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El dinero y la amenaza yihadista motivan el apoyo al Gobierno libio de unión

El líder del Gobierno no reconocido de Trípoli, Jalifa Ghweil, en un acto en la capital libia el 13 de agosto de 2015 afp_tickers

Las dificultades financieras del Gobierno no reconocido de Trípoli y su impotencia ante la expansión yihadista han sido los dos grandes factores que explican su apoyo al Gobierno de unión nacional.

El Gobierno de unión es apoyado por la comunidad internacional, que cuenta con él para relanzar la economía y plantar cara a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), que se hicieron fuertes en una banda costera alrededor de Sirte, ciudad natal del difunto dictador Muamar Gadafi.

“El Gobierno (no reconocido) de Trípoli ha quebrado. Algunos milicianos ya no reciben su paga y otros tienen miedo de verse en la misma situación”, indicó a la AFP bajo anonimato un político cercano al Gobierno de unión. Como las autoridades no reconocidas son “incapaces de pagarles, esos grupos armados prefieren apoyar al Gobierno de unión”, añade. “Sin embargo, sigue habiendo un fuerte riesgo de enfrentamientos violentos, porque esos grupos armados esperan a ver lo que el Gobierno de unión puede darles”, avisa.

El Gobierno de unión llegó hace una semana a Trípoli y se ganó rápidamente el apoyo de las ciudades del oeste y del sur del país, así como de instituciones financieras como el banco central y la Compañía Nacional de Petróleo.

El martes por la noche, el Gobierno no reconocido de Trípoli anunció que cedía el poder al Gobierno de unión. El líder del primero, Jalifa Ghweil, dio no obstante la sorpresa al miércoles al anunciar que se niega a irse, lo que demuestra que el proceso sigue siendo muy complicado.

Desde la caída y muerte de Muamar Gadafi, en 2011, a manos de una turba, Libia está en poder de las milicias. La situación del país, rico en petróleo y miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), empeoró cuando en 2014 se instalaron dos autoridades rivales, la de Trípoli y la reconocida por la comunidad internacional, en Tobruk (este).

Desde el verano de 2014, Trípoli y la mayor parte de las regiones del oeste han estado gestionadas por un poder no reconocido, apoyado por Fajr Libia, una coalición de milicias que aúnan desde islamistas moderados hasta bereberes. Aunque con el apoyo de esas milicias al Gobierno de unión, los expertos vaticinan el fin de dicha coalición.

– Juntos contra el EI –

Fajr Libia se opuso al grupo yihadista EI, que aprovechando las divisiones, se implantó alrededor de Sirte (a 450 kilómetros al este de Trípoli) y trata de expandirse hacia otras ciudades, como Sabratha (a 70 kilómetros al oeste de la capital).

“El apoyo de varias ciudades libias al Gobierno de unión puede explicarse por el miedo al EI (…) la cuestión está en saber si esos apoyos van a durar”, estima Marc Pierini, analista de la fundación Carnegie y exembajador de la Unión Europea en Túnez y Trípoli. “En Libia se teme una intervención occidental, que nadie desea (…) A ningún libio le gustaría ver desembarcar tropas extranjeras”, dijo a la AFP.

La Unión Europea y Estados Unidos, temerosos de la expansión del EI en Libia, a sólo 300 kilómetros de Europa, han apoyado el Gobierno de Fayez al Sarraj, cuya posición sigue siendo frágil.

“Hay que seguir recomponiendo los pedazos, pero sin quemar las etapas”, explica Patrick Haimzadeh, un exdiplomático especialista de Libia.

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