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Indignación y advertencias tras la ejecución de un líder chiita saudí

Unas bareiníes muestran retratos del destacado clérigo chiita Nimr Al Nimr durante una protesta en repulasa por su ejecución el 3 de enero de 2015 en Jidhafs, al oeste de Manama afp_tickers

La ejecución de un dirigente chiita en Arabia Saudí intensificó este domingo las tensiones en Oriente Medio, en particular en Irán, donde unos manifestantes indignados atacaron la embajada saudí y el poder advirtió a la dinastía Al Saud de una “venganza divina”.

El ajusticiamiento del clérigo Nimr Baqer Al Nimr, figura de la oposición al régimen de Riad, provocó la ira de las comunidades chiitas de Arabia Saudí, Líbano, Baréin, Yemen e Irak.

La ONU, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) mostraron también su preocupación y temen una intensificación de las tensiones entre chiitas y sunitas en la región, manifiestas en el conflicto sirio y en la guerra de Yemen.

El líder chiita, de 56 años, fue ejecutado el sábado junto a otras 46 personas, entre ellas un chadiano y un egipcio, condenadas por “terrorismo”. La mayoría eran yihadistas del grupo Al Qaida.

“Sin ninguna duda, la sangre injustamente derramada de este mártir tendrá sus consecuencias y la mano divina lo vengará de los dirigentes saudíes”, advirtió este domingo el guía supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei.

Horas antes, en la noche del sábado, cientos de personas encolerizadas atacaron con cócteles molotov y entraron en la embajada de Arabia Saudí en Teherán. “El fuego destruyó el interior de la embajada”, declaró a la AFP un testigo. El consulado saudí en Mashhad (noreste) también fue atacado.

El fiscal de Teherán anunció la detención de 40 manifestantes, afirmando que la investigación continuaba “para identificar a los otros responsables del incidente”. Otras cuatro personas fueron detenidas en Mashhad.

– Manifestaciones en Teherán –

El presidente iraní, Hasan Rohani, denunció la ejecución del clérigo, pero calificó de “injustificables” los ataques contra las representaciones saudíes.

Más de un millón de personas se manifestaron el domingo en dos lugares diferentes de Teherán en protesta contra la ejecución del líder chiita saudí, sin causar incidentes.

Una concentración tuvo lugar cerca de la embajada de Arabia Saudí, pese a la prohibición del Gobierno para evitar nuevos altercados.

Antes de ser dispersados por la policía antidisturbios, los manifestantes gritaron “¡muerte a Al Saud!”, del nombre de la familia reinante en Riad, y quemaron banderas estadounidenses e israelíes.

– “Crimen abominable” –

Si la indignación y la ira son especialmente fuertes en Irán, país musulmán de mayoría chiita (90%) y gran rival de la sunita Arabia Saudí, los chiitas se manifestaron igualmente en el reino saudí, en Baréin y en Irak, en la ciudad santa chiita de Kerbala (centro).

El ayatolá Ali Al Sistani, la más alta autoridad chiita en Irak, calificó de “agresión” el “derramamiento de sangre pura” de los ejecutados. El primer ministro, Haider Al Abadi, expresó una “enorme conmoción” y advirtió del potencial desestabilizador que conlleva la ejecución de Al Nimr.

En Líbano, el líder del movimiento chiita Hezbolá, Hasán Nasralá, condenó el “terrorismo” y el “despotismo” de Arabia Saudí. Esta ejecución “revela la verdadera cara de Arabia Saudí, la cara despótica, criminal y terrorista”, dijo Nasralá en un discurso retransmitido por la cadena de televisión de Hezbolá, Al Manar.

En Baréin, este domingo estallaron violentos choques entre policías y manifestantes chiitas, según unos testigos. La policía disparó gases lacrimógenos y perdigones contra los manifestantes que lanzaron cócteles molotov en varios puntos de la periferia chiitas de Manama, añadieron los testigos, que indican que hay heridos.

– Evitar la escalada –

Mohamed Al Nimr, hermano del líder ejecutado, ya advirtió de que esta ejecución “provocará la ira de los jóvenes” chiitas en Arabia Saudí.

El clérigo Al Nimr fue condenado a muerte en octubre de 2014 por “terrorismo”, “sedición”, “desobediencia al soberano” y “tenencia de armas” por un tribunal de Riad, tras un “juicio injusto”, según Amnistía Internacional.

Más allá de Oriente Medio, su ejecución preocupa a Estados Unidos, tradicional apoyo de Arabia Saudí, que teme que las “tensiones comunitarias” en este país “se acentúen en un momento en el que urge apaciguarlas”.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, pidió “calma y moderación”.

Por su parte, Francia instó a los dirigentes de Oriente Medio a “hacer todo lo posible para evitar la exacerbación de las tensiones sectarias y religiosas”.

La titular de la diplomacia europea, Federica Mogherini, mantuvo por su parte una entrevista con el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohamed Javad Zarif. “La seguridad y la estabilidad del conjunto de la región (…) están en juego”, según un comunicado de la UE.

La ejecución de Nimr Al Nimr, que estudió en la ciudad santa de Qom, en Irán, corre efectivamente el riesgo de agravar más la rivalidad entre Teherán y Riad, opuestos en las crisis regionales, como la de Siria y la de Yemen.

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