Italia juzgará en febrero a dos estadounidenses por el asesinato de un carabinero
La justicia italiana fijó este jueves para fines de febrero el juicio contra dos jóvenes estadounidenses acusados de asesinar en julio a un carabinero que los había arrestado tras comprar drogas.
El asesinato del carabinero Mario Cerciello, de 35 años, quien murió de 11 puñaladas, generó indignación en Italia debido a la violencia empleada, algo poco común en el corazón de Roma, donde ocurrió.
La jueza Chiara Gallo citó a juicio el 26 de febrero a Finnegan Elder, de 19 años y Gabriel Natale Hjorth, de 18 años, quienes se encuentran detenidos en una prisión de Roma.
Los dos han sido acusados de homicidio e intento de extorsión, según informaron medios italianos. Según fuentes de la policía, Finnegan Elder confesó haber apuñalado a Cerciello con un cuchillo de combate.
Según los investigadores, los dos adolescentes bebieron cerveza y alcohol, mezclados con ansiolíticos, cuando decidieron robar la mochila del intermediario que los había puesto en contacto con un traficante de cocaína tras darse cuenta de que les había vendido aspirina triturada en lugar de droga.
El camello, según las grabaciones divulgadas, contactó a los jóvenes a través de su móvil robado, los cuales le pidieron el pago de 100 euros y un gramo de cocaína para devolverle sus pertenencias, entre ellos los documentos de identidad.
La cita fue acordada en Prati, un barrio no muy lejos del Vaticano. Sin embargo, el traficante llamó a la policía, según las grabaciones divulgadas por la prensa, contó la historia de la extorsión sin referir el asunto de la droga.
A la cita se presentaron dos agentes vestidos de civil y sin armas y uno de los jóvenes terminó asestándole once cuchilladas a uno de ellos.
Los dos jóvenes sostienen que creyeron que eran amigos del traficante y que se asustaron cuando los vieron.
Sin embargo, el diario italiano La Repubblica reveló el martes el contenido de una conversación de Finnegan Elder en prisión, interceptada por los investigadores, donde cuenta que él y su amigo sabían que Cerciello y su compañero eran “policías” porque se habían identificado y “mostrado sus insignias”, lo que complica aún más la posición judicial de los estadounidenses.
