación rondó el 81%.

Durante la jornada de votación se registraron diversos incidentes.

Hombres armados dispararon contra un convoy de un centenar de autobuses en los que viajaban votantes de la comunidad musulmana en el noroeste de la isla, anunció la policía, que no informó de muertos.

También en una zona tamil al norte de país, la policía vio controles ilegales del ejército que dificultaban el acceso de los electores a las urnas.

En una región de plantaciones de te, a 90 km de Colombo, la capital, hubo peleas entre adeptos de partidos rivales y dos personas fueron trasladadas al hospital por heridas de arma blanca.

– Un clan ávido de poder –

Gotabaya Rajapaksa, un teniente coronel retirado, fue un pilar del gobierno de su hermano Mahinda (2005-2015), a quien la Constitución le impide volver a la presidencia.

Como secretario de Defensa, Gotabaya comandó el ejército esrilanqués que aplastó la rebelión tamil en 2009, en la última ofensiva en la que perdieron la vida 40.000 civiles, según defensores de los derechos humanos.

Este baño de sangre puso fin a 37 años de guerra civil que dejó más de 100.000 muertos y les valió a los Rajapaksa la admiración de la mayoría étnica cingalesa y el odio de la minoría tamil que constituye el 15% de los 21,6 millones de esrilanqueses.

La postura de hombre fuerte adoptada por Gotabaya, que promete combatir la corrupción y el terrorismo islamista en una nación traumatizada por los 269 muertos de los atentados yihadistas del 21 de abril, le han valido el apodo de “Terminator”.

Gotabaya Rajapaksa está acusado de dirigir durante la presidencia de su hermano “escuadrones de la muerte” –algo que siempre ha negado– que secuestraron a decenas de tamiles, opositores políticos o periodistas.

Algunos cuerpos fueron lanzados junto a las carreteras, mientras que otros nunca fueron encontrados.

Su principal rival, Sajith Premadasa, de 52 años e hijo de un presidente asesinado por la guerrilla en 1993, es un responsable político discreto que espera movilizar el voto de las mujeres a las que ha prometido mejorar su higiene menstrual.

– “Escuadrones de la muerte” –

Numerosos musulmanes (10% de la población) están preocupados por su futuro en este país de mayoría budista, particularmente después de los atentados del pasado abril.

Tras el asalto de kamikazes contra iglesias cristianas y hoteles de lujo, centenares de viviendas y comercios musulmanes fueron atacados.

Desde el fin de la guerra civil en 2009, Gotabaya Rajapaksa “contribuyó a abrir un nuevo frente de conflicto, la mayoría cingalesa contra los musulmanes”, dice a la AFP el analista Paikiasothy Saravanamuttu.

La cercanía del clan a China, preocupa a su vecina India y a los occidentales.

Pekín ha prestado miles de millones de dólares a Sri Lanka durante los dos mandatos de Mahinda Rajapaksa para construir grandes proyectos de infraestructuras. Esto torna al país muy dependiente de China.

“Entidades chinas han sido acusadas de fomentar la corrupción y la financiación ilegal para favorecer a candidatos políticos y de incluir cláusulas que violan la soberanía nacional en sus contratos de infraestructuras”, resume Jeff Smith, un investigador de la Heritage Foundation.

Como muestra de la trampa de la deuda, Sri Lanka tuvo que ceder en 2017 por 99 años a China el puerto de Hambantota (sur) ante la imposibilidad de reembolsar un préstamo.

Sin embargo, Jeff Smith espera que Gotabaya Rajapaksa haya “aprendido algunas lecciones de la presidencia de su hermano y sea consciente de los riesgos de socavar la democracia y los derechos humanos y de depender excesivamente de China”.

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