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La deuda Argentina enfrenta un futuro incierto

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en una ceremonia en la Casa de Gobierno en Buenos Aire, el 31 de julio de 2014. afp_tickers

Después de una década de desendeudamiento exitoso, Argentina, país rebelde a las recetas ultraliberales de los mercados, desafía nuevamente un frente de tormenta con sus acreedores al haber sido declarada en default parcial, con consecuencias son imprevisibles.

Tras el colapso económico de 2001, Argentina pensaba haber hecho lo más difícil pactando un acuerdo con 93% de los bonistas en los canjes de 2005 y 2010; con quitas de hasta 70% se lograron reoganizar las cuentas del país que había declarado el default más grande en la historia contemporánea por unos 100.000 millones de dólares.

Pero no pudo acordar con el 7% restante, los llamados “buitres” en Argentina, y un puñado de estos tenedores fue el que ganó un juicio por 1.330 millones de dólares en Estados Unidos, que no pudo resolverse esta semana clave para que acreedores cobraran tras la reestructura y las agencias calificadoras declararon a la nación en default parcial.

El actual default, que el gobierno de centroizquierda de la presidenta, Cristina Kirchner, desconoce, puede hacer caer las laboriosas operaciones de canjes como un castillo de naipes, dijeron analistas.

“Entre 2005 y 2010 hubo una reducción efectiva de la deuda del sector privado” pero en la coyuntura actual “podría derrumbarse”, dijo a la AFP el economista Manuel Solanet, exconsultor del Banco Mundial.

Cuando el expresidente Néstor Kirchner -esposo de la Presidenta, fallecido en 2010- asumió el mandato en 2003, la deuda pública argentina representaba el 138% del Producto Interno Bruto (PIB).

“Tras los canjes logramos reducir ese peso de tal manera que hoy se ubica entre 40 y 45% del PIB”, dijo a la AFP Roberto Lavagna, exministro de Economía y artífice de los canjes de la deuda con Néstor Kirchner.

Según Lavagna, “Argentina se convirtió en la última década en uno de los países con mayor desendeudamiento del mundo”.

En 2006 saldó, con el Fondo Monetario Internacional (FMI), su deuda de 8.900 millones de dólares sirviéndose de un tercio de los fondos del Banco Central.

Estas medidas fueron posibles gracias a que el país se benefició durante un largo periodo de fuertes ingresos producto de los precios récord de las materias primas, en especial la soja.

Pero desde el año pasado la caída del superávit y el uso de reservas para pagar deuda llevó a una importante caída de las mismas, por lo que impusieron restricciones al dólar y en este escenario el default no asumido puede agudizar la recesión y fuerte inflación que atraviesa la tercera economía de América Latina.

– Contra las reglas –

Federico MacDougall, economista y analista político, reconoce como positivas las políticas de desendeudamiento de la última década pero el default es un gran riesgo.

“El desendeudamiento ha encontrado un hoyo que, si se soluciona en pocos meses, es un problema menor. Pero si se prolonga, transformaría esta política en un rotundo fracaso”, afirmó el profesor de la Universidad de Belgrano.

Aislada de los mercados tras el default de 2001, Argentina cortó amarras con los circuitos financieros y en 2014, cuando necesita capitales, decidió cerrar deudas con el Club de París e indemnizar a la petrolera española Repsol.

En este sentido, MacDougall diferencia la conducta previsible de países de la región como Brasil y México, de la rebeldía de Buenos Aires.

“En los ’70 Argentina acompañó el endeudamiento de los países latinoamericanos, con el posterior default. Pero luego, mientras México y Brasil arreglaban su deuda la tendencia de Argentina fue esquivar las reglas”, dijo.

“Muchas veces Argentina es un jugador castigado en demasía porque tiene una reputación que no es la mejor”.

Pero Solanet criticó lo que considera una “victimización” del gobierno actual.

“No creo en las conspiraciones por parte del resto del mundo. El gobierno eligió la sede de Nueva York para los juicios (con los bonistas). El caso tuvo dos instancias y el juez actuó de forma a derecho, aunque podría haber sido más equitativo”, dijo el experto.

– Un 1% que vence mayorías –

Según el exministro Lavagna, “pareciera que el juez no evaluó en toda su magnitud lo que estaba en juego”.

“El 93% de los acreedores aceptaron voluntariamente el canje y que el juez haya tenido en cuenta al 1% de bonistas sobre el total, supone un gran riesgo para futuras reestructuraciones”, dijo.

Según Lavagna los acreedores han cobrado de manera “absolutamente regular, sin ningún tipo de demora, porque Argentina tiene la capacidad y la voluntad de pago y la mejor prueba son esos 10 años que han transcurrido del canje inicial”.

Macdougall afirma que todos los actores de este pleito les conviene una solución rápida.

“A los ‘holdouts’ les conviene arreglar antes de diciembre porque Argentina podría llegar a transformarse en un deudor incobrable”, dijo.

A fin de año vence una cláusula que impide a Argentina mejorar la oferta hecha a los acreedores que cambiaron sus bonos en los canjes, so pena de tener que igualar los pagos a todos.

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