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El descontento en Zimbabue, una amenaza creciente para Mugabe

Un manifestante tira piedras durante una protesta el 6 de julio de 2016 en Bulawayo afp_tickers

Manifestaciones, huelga general y movilización en las redes sociales, además de la crisis económica, tienen en ascuas a Zimbabue, dirigido con mano de hierro por Robert Mugabe desde 1980.

La economía nacional lleva más de una década en crisis. Los bancos carecen de liquidez y el gobierno no pagó en junio a los funcionarios, con la excepción de las fuerzas de seguridad.

Las autoridades han prohibido la importación de productos de primera necesidad como el aceite y la leche en polvo para, teóricamente, favorecer los productos locales. Pero la decisión ha generado malestar en un país afectado por una grave sequía que podría provocar una hambruna.

“La gente comienza a preguntarse quién es la fuente de sus problemas. La ira va en aumento”, afirma Rushweat Mukundu, analista político del Instituto por la Democracia en Zimbabue, con sede en Harare.

“Las acciones espontáneas a las que asistimos podrían intensificarse hasta una revuelta” contra el presidente Mugabe, afirma a la AFP.

Las manifestaciones reflejan la frustración creciente de la población, sofocada a menudo por las fuerzas de seguridad, en un país donde el 90% de las personas en activo carecen de un empleo formal.

El miércoles se celebró una huelga general convocada por los sindicatos, algo muy inusual. Comercios, colegios y tribunales cerraron sus puertas, y los transportes públicos estaban paralizados.

Al comienzo de la semana los conductores del transporte público también protestaron contra la corrupción policial. Las autoridades detuvieron a un centenar de personas.

Días antes, alrededor de 70 personas fueron detenidas en el puesto de Beitbridge (sur), fronterizo con Sudáfrica, cuando denunciaban la prohibición de importar productos básicos.

“Los funcionarios que eran leales al gobierno porque percibían un salario y se aprovechaban de su posición para llenarse los bolsillos ahora forman parte de los descontentos”, constata Rushweat Mukundu.

Incluso la policía y el ejército -esenciales para Mugabe en sus planes de mantenerse en el poder- cobraron con doce días de retraso el sueldo de junio.

Mugabe culpa, como siempre, a las potencias occidentales del retraso del pago de los salarios y lo achaca “a las sanciones” internacionales impuestas por las violaciones de los derechos humanos.

– Mugabe, ¿inamovible? –

Para salir del atolladero, Zimbabue intenta negociar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero los organismos temen que las ayudas fortalezcan al régimen.

Zimbabue abandonó su moneda y adoptó el dólar en 2009 para acabar con la hiperinflación. Ahora se gasta más del 80% de sus ingresos en el pago de los salarios de los funcionarios.

“Hay una incapacidad para resolver la crisis. Sólo se le pondrá fin con reformas políticas y económicas”, estima Ibbo Mandaza, al frente del instituto Southern Africa Political and Economic Series.

“Un golpe militar o cualquier otra forma de intervención es cada vez más probable”, estima Robert Besseling, de EXXAfrica, especializado en asuntos económicos.

Mugabe, héroe de la independencia, ha advertido que se presentará a las presidenciales de 2018. Entonces tendrá 94 años.

En este contexto se ha lanzado un movimiento en las redes sociales, #ThisFlag (#EstaBandera), con gran éxito. Su promotor, el pastor bautista Evan Mawarire, ha colgado un vídeo en el que arremete contra la corrupción y la incuria gubernamental, además de sugerir una nueva huelga general para la semana que viene.

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