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El Gobierno de unión libio pierde impulso tres meses después de su instauración

El primer ministro del Gobierno de unión nacional libio, Fayez al Sarraj, el 22 de marzo de 2016 en Túnez afp_tickers

Tres meses después de su instauración en Trípoli, el Gobierno de unión nacional libio (GNA) parece incapaz de hacer avanzar sus proyectos, al no haber logrado asentar su autoridad en el conjunto del territorio.

¿Qué ha obtenido el GNA?

El primer ministro y empresario de Trípoli Fayez al Sarraj, llegado por mar a Trípoli el 30 de marzo, se fijó como objetivo reconciliar a los libios estabilizando un país sumido en el caos en el ámbito político, económico y de seguridad.

Las primeras semanas fueron alentadoras al unir a las principales instituciones económicas, así como a las ciudades y a los grupos armados del oeste de Libia. También recibió el apoyo de la ONU, de los países vecinos y de Europa.

Sarraj “se reúne con los actores políticos de toda índole” y “facilita un acercamiento” entre las instituciones rivales, como los dos bancos centrales y las dos ramas de la compañía nacional de petróleo (NOC), “la espina dorsal de la economía libia”, señaló Karima Munir, especialista independiente sobre Libia.

Además ordenó a los ministros designados gestionar los asuntos en curso pese a los pocos recursos disponibles y sin esperar al voto de confianza necesario del Parlamento en Tobruk (este).

Su iniciativa más destacable es el lanzamiento, el 12 de mayo, de la operación militar para recuperar la ciudad de Sirte, a 450 kilómetros al este de Trípoli, en manos de los yihadistas del Estado Islámico (EI), que enseguida quedaron cercados.

¿Cuáles son sus fracasos?

En el plano político, el GNA no logró el respaldo de las autoridades paralelas basadas en Cirenaica, la gran región del este, leales al controvertido general Jalifa Hafta, que se niegan a ceder el poder.

“La división entre el este y el oeste se acrecienta”, explicó Karima Munir. “Al llegar a Trípoli, Sarraj debió (…) continuar presionando al Parlamento para arrancarle el voto” de confianza, según ella.

Para muchos libios, la situación de seguridad ha empeorado con la ausencia de las fuerzas del orden en las calles mientras que proliferan las armas.

En el aspecto económico la situación no es mejor. Los precios de las mercancías de base siguen en aumento mientras que el dinar libio se desploma.

“La crisis de liquidez (…) muestra la incapacidad del GNA de controlar la economía”, indicó a la AFP el experto Mattia Toaldo, del grupo de reflexión European Council on Foreign Relations.

¿Cuál es el futuro del GNA?

En una entrevista para la AFP, Sarraj reconoció este domingo que no tenía una “varita mágica” para “sacar a Libia de estas crisis”. “Confío en que superaremos esta prueba, pero si un día pierdo esta fe, no me quedaré ni un minuto”, advirtió.

El patriotismo y la buena voluntad del GNA no bastarán si su legitimidad política no consigue dentro de poco la consolidación en el Parlamento.

Y sus esfuerzos serán en vano si la seguridad no mejora, con las milicias aún presentes y dictando la ley. “Sarraj sostiene una espada de doble filo: necesita [a las milicias] para garantizar la seguridad cuando son la causa misma de la inseguridad”, aseguró Munir.

La eliminación de un enemigo común en Sirte sería un éxito pero le dejaría expuesto al este y al oeste a posibles enfrentamientos si no emerge una solución política.

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