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El nuevo gobierno libanés celebra su primera reunión en un país en plena crisis

El presidente libanés, Michel Aoun (c), encabeza la primera reunión del gabinete de ministros del gobierno de Hassan Diab's (3º izq) el 22 de enero de 2020 en Baabda afp_tickers

El nuevo gobierno libanés celebra el miércoles su primer consejo de ministros, un día después de su formación y de una noche marcada por la violencia en las calles del país, sacudido por unas protestas incombustibles y por una gravísima crisis económica.

El primer ministro, Hassan Diab, un profesor universitario de 61 años que prometió responder a las reivindicaciones de la calle nombrando un gobierno de “tecnócratas independientes”, presidirá este consejo de ministros.

“El gobierno de la última oportunidad”, titulaba el miércoles el diario Al-Ajbar, cercano ideológicamente al movimiento chiita Hezbolá, columna vertebral de este gobierno.

El miércoles, la calma parecía haber retornado a Beirut, pero en Trípoli, la gran ciudad del norte del país, las escuelas seguían cerradas el miércoles después de una noche de disturbios, comprobó una periodista de la AFP.

Cuando se anunció el gobierno el martes, en las principales ciudades del país los manifestantes incendiaron neumáticos y bloquearon carreteras para expresar su descontento.

Los ministros, aunque sean expertos y tengan la etiqueta de “tecnócratas”, siguen siendo gente vinculada a la actual clase política, según los manifestantes, que piden justamente unos dirigentes que no estén asociados a una élite de poder que consideran ineficaz y corrupta.

– ¿Gestión del caos? –

En Trípoli, donde las manifestaciones han sido especialmente activas desde el inicio de estas protestas, el 17 de octubre, los manifestantes rompieron las ventanas de dos bancos. En Beirut, varios centenares de personas se congregaron el martes por la noche en una calle que lleva al parlamento, frente a una barrera policial. Intentaron atravesarla, lanzaron piedras y petardos contra las fuerzas del orden, que respondieron con gases lacrimógenos y agua a presión.

En tres meses de protestas, la cólera ciudadana solo ha aumentado. A las reivindicaciones políticas se unen las económicas. En estos últimos meses, la crisis se ha agravado con despidos en masa, drásticas restricciones bancarias y una fuerte depreciación de la libra libanesa frente al dólar.

El nuevo equipo de gobierno tiene ante sí una tarea titánica en un país que se hunde bajo el paso de una deuda que roza los 90.000 millones de dólares (81.000 millones de euros), es decir más del 150% de su Producto Interno Bruto (PIB).

– “Un poco de tiempo” –

“La situación económica forma parte de nuestras prioridades”, dijo el martes el primer ministro, comprometiéndose a aportar “lo antes posible” una solución a los problemas “del sector bancario o del tipo de cambio”.

“Hay que darse un poco de tiempo”, dijo. “Vamos a ser rápidos pero no nos vamos a precipitar”, dijo.

En una economía donde el sistema bancario ocupa un papel fundamental, las autoridades van a tener que hacer frente a una falta de confianza de los ciudadanos frente a las instituciones financieras, que instauraron restricciones importantes en la obtención de efectivo y en las transferencias en dólares al extranjero.

El gobierno se ha formado a partir del Hezbolá proiraní y sus aliados, mayoritarios en el parlamento, principalmente la formación chiita Amal y el partido Corriente Patriótica Libre, fundado por el presidente Michel Aoun.

Los ministros son desconocidos para el gran público, sobre todo académicos.

“Nos oponemos al gobierno de Hassan Diab. No es un equipo de tecnócratas independientes y no responde a las exigencias de la revolución”, dijo el martes por la noche Alaa Khodor, un manifestante en las calles de Trípoli.

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