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Erdogan, paladín de la unión nacional desde la intentona golpista

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se dirige a la muchedumbre congregada en el complejo presidencial en protesta por la intentona golpista, en Ankara, el 10 de agosto de 2016 afp_tickers

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se esmera en encarnar la unión nacional desde el golpe de Estado fallido del pasado julio, echando mano del eslogan político: “Una nación, una bandera, una patria, un Estado”.

Antes de la intentona golpista del 15 de julio era difícil hablar de unión nacional con la oposición, inmersa en una guerra verbal con el poder. El país estaba polarizado por la retórica de Erdogan y por el conflicto en el sudeste del país con los separatistas kurdos.

Esta unión nacional pareció esbozarse en la concentración multitudinaria del domingo pasado en Estambul, a la que asistieron dirigentes de la oposición, unidos en la defensa “de la democracia”. Pero sin rastro del partido prokurdo.

El interrogante ahora es si Erdogan aprovechará esta unidad para cicatrizar las heridas de una nación dividida y lograr la reforma constitucional impulsada por él para cincelar el país a su medida.

– El partido prokurdo ausente –

“El ambiente en el país es de nerviosismo y morosidad, pero también de unión detrás de Erdogan”, comentó a la AFP Soner Cagaptay, del Washington Institute. “En esta fase Erdogan puede desempeñar un papel de aglutinador”.

Según este analista, la unidad surgió por el carácter histórico de la noche del golpe de Estado frustrado, en el que cazas pilotados por militares insurrectos bombardearon varios blancos, como el Parlamento. Ankara acusa al predicador exiliado en Estados Unidos Fethullah Gülen de ser el instigador, él lo niega.

“El complot es probablemente el suceso político más traumatizante en Turquía desde la caída del imperio otomano”, estimó Cagaptay, quien afirma que Ankara no ha sufrido un ataque militar semejante desde la invasión de los turco-mongoles en 1402.

Ozgur Unluhisarcikli, director de la oficina del German Marshall Fund en Ankara, asegura que la ira de los turcos hacia los autores de la intentona golpista ha sido clave en el apoyo a la purga posterior impuesta por el régimen, amparado en el estado de emergencia.

“Aunque muchos temen que el presidente Erdogan utilice el golpe de Estado fallido para (…) construir un régimen autoritario, esta ira ha unido a la población en el apoyo a las medidas gubernamentales”, estima.

En señal de una voluntad de reconciliación, el presidente ha abandonado los procesamientos por difamación contra personalidades de la oposición, incluido el jefe del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata) Kemal Kilicdaroglu, que lo había tildado de “dictador de pacotilla”.

Erdogan invitó a Kilicdaroglu y al jefe de fila de los nacionalistas, Devlet Bahceli, a su palacio presidencial para reuniones impensables hace apenas unas semanas. En ellas brilló por su ausencia un hombre: Selahattin Demirtas, copresidente del Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP), prokurdo.

Demirtas tampoco participó en la marcha de Estambul, pese a haber condenado el golpe de Estado malogrado. El Gobierno lo acusa de vínculos con los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en lucha armada contra el Estado turco.

El año pasado se rompió una tregua de dos años y medio y no se entrevé una vuelta a las negociaciones de paz para poner fin a un conflicto de más de 30 años.

“Erdogan desempeñará un papel de aglutinador, excluyendo al HDP y a los nacionalistas kurdos. Su actitud respecto al HDP no cambiará a no ser que el PKK sufra una derrota”, estimó Cagaptay.

– Unidad frágil –

El dirigente turco se enfrenta al enorme desafío de mantener la unión a largo plazo porque parece querer mantenerse en el poder hasta 2024 con el fin de llevar a cabo sus proyectos para “una nueva Turquía”, que abarcan desde líneas ferroviarias de alta velocidad a un canal en Estambul como el de Panamá.

Su principal proyecto político es la enmienda de la Constitución para crear un sistema presidencial que reforzaría su cargo de jefe del Estado, algo que era poco probable antes del pasado 15 de julio.

Un directivo del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en el poder), Abdulhamit Gul, anunció que esta misma semana se entablarán negociaciones con la oposición para una nueva Carta Magna.

“Es una unidad frágil que se romperá -según Unluhisarcikli- cuando el presidente Erdogan intente usarlo para sus propios fines”.

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