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La difícil integración de los yazidíes en los campos de refugiados de Grecia

Una niña Yazidi camina en el campo de refugiados de Serres, en el norte de Grecia, el 24 de noviembre de 2017. afp_tickers

Hace ya un año que la familia yazidí de Ibrahim Hondeta llegó a Grecia escapando de las persecuciones en Irak, pero el miedo y la inquietud siguen apoderándose de esta minoría religiosa, tras haber sido sometida a combates, matanzas, invasiones y la esclavitud.

Instalada inicialmente en el campo de Kilkis (noroeste), la familia Hondeta tuvo que convivir el pasado invierno con refugiados de distintas nacionalidades, donde las riñas entre árabes y kurdos afloraron.

Durante una celebración yazidí, “ellos [los árabes] amenazaron con matarnos”, recuerda Ibrahim Hondeta, de 55 años.

“Nos expulsaron con cuchillos y matracas y nos escondimos en el bosque para salvarnos”, agrega.

Para “garantizar la seguridad de su familia”, Ibrahim Hondeta reclamó a las autoridades griegas que los trasladaran a otro campo. Hace unos meses, se mudaron al de Serres (noreste) donde solo viven yazidíes, unas 350 personas.

Pero incluso en este campo de viviendas prefabricadas equipadas con aire acondicionado, agua caliente y un jardín infantil, los yazidíes se muestran preocupados. La capacidad del campo es de 700 personas y el Gobierno pretende enviar allí a familias vulnerables de varias nacionalidades, residentes en los superpoblados campos de las islas del Egeo.

Los yazidíes no quieren y piden que solo se trasladen a Serres familias de su comunidad. En la actualidad, 200 yazidíes viven en otros campos del país.

– Incidentes –

Los yazidíes de Serres bloquearon hace poco la entrada al campo, impidiendo el acceso de unas 60 madres congoleñas y senegalesas y de sus hijos, todos católicos, según una fuente gubernamental.

“Estaban enfurecidos y decidimos no dejar a los recién llegados en ese campo por miedo a nuevos incidentes”, explica esta fuente, que pidió el anonimato.

El ministerio de Política Migratoria asegura que las autoridades están invirtiendo “todos sus esfuerzos” para facilitar y proteger a los yazidíes.

“Pero no es posible ni viable crear un campo únicamente para los yazidíes”, afirmó a la AFP un responsable del gobierno, encargado de esa cuestión.

“Algunos [yazidíes] impiden cualquier esfuerzo de integración”, lamentó la fuente.

“Respetar la religión del otro y crear subgrupos entre las comunidades de refugiados son cosas completamente distintas”, agrega, recordando que en un campo del norte del país en el que conviven personas de 25 nacionalidades diferentes “no se ha registrado ningún problema”.

Grecia trata de gestionar a más de 50.000 refugiados y migrantes, bloqueados en ese país tras el pacto firmado por la UE y Turquía en marzo de 2016 y el cierre de la vía de los Balcanes, desde donde la mayor parte de los refugiados lograron llegar a Europa del Norte en 2015.

Más de 15.000 refugiados viven en la actualidad en unos campos insalubres en las cinco islas de entrada y de registro del mar Egeo, frente a las costas turcas.

El martes, se llevó a cabo en Atenas una manifestación de alcaldes y habitantes de estas islas, exigiendo que se traslade a los migrantes a los campos del continente.

– ‘No estamos aquí por gusto’ –

Los yazidíes, una minoría kurdoparlante adepta a una religión preislámica que en parte proviene del zoroastrismo, no son ni árabes ni musulmanes.

Miles de mujeres y adolescentes, en particular las de la minoría yazidí, fueron sometidas a abusos horribles en las zonas controladas por la organización yihadista Estado Islámico (EI), como violaciones, secuestros, esclavitud y tratos inhumanos, consideró la ONU a finales de agosto.

En 2014, los yihadistas mataron a miles de yazidíes en su bastión del monte Sinjar, en el norte de Irak, y secuestraron a miles de mujeres y adolescentes para hacer de ellas esclavas sexuales.

Cerca de 3.000 de estas seguirían cautivas, según un informe reciente de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak y del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.

Hace poco, los yazidíes residentes en Grecia enviaron una carta al ministerio de Política Migratoria en la que le reclamaban que el campo de Serres quede limitado únicamente a su comunidad.

“Solicitamos que no se moleste a nuestra comunidad y que esta pueda vivir segura”, indica Hajdar Hamat, un portavoz de los yazidíes de Serres.

“Todo el mundo está al corriente del genocidio de nuestro pueblo. No nos fuimos de Sinjar por gusto. Hace falta que Europa nos proteja”, zanja.

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