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La inflación pone bajo presión a la economía británica

Un vendedor recibe varios billetes de diez libras el 11 de abril de 2017 en su puesto en el mercado de Whitechapel, en el este de Londres afp_tickers

La inflación en el Reino Unido, que en mayo alcanzó casi un 3%, un récord en cuatro años, supone un nuevo obstáculo para la economía británica, enfrentada a las complejas negociaciones del Brexit y a la incertidumbre política interna.

En mayo, el aumento de los precios alcanzó un 2,9% interanual, un récord desde junio de 2013, según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS) publicados este martes.

La cifra no sólo supera las previsiones de los economistas consultados por Bloomberg (2,7%), sino también las del Banco Central de Inglaterra, que no preveía un aumento de este nivel hasta finales de año.

El récord es todavía más significativo porque a finales de 2015 la inflación todavía rondaba el 0%.

La inflación se aceleró primero progresivamente y luego de golpe por la depreciación de la libra esterlina, consecuencia directa del “sí” al Brexit en el referéndum del 23 de junio de 2016.

La depreciación tiene el efecto de encarecer mucho los productos importados, como fue el caso en mayo, cuando los precios de la alimentación, ropa, zapatos o productos electrónicos aumentaron mucho más que en abril.

Este aumento sólo fue frenado en parte por la estabilización de los precios del combustible gracias a la caída reciente del petróleo.

La inflación supera así el ritmo de aumento de los salarios, lo que disminuye el poder adquisitivo de las familias y pone en riesgo el consumo, motor de la economía en los últimos meses.

Tras el choque que supuso el “sí” de los británicos a abandonar la Unión Europea (UE), la economía del Reino Unido se mantuvo en marcha gracias al consumo de las familias dispuestas incluso a endeudarse.

Pero en lo que va de 2017 esa confianza parece estar decayendo y el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en el primer trimestre se frenó hasta el 0,2% en relación al trimestre anterior.

“Con una inflación probablemente por encima del 3% en los próximos meses y unos ingresos de los hogares que probablemente no aumentarán, el futuro será duro para los consumidores”, augura Howard Archer, economista de EY Item Club.

Sin embargo, según Paul Hollingsworth, de Capital Economics, la inflación “ya no está muy lejos de su máximo”.

Si el gasto de los particulares continúa debilitándose, la economía británica, que ya sufre de la debilidad de las inversiones por las incertidumbres sobre la negociación del Brexit, se verá afectada.

Tras el mal dato de la inflación, el Tesoro británico intentó dar un mensaje tranquilizador y aseguró que el Gobierno ayuda a las familias a hacer frente al coste de la vida diaria “manteniendo los impuesto bajos, congelando el impuesto sobre la gasolina y aumentando el salario mínimo”.

Sin embargo, el propio ejecutivo británico se enfrenta a un periodo de inestabilidad tras las legislativas del jueves, en las que los conservadores perdieron la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes.

En un sondeo realizado tras las elecciones, la organización patronal Institute of Directors apunta a una caída de la confianza de los empresarios en la economía en los próximos meses.

Sólo el sector financiero parece apostar por el optimismo y espera que la derrota de los conservadores contribuya a un Brexit “suave”, es decir, manteniendo al Reino Unido dentro del mercado único, al contrario de lo que preconizaba hasta ahora la primera ministra, Theresa May.

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