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El Estados Unidos de Trump perdió rol de mediador en conflicto israelo-palestino

Apretón de manos entre el dirigente palestino Yaser Arafat y el primer ministro israelí Yitzahk Rabin, tras la firma de los acuerdos de Oslo bajo el auspicio del presidente Bill Clinton, el 13 de septiembre de 1993 en Washington. afp_tickers

Donald Trump estaría encantado de apadrinar otro apretón de manos israelo-palestino en la Casa Blanca. Pero 25 años después de los Acuerdos de Oslo, Estados Unidos está peor situado que nunca para desempeñar el papel de mediador en ese conflicto.

Para Trump, reunir a los líderes de ambos bandos para firmar un acuerdo de paz como hizo Bill Clinton en 1993 en Washington con Yitzhak Rabin y Yaser Arafat o acoger en Camp David a los líderes de Israel y Egipto, como hizo Jimmy Carter en 1979, parece un sueño lejano.

Durante el gobierno de este presidente republicano, Estados Unidos se ha alejado aún más de ejercer su tradicional rol de mediador en el sempiterno proceso de paz en Medio Oriente.

Trump, un novato en política exterior, prometió al asumir el poder que iba a allanar un acuerdo definitivo entre Israel y los palestinos.

Para ello le encargó a su yerno, el consejero Jared Kushner, que liderara un pequeño grupo para lograrlo. Pero este comité mostró visos de inexperiencia y de ser demasiado cercano a Israel.

“Yo creo que es algo que, francamente, tal vez no es tan difícil como la gente piensa desde hace años”, dijo Trump en mayo de 2017.

Pero más de un año después sus palabras contradicen los hechos.

“Durante toda mi vida, he oído que es el acuerdo más difícil de lograr y estoy comenzando a pensar que tal vez es así”, dijo Trump la semana pasada, aunque agregó que todavía cree que podría lograrlo.

– “Paz por la fuerza” –

También es cierto que desde que Trump asumió, el contexto cambio radicalmente.

Al principio los palestinos le habían dado a Trump el beneficio de la duda. Pero a finales del año pasado congelaron todos los contactos con Washington después de que Trump reconoció a Jerusalén como la capital de Israel.

Esta posición representó una ruptura con las decenas de años de consenso internacional de que el estatuto de esta ciudad santa debería ser dirimido en la negociación.

Desde entonces el gobierno estadounidense ha multiplicado las medidas de gran envergadura para castigar a los líderes palestinos y torcerles el brazo para que acepten negociar con Israel.

La ayuda bilateral quedó casi borrada y el lunes, Washington ordenó cerrar la misión de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en la capital estadounidense, 25 años después de que Arafat fuera recibido con honores en la Casa Blanca.

Trump dice que quiere lograr la “paz por la fuerza”. ¿Pero, es posible esta doctrina?”.

Las autoridades estadounidenses “creen que los palestinos pueden ser convencidos de que perdieron y que tienen que aceptar cualquier tipo de arreglo, quizás una forma limitada de autonomía con alguna ayuda económica”, explicó Michele Dunne, investigadora del Carnegie Endowment for International Peace.

Según Dunne, los estadounidenses parecen estar tratando de sacar los temas más espinosos de la mesa: el estatuto de Jerusalén, el derecho al retorno de los palestinos y el acceso mismo a un Estado palestino.

“Pero estos temas siguen siendo muy relevantes para los palestinos y para otros árabes y musulmanes”, indicó Dunne, agregando que “parece poco probable que los palestinos acepten”.

– Un misterioso plan de paz –

La Autoridad Palestina ha negado a Trump el rol de mediador en Medio Oriente, un espacio que Estados Unidos ostentaba desde hace décadas.

Para Aaron David Miller, un antiguo negociador tanto para gobiernos demócratas como para republicanos en Medio Oriente, dijo que Washington nunca ha sido realmente un “corredor imparcial” en el tema.

“Nuestra relación con Israel siempre lo ha impedido”, explicó a la AFP. “Yo nunca había visto a un gobierno que apoye a Israel de una forma tan flagrante y que al mismo tiempo sea hostil hacia el bando palestino”, resumió.

El asunto llegó a un punto tal que este campo minado ha impedido que el equipo de Kushner encuentre el momento para presentar su misterioso plan de paz, cuya presentación ha sido aplazada desde hace meses.

Pero la Casa Blanca insiste que el plan todavía no ha sido abandonado.

“Este es un proyecto extraordinariamente ambicioso que el gobierno ha emprendido”, dijo este lunes el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton.

Para Miller, salvo que haya sorpresas con una hoja de ruta que incluya un Estado palestino con Jerusalén Este como capital, “el resultado más probable será un ‘no’ de los palestinos”.

Este tipo de respuesta podría incluso ser el objetivo que busca la Casa Blanca, dijo Dunne, que planteó que esto podría ser usado para “utilizar el inevitable rechazo de los palestinos como una justificación para nuevos cambios en la política estadounidense con respecto a la presencia israelí en Cisjordania”

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