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El referéndum kurdo, un proyecto de Masud Barzani

El presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, asiste a un acto en Washington, el 6 de mayo de 2015 afp_tickers

Con el referéndum que ha organizado, el presidente del Kurdisán iraquí, Masud Barzani, le echa un pulso a Bagdad con la intención, según sus partidarios, de alcanzar un Estado propio, si bien sus detractores aseguran que lo que en realidad pretende es mantenerse en el poder.

En su afán por erguirse campeón de la causa de su comunidad, este kurdo de 71 años, reservado y siempre vestido con la indumentaria tradicional, no ha dudado en ir a contracorriente de la clase política.

Ante la inminencia del referéndum, ha repetido sin cesar que no tenía “otra elección”, frente a “un Estado religioso y confesional”, que la del separatismo para preservar los derechos de los kurdos, duramente reprimidos por el régimen de Sadam Husein, derrocado en 2003 durante la invasión estadounidense de Irak.

A falta de un “socio” en Bagdad, “hemos tenido que organizar este referéndum”, lamentó el primer -y único hasta la fecha- presidente kurdo, hijo del jefe histórico de los kurdos, Mustafá Barzani, y líder del Partido Democrático del Kurdistán (PDK) desde la muerte de su padre, en 1979.

Elegido en 2005 por votación indirecta, Barzani fue renovado en el cargo en 2009 con casi el 70% de los votos en las primeras elecciones por sufragio universal, obteniendo un mandato de cuatro años.

Cuando ese periodo expiró, el Parlamento prorrogó su presidencia dos años más. Y luego, ante el avance fulgurante de los yihadistas en 2014, Barzani se mantuvo en el puesto.

En la actualidad, sus detractores lo acusan de servirse de este referéndum para tratar de mantenerse en el poder.

Para los kurdos, un Estado independiente a caballo entre Irak, Irán, Siria y Turquía es un sueño que ni se cuestiona. Pero aún así, muchos opinan que el calendario elegido para la votación sobre la independencia no es el adecuado.

– Guerrillero en su juventud –

La fecha fue fijada “de manera intencionada”, subrayó la investigadora Denise Natali, del Instituto de Estudios Nacionales Estratégicos (INSS, por sus siglas en inglés). El referéndum coincidirá con un momento en el que “Masud Barzani se enfrenta a importantes crisis internas y necesita que su estatus de líder nacionalista sea avalado”.

“Desde todas partes se le pide que organice las elecciones a la presidencia de la autoridad autónoma y, sobre todo, que no se presente”, agregó Karim Pakzad, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).

La división suscitada por este referéndum entre Erbil, bastión pro-Barzani, y Suleimaniya, provincia vecina donde sus rivales son más fuertes, ilustra una brecha que durante un tiempo se dejó de lado para dar prioridad a la lucha contra los yihadistas.

Y, sin embargo, estas divisiones han impedido que el Parlamento se reúna en los últimos dos años. Con su campaña “No al referéndum”, los opositores de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), del expresidente iraquí Jalal Talabani, de Goran y de la Jamaa Islamiya han mostrado su fuerza.

Esta consulta “puede desbloquear la crisis política interna en el Kurdistán, o al menos beneficiar a Masud Barzani frente a los contestatarios, principalmente Goran, influyente en la juventud kurda”, explicó Pakzad a la AFP.

Con todo, la lucha antiyihadista va tocando fin, una batalla que a Barzani le ha servido para destacar el papel de los combatientes kurdos, los peshmergas, cuya vestimenta adoptó el otrora guerrillero, que pasó su juventud combatiendo a los sucesivos regímenes de Bagdad desde las montañas.

Tras tres años de combates, los peshmergas han conquistado terrenos en el norte de Irak, en las inmediaciones de Mosul y en la provincia petrolera de Kirkuk.

El Kurdistán no tiene previsto renunciar a esos territorios una vez terminada la batalla, incluso aunque no estén dentro de las fronteras oficiales del Kurdistán iraquí. Una actitud que podría provocar tensiones con Bagdad.

Además, el apoyo de Barzani a los peshmergas no es baladí, pues el presidente defiende una independencia del Kurdistán en caso de que estalle una “guerra civil” en Irak, tal y como temen los jefes de las unidades paramilitares. En ese caso, la región, que ya goza de una casi autonomía desde 1991, podría contar con un núcleo para unas fuerzas armadas propias.

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