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El primer ministro palestino eclipsa a Mahmud Abas durante crisis del coronavirus

El primer ministro palestino, Mohamad Shtayyeh, en Ramala, en la Cisjordania ocupada, el 20 de noviembre de 2019 afp_tickers

En Cisjordania, el dinamismo de Mohamad Shtayyeh, que multiplica los análisis profundos en directo, eclipsa en plena crisis del coronavirus a un Mahmud Abas que da escasos discursos y parece cansado.

El primer ministro, de 62 años, presentado por los analistas como uno de los posibles sucesores del presidente Mahmud Abas, de 84 años, líder de la Autoridad Palestina, tomó rápidas medidas para intentar contener la epidemia de COVID-19.

Actualmente se han declarado oficialmente 250 casos, incluido un muerto, en Cisjordania.

Desde que se reportaron los primeros casos confirmados a principios de marzo en Belén, Abas encargó a Shtayyeh la formación de un comité de emergencia con facultades para bloquear a los diferentes ministerios.

El primer ministro anunció así el 5 de marzo el cierre de Belén -en coordinación con Israel que ocupa Cisjordania desde 1967- y declaró el estado de emergencia, con la clausura de escuelas y la prohibición de las actividades y desplazamientos no esenciales.

“Reaccionaron muy rápido y se han tomado realmente en serio la gestión de la crisis”, estima Gerald Rockenschaub, jefe de la oficina palestina de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

– “Nueva generación” –

Mohamad Shtayyeh multiplica las ruedas de prensa y visitas en el terreno mientras que Mahmud Abas brilla por su ausencia.

Desde el 5 de marzo, el presidente ha reducido ampliamente sus apariciones públicas y no se ha dado ninguna razón oficial. Algunos responsables hablan de la necesidad de protegerle de la exposición al virus debido a su edad.

Los rumores sobre su frágil estado de salud llevaron a Saeb Erakat, el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), a tuitear a finales de marzo que la salud del presidente era “excelente”. “Las noticias sobre su entrada en el hospital son nulas, vacías y falsas”, dijo.

Abas rompió su silencio el 3 de abril con un discurso grabado previamente de cuatro minutos, que fue interpretado como un intento de calmar la preocupación sobre su salud. Una hora después, Shtayyeh daba una rueda de prensa de 40 minutos para responder a cuestiones sobre la gestión de la epidemia.

Ambos dirigentes, miembros del Fatah (partido laico, al contrario que el Hamas islamita que controla la Franja de Gaza), representan dos generaciones.

Llegado al poder tras las elecciones de 2005, últimos comicios presidenciales palestinos celebrados hasta la fecha, Mahmud Abas es el sucesor de Yaser Arafat, líder histórico fallecido en 2004.

Si bien la mayoría de los dirigentes palestinos son de la era de Arafat, a Mohamad Shtayyeh se le considera de la nueva guardia.

El primer ministro, que habla inglés con fluidez a diferencia de Abas, tiene un doctorado en desarrollo económico de la Universidad británica de Sussex.

“Es dinámico, es joven, tiene energía”, estima el analista palestino Nur Odeh. “Todo el mundo agradece muchísimo que esto (la epidemia de COVID-19) suceda bajo este gobierno”.

Una nueva generación, como la ministra de Salud Mai al Kaila, que cuenta con un doctorado en salud pública, está “haciéndose cargo de la situación y probando su excelente trabajo”, agrega Odeh, que cita por ejemplo las barreras palestinas erigidas en Cisjordania para evitar la propagación del virus.

– “Posible sucesor” –

Según un sondeo de esta semana, un 96% de los palestinos de Cisjordania confía en el gobierno para gestionar la crisis. Y la creciente popularidad de Shtayyeh alimenta el debate sobre la sucesión de Mahmud Abas.

“Es la primera vez que Shtayyeh obtiene un gran apoyo entre el pueblo palestino como un posible sucesor”, estima Ofer Zalzberg, analista del grupo de reflexión International Crisis Group. “Pero la crisis no ha terminado y si las cosas van a peor, podría sufrir un revés”.

Los palestinos pidieron una ayuda internacional de 137 millones de dólares ante la epidemia, pero podría desaparecer pues los países occidentales sufren duras consecuencias financieras debido a la pandemia, señalan los analistas.

El gobierno palestino tendría así dificultades para pagar los salarios de sus empleados el próximo mes, mientras que decenas de miles de palestinos que trabajan en Israel permanecen confinados en sus casas sin percibir ningún ingreso.

El avance del virus y sus consecuencias financieras podrían cambiar la imagen de Shtayyeh. Pero “por ahora se ha ganado los elogios y se beneficia de ello”, concluye Odeh.

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