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Hielo para aliviar a los combatientes iraquíes de Tal Afar

Unos iraquíes descargan hielo de un camión en Tal Abtah, una zona desértica al sur de Tal Afar, escenario de combates contra el grupo yihadista Estado Islámico, el 25 de agosto de 2017 afp_tickers

A bordo de blindados que avanzan en medio de una nube de polvo, los combatientes iraquíes esperan impacientes al camión que los sigue desde hace meses cargado con bloques de hielo, un tesoro cuando el termómetro puede llegar a rondar los 50 grados centígrados.

En Tal Abtah, una localidad en pleno desierto al sur de Tal Afar, se libran combates encarnizados para expulsar a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) de uno de sus últimos bastiones en Irak.

En medio del barullo, llama la atención el zumbido de los generadores que funcionan a toda máquina.

Entre las casas, un pequeño grupo de hombres con camisetas negras o de estampado militar se acercan a un camión.

En la parte trasera del vehículo, uno de ellos llena con una manguera ocho enormes moldes rectangulares que introduce luego en una enorme cuba llena de agua la cual, mediante una reacción endotérmina de cinco o seis horas, se acaba convirtiendo en hielo.

Una vez refrigerados los tubos, salen bloques de hielo que cargan en camiones frigoríficos con destino al frente.

Hamid Sallal montó su pequeña fábrica móvil para refrescar a los hombres de la brigada “Ali al Akbar”, integrante del Hashd, las unidades paramilitares iraquíes de “movilización popular”.

El Hashd cuenta con gran apoyo popular desde que se formó en 2014 a petición del gran ayatolá Alí al Sistani, la principal autoridad chiita del país.

Cientos de vehículos les llevan a diario equipamiento y comida preparada en su mayoría por familias en el sur del país, donde se encuentran las ciudades santas chiitas.

– “Agua para avanzar” –

“Hemos montado esta fábrica solos, con nuestros propios medios”, afirmó a la AFP Hamid Sallal, con uniforme militar.

Empezó trayendo agua potable a los combatientes de la guerrilla de Mosul, la segunda ciudad de Irak, a 70 kilómetros al este de Tal Afar, arrebatada en julio al EI.

Pero, con la llegada del verano, el calor hizo que las cisternas de agua empezaran a hervir y los obligó a cambiar de método. “Necesitábamos hielo, pero cuesta muy caro”, explica este iraquí.

Varios hombres se unieron al equipo y ahora suministran a diario 288 bloques de hielo para cubrir las necesidades de agua fresca de todos los combatientes de su brigada.

Cada día son 13.000 litros de agua traídos en cisterna o en palés con botellas cargados en camiones, que transforman en hielo.

Uno de los nuevos integrantes es Ziad Abdel Wahid, un funcionario de 33 años que pidió una excedencia laboral en su ministerio para combatir en el Hashd, hasta que una herida le impidió luchar en el frente.

“Ocupándome de logística, puedo seguir cerca del frente”, dice. Dos veces al día (al alba y al anochecer) carga camionetas que partirán al norte, hacia al Ayadieh, la última localidad en la que siguen los combates.

Está apurado. Los combatientes no esperan. “Necesitan agua y hielo si quieren avanzar y combatir”, lanza su camarada Aref Ahmed.

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