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La guerra y los desplazamientos alteran el mapa demográfico de Siria

Un bus con civiles y rebeldes de Guta Oriental cerca de Damasco después de la victoria del régimen sirio pasa por zonas destruidas en Arbin, el 25 de marzo de 2018 afp_tickers

Siete años de guerra y de desplazamientos masivos rediseñaron el mapa demográfico en Siria, levantando fronteras entre las comunidades étnicas, religiosas y políticas del país que serán difíciles de derribar.

En esta nueva Siria, los opositores al régimen fueron expulsados de varias regiones, las minorías están más federadas y las comunidades son geográficamente más homogéneas, describieron a las AFP personas desplazadas, analistas y defensores de los derechos humanos.

Con unos 11 millones de sirios refugiados en el extranjero o desplazados en el interior del país y sin perspectivas claras para regresar a lo que fueron sus hogares antes de la guerra, la reorganización demográfica es probable que perdure, subrayaron los entrevistados.

Abu Musab al Mukasar, un rebelde de 25 años, teme que nunca más podrá regresar a su ciudad natal en Homs (centro), ahora completamente bajo control de las tropas del presidente Bashar al Asad.

“Nunca podría vivir en un territorio conquistado por el régimen o cohabitar con los alauitas”, dijo sobre la minoría religiosa a la que pertenece el presidente Al Asad en un país de mayoría sunita.

“Yo voy a contar todo esto a mi hijo para que él aborrezca, en su momento, a estas personas que nos han hecho tanto daño”, dijo este combatiente, contactado por la AFP a través de un servicio de mensajería web.

La guerra en Siria empezó en 2011 después de la represión de manifestaciones que reclamaban reformas democráticas. Se hizo más compleja con la implicación de actores regionales, potencias extranjeras y grupos yihadistas.

De confesión sunita, Abu Musab abandonó Homs por primera vez en 2014 y partió a zonas rebeldes rurales en los alrededores de esa localidad.

La semana pasada, otra retirada negociada lo obligó a un nuevo desplazamiento con su familia, esta vez hacia la provincia de Idlib (noroeste).

Idlib se convirtió en un refugio para cientos de miles de rebeldes y sus familiares, de mayoría sunita, después de que sus bastiones fueran recuperados por el régimen.

“La estructura demográfica cambió sin que nos diéramos cuenta. El país fue dividido”, lamentó Abu Musab.

– Intercambio de población –

“El norte es sunita, el noreste kurdo y los alauitas y los chiitas están esencialmente concentrados en Latakia, Tartús y Homs”, precisó.

Fabrice Balanche, académico experto en el conflicto sirio, dijo que “existe claramente una estrategia de exclusión de los opositores políticos”.

No obstante, la persecución y expulsión del “adversario” no concierne solamente al régimen alauita. Los rebeldes sirios expulsaron de sus zonas a las minorías alauitas y cristianas consideradas como leales a Al Asad, afirmó Balanche a la AFP.

Antes dela guerra, los árabes sunitas representaban 65% de la población, los kurdos alrededor de 15% y todas las minorías religiosas cerca de 20%.

Si bien el régimen ha perdido terreno, el apoyo de los alauitas, los chiitas y los cristianos le ha permitido disfrutar de una base popular más sólida, explicó Balanche.

“Hoy en día, 70% de la población siria vive en zonas controladas por el régimen, de los cuales más de un tercio son minorías”, agregó.

Algunos cambios demográficos ocurrieron a través de acuerdos políticos entre el régimen y los rebeldes.

Una evacuación cruzada iniciada en 2015 implicó a miles de residentes de Al Fua y Kafraya, a comunidades chiitas en la provincia de Idlib rodeadas de rebeldes, y a aquellos de Zabadani y Madaya, cerca de Damasco, que estaban asediados por el régimen.

En 2017, el presidente Al Asad dijo a la AFP que este desplazamiento era “obligatorio” pero temporal.

– Repoblar –

Los habitantes desplazados de estas localidades no contemplan volver a sus casas.

Abas Abas, de 36 años, huyó de Kafraya para instalarse en Sayeda Zeinab, un barrio cerca de Damasco que alberga un santuario chiita. “Al menos aquí no tengo miedo de ser secuestrado”, dijo.

En otros tiempos, la población chiita de Kafraya se mezclaba con las de otros pueblos, “pero después de ocho años de guerra, las cosas son distintas”, explicó este ingeniero de sonido.

En el noroeste, una ofensiva de Turquía lanzada a principios de enero alteró las fronteras etnodemográficas. Unos 137.000 habitantes del enclave de Afrin, de mayoría kurda, huyeron a zonas controladas por el régimen o a la zona autónoma kurda en el noreste.

Los kurdos acusan a Turquía de querer cambiar la composición étnica. Los analistas afirman que Ankara busca reinstalar en la zona bajo su control a los 3,5 millones de refugiados sirios que viven en Turquía.

La oposición siria acusa a los kurdos de haber expulsado a los árabes de las ciudades bajo su dominio.

Ante la ausencia de una justicia transitoria y de mea culpa de una parte y otra, la situación puede agravarse, advirtió Diana Semaan de la oenegé Amnistía Internacional.

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