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Irak le come terreno al EI pero no consigue proteger Bagdad

Unas velas encendidas en el lugar donde un ataque suicida acabó con la vida de más de 200 personas, en el barrio de Karrada, en Bagdad, el 5 de julio de 2016 afp_tickers

Las autoridades iraquíes se han anotado varias victorias en su campaña contra el grupo yihadista Estado Islámico, pero siguen sin poder impedir los atentados en pleno corazón de Bagdad, para mayor irritación de la población.

Los bagdadíes manifestaron de nuevo su cólera después del atentado que el domingo se saldó con la muerte de al menos a 213 personas en una concurrida calle de Karrada, un barrio de mayoría chií.

“La mayor parte del tiempo, el Gobierno iraquí apenas puede controlar la seguridad”, constata Patrick Skinner, un exoficial de la CIA que trabaja ahora para el instituto Soufan Group. “Eso está ahora claro y por desgracia es de prever que haya más atentados”, según él.

Los atentados con coche bomba efectuados por suicidas son extremadamente difíciles de prevenir en una ciudad tan densamente poblada como Bagdad, donde a diario entran miles de vehículos.

El primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, fue blanco de todo tipo de críticas, y trató de responder a ellas con al anuncio de una serie de medidas.

Concretamente, ordenó la retirada de los detectores de explosivos, considerados totalmente ineficaces. Este material se lo vendió a Irak un empresario británico, James McCormick, condenado en 2013 en su país a diez años de prisión por fraude.

Sin embargo, en el centro de Bagdad, el lunes podía verse a policías y soldados utilizando los detectores en los retenes. Según dijeron, no habían recibido todavía la orden de deshacerse de ellos.

– Regreso a los atentados con coche bomba –

Al Abadi ordenó en paralelo al Ministerio del Interior acelerar el despliegue de un dispositivo para controlar más eficazmente los vehículos en todas las entradas de la capital.

Igualmente ha prohibido que el personal de seguridad use el teléfono móvil en horas de servicio, para que no se distraiga, aunque la medida se anuncia difícil de aplicar. E incluso si se aplicaran plenamente esas directrices, no permitirían disuadir del todo a unos yihadistas bien informados y dispuestos a morir.

“Preveo un regreso de los atentados con coche bomba y artefactos explosivos”, señala Aymen Al Tamimi, investigador y especialista de movimientos yihadistas en el Middle East Forum.

Al Tamimi hace una comparativa con la situación vivida en 2009, cuando el predecesor del EI, el Estado Islámico en Irak, se dedicó a atentar contra edificios gubernamentales en Bagdad “mientras sufría reveses” en el terreno.

En los últimos meses, se ha incrementado la presión sobre el EI, que ha perdido buena parte de los territorios conquistados en Irak en su ofensiva fulgurante de 2014.

Las fuerzas iraquíes, apoyadas por los bombardeos aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, han reconquistado últimamente Tikrit, Ramadi y Faluya. Con esto, a los yihadistas sólo les queda Mosul (norte).

En este contexto, el atentado del domingo demuestra que el EI “se está convirtiendo de nuevo en un grupo terrorista”, después de haber intentado crear un protoestado, destaca Skinner. En ese sentido, “lo de Karrada demuestra desgraciadamente lo que podría ocurrir en el futuro”, según él.

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