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La desesperada búsqueda de familiares a las afueras de Mosul

Una mujer se reúne con dos familiares tras su llegada el 11 de marzo de 2017 al campo de desplazados iraquí de Hamam al Alil, a las afueras de Mosul afp_tickers

Sin separarse de su teléfono, Ahmed avanza por un terreno fangoso cerca de un campo de desplazados. Este habitante del este de Mosul busca a sus tíos, que huyeron del oeste de la ciudad iraquí en plena ofensiva antiyihadista.

“Encontrar a mi familia, lo que siento es indescriptible, sobre todo con todo lo que cuentan los medios de comunicación: los combates, el hambre, la humillación”, declara este joven de 27 años, vestido con un elegante abrigo gris.

Lleva seis meses sin verlos. “Estoy impaciente, vamos a llevarlos a casa”, afirma. Espera desde hace dos horas cerca del campamento de Hamam al Alil, a unos 15 kilómetros de Mosul.

En enero, las fuerzas de seguridad arrebataron a los yihadistas del Estado Islámico (EI) el este de la segunda ciudad de Irak, donde él reside. Ahora intentan reconquistar el oeste, una zona devastada por combates encarnizados. Miles de civiles huyen de ella a diario.

Los cinco puentes sobre el río Tigris que unen el este y el oeste han sufrido destrozos por los bombardeos aéreos o los saqueos del grupo EI.

– Vida en peligro –

De vez en cuando, alguien se acerca a Ahmed para pedirle prestado su teléfono y llamar a parientes.

“Los podíamos llamar sólo una vez por semana. Nos decían que estaban bien. Encender el teléfono hacía peligrar sus vidas”, explica el joven.

A su alrededor hay cientos de civiles sentados en el suelo con la ropa llena de fango junto a sus pocas pertenencias, y niños desabrigados, pese a la lluvia y al frío.

Un camión llega con ayuda alimentaria. Una marea humana se abalanza hacia él. Tienden las manos para intentar atrapar al vuelo los cartones lanzados por los voluntarios, que no han conseguido formar una fila.

En un intento por restablecer la calma, un soldado dispara al cielo con su fusil de asalto. En vano.

Más de 180.000 personas han huido del oeste de Mosul debido a los combates, según el Gobierno iraquí. De ellas, unas 111.000 personas se han refugiado en los 17 campos y centros de acogida y el resto se han alojado en casas de parientes o amigos.

– Sin noticias –

Mohamed Badr Abed vino en busca de la familia de su hermana, a la que se llevará a su aldea, a unos 30 de kilómetros de Mosul.

Hace seis meses que no tiene noticias de ellos, ni siquiera por teléfono.

“Me llamó esta mañana a las siete, me pidió que la viniera a buscar”, añade este empleado de una compañía eléctrica.

“Llevaba seis meses sin oír su voz, estaba sin noticias de ellos, no sabía qué había sido de ellos”, cuenta, con el rostro iluminado por una sonrisa. “Me sentí tan feliz, no me lo podía creer”, declara.

Su hermana va camino de la aldea, pero él espera a su cuñado y a sus cuatro sobrinos. Tienen que pasar los controles de las fuerzas de seguridad, que verifican cada caso por miedo a que los combatientes yihadistas se infiltren entre los desplazados.

Abu Omar acaba de huir del oeste de Mosul con su mujer y cinco de sus hijos. Espera a su hija y a su yerno, que viven en el este de la ciudad. Hace un año que no los ve.

“Ningún pueblo ha sufrido tanto como nosotros”, asegura este quincuagenario, que usa un seudónimo.

“Todo esto puede inspirar una telenovela, una película, un libro”, añade. Llega su yerno. Se dan un corto abrazo y, en un santiamén, se van.

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