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Jessica Colotl, símbolo de los emigrantes de Trump

La emigrante mexicana Jessica Colotl posa junto a la estatua de Richard B. Russell, en el Capitolio, Washington, el 27 de abril de 2017 afp_tickers

Por momentos desmoralizada, constantemente ansiosa, pero siempre con el deseo de luchar hasta el final: así se siente Jessica Colotl ante la amenaza de ser deportada de Estados Unidos.

Hace siete años, esta joven mexicana encarnó contra su voluntad un debate nacional sobre el destino de los inmigrantes ilegales atraídos por el “sueño americano”.

Había sido detenida por un delito menor. Después de 37 días de detención y una movilización de universitarios a su favor, la prometedora estudiante había logrado permanecer en el estado de Georgia.

Así se convirtió en la cara de estos emigrantes integrados, llegados de muy jóvenes a Estados Unidos, donde crecieron y pasaron la mayor parte de su vida.

Para ellos, el expresidente demócrata Barack Obama puso en marcha un programa llamado “Daca”, que les permite obtener permisos de residencia y trabajo, habiendo beneficiado a 750.000 jóvenes.

Jessica Colotl obtuvo un diploma, y luego un trabajo de asistente en un bufete de abogados. Se estableció como una cara de ese grupo de anónimos autodenominados “Dreamers” (“soñadores”).

Y entonces… sorpresa! Con un nuevo presidente en la Casa Blanca, Jessica supo a principios de mayo de la repentina revocación de su condición de Daca.

A los 28, está de nuevo en peligro de ser devuelta a un país donde sólo ha vivido de niña.

“Emocionalmente, ha sido como una montaña rusa, entre la frustración, la angustia, la ansiedad, el miedo y la gran confusión porque el presidente Trump había dicho que los Dreamers podían respirar tranquilos”, dice la mujer de pelo negro azabache.

Ella cuenta por teléfono su larga lucha, hoy en pleno vigor, para vivir en paz en los suburbios de Atlanta. La ciudad de Coca-Cola y Martin Luther King.

– ‘Choque cultural’ –

De su región natal de Puebla, conserva recuerdos claros. “México es un país muy católico, la mayoría de nuestras fiestas eran alrededor de la iglesia, nuestra vida siempre ha girado en ese entorno, con una familia unida. Celebrábamos el Día del Niño, que aquí en los Estados Unidos no hay”.

Cruzó la frontera a los 11 años, sin saber inglés.

“Cuando empecé la escuela fue muy difícil por el idioma. Fue un choque cultural. Con el paso del tiempo, fue mucho mejor, me fui familiarizando y aprendiendo poco a poco”, relata.

Jessica se las arregló para entrar en la Universidad de Kennesaw. Siempre había acariciado el sueño de un título.

Pero el 29 de marzo de 2010, a unos meses de los exámenes, fue arrestada por conducir sin licencia. Fue recluida en un centro de detención para extranjeros, donde el único contacto posible con sus allegados era a través de una pantalla de televisión.

“Fue un momento bien difícil en mi vida porque prácticamente ya no tenía ninguna esperanza de quedarme y mi sueño de graduarme de la universidad había quedado atrás”, recuerda. “Las condiciones en el centro de detención eran pésimas, muy malas. Hay muchas personas que se enferman y no tienen un acceso médico adecuado”.

En el exterior, sus compañeros de curso se movilizaron, una acción que se está extendiendo en las asociaciones de estudiantes. Jessica Colotl se convirtió entonces en un símbolo nacional. Los medios de comunicación se apoderaron de su historia.

– Clandestina y… graduada –

Para muchos estadounidenses, ella no es más que una ilegal que se beneficiado indebidamente de un descuento en la matrícula universitaria reservado para los habitantes locales. Para muchos otros, es cualquier cosa menos una delincuente a expulsar.

Desde que fue liberada, la joven está trabajando para probarlo: retomó sus estudios, logró obtener su título, se unió a un bufete de abogados.

Todavía la reconocen por la calle, pero ya no se sentía amenazada. Hasta este fatídico mes de mayo, cuando las autoridades revocaron su condición de Daca y desencadenaron un proceso de expulsión, siempre aludiendo a su infracción pasada.

Donald Trump ha impulsado presupuestos para acelerar las deportaciones de latinos. “Nadie está seguro”, advierte la exestudiante. “Hoy es mi caso, pero mañana le puede pasar a muchos otros”.

Jessica Colotl es apoyada por la organización de defensa de los derechos civiles ACLU y por un sólido equipo de abogados.

“Su Daca fue revocada por un fiscal excesivamente celoso de (la agencia federal de inmigración) ICE que indujo a la administración a creer que Jessica tenía una condena penal. Este no es el caso” , dijo a la AFP su abogado, Charles Kuck.

Una audiencia está programada para el jueves. “La única opción que tengo es seguir luchando hasta el final”, dijo la joven mexicana.

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