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En la batalla por Jerusalén, Israel amenaza de expulsión a otra familia palestina

La mujer palestina Fahamiya Shamasneh, de 75 años de edad, en su casa familiar en el barrio de Sheij Jarrah, en Jerusalén Este, el 1 de agosto de 2017 afp_tickers

Fahmiyeh Shamasneh no quiere irse. A sus 75 años, ¿adónde iría con su familia? Las autoridades israelíes les dieron hasta el miércoles para dejar la casa en la que viven desde hace más de 50 años en Jerusalén Este.

“No podemos irnos así, cuando hemos pasado 53 años en este lugar. Es toda una vida. Era joven cuando llegué a esta casa”, lamenta esta mujer palestina.

Si los Shamasneh no obedecen la orden, pueden ser expulsados por la fuerza.

Para los que los respaldan, no cabe ninguna duda de que esta familia palestina tendrá que ceder el lugar a colonos judíos, un ejemplo de la judaización de Jerusalén Este, parte palestina anexada por el ejército israelí tras la guerra de los Seis Días, o guerra de Junio de 1967.

La comunidad internacional no reconoce esta anexión y considera la colonización de los territorios ocupados, ilegal a los ojos del derecho internacional, como un obstáculo a la paz.

El devenir de Fahmiyeh Shamasneh, de su marido enfermo de 84 años, y de su hijo y su familia, que comparten todos la misma vivienda de 50 m2 en el barrio de Sheij Jarrah es una de las innumerables facetas humanas de la batalla por Jerusalén, la ciudad tres veces santa en el centro del conflicto israel-palestino.

– Herencia de 1948 –

Tel Aviv proclama a toda Jerusalén como su capital. Los palestinos por su parte quieren establecer allí la capital del Estado al que aspiran.

Los Shamasneh se instalaron allí en 1964. La casa pertenecía antes de 1948 a una familia judía. Esta familia, como otras miles, huyó cuando los jordanos tomaron Jerusalén Este en la primera guerra árabo-israelí que, al mismo tiempo y en otras partes, echaba a las carreteras a centenares miles de palestinos.

Con la conquista de Jerusalén Este por Israel, los Shamasneh y otros palestinos inquilinos en la misma situación pasaron a depender de la autoridad de un organismo israelí.

Desde 2009, este organismo se esfuerza para expulsarlos, con el acuerdo de los herederos de los expropietarios judíos y la ayuda de un abogado conocido por sus relaciones con las organizaciones de colonos, según la organización israelí de izquierda Paz Ahora.

Una ley israelí permite a los judíos recuperar propiedades en Jerusalén Este si justifican sus derechos sobre esos bienes desde antes de 1948. Esta ley no tiene un equivalente para los palestinos que dejaron sus tierras.

En 2013, los jueces israelíes zanjaron que los Shamasneh tenían que irse, declarando que no poseían el estatuto de inquilinos protegidos.

Las autoridades acaban de notificarles que tienen hasta el miércoles para hacer sus maletas. Si no lo hacen deberán pagar el precio de su expulsión forzada, entre 60.000 a 70.000 shekels (de 14.000 a 15.000 euros), indica Fahmiyeh Shamasneh.

“No partiremos por las buenas. Quizás lo hagamos si usan la fuerza, si nos arrastran o si nos tiran a la calle. Pero cerrar la puerta y decirles ‘aquí están las llaves’, es imposible”, dice.

– “Sólo cuestión de tiempo” –

Su expulsión sería la primera en el barrio desde 2009, asegura Ir Amim, otra organización israelí que los apoya. Luego de años sin expulsiones, esta coincidiría con la promoción de cuatro proyectos de colonización en el barrio, según ella.

Los detractores de la colonización subrayan que, en Jerusalén, ésta no se limita únicamente a la construcción de edificios en la periferia.

Denuncian las implantaciones, a pesar de las tensiones que provocan, en el corazón de barrios palestinos, que se hacen recurriendo a las leyes sobre los bienes de los ausentes o por la compra de propiedades a los palestinos, inclusive por intermedio de testaferros o de empresas fantasma.

Según Paz Ahora, los herederos de la casa en donde viven los Shamasneh vendieron sus bienes a una empresa establecida en Estados Unidos, un dispositivo habitual para enredar las pistas.

En 1967 los judíos eran sólo unos centenares en Jerusalén Este. Pasaron a ser 195.000 de una población total de 450.000 personas.

Arye King, portavoz de los abogados de la colonización en Jerusalén, objeta que la casa “no cambia de manos. Pertenece a judíos desde hace 90 años y regresa a sus propietarios”.

Y concede que esta anunciada expulsión forma parte de un movimiento más amplio. “Este barrio vuelve a ser un barrio judío. Se hace lentamente, pero gracias a Dios, logramos traer a judíos nuevamente allí de donde huyeron cuando las legiones jordanas bombardearon sus casas”.

“Es sólo cuestión de tiempo”, asegura.

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