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La investigación de los atentados de París se concentra en cuatro hombres

Una imagen de la calle Henri Berge tomada el pasado 8 de enero en el barrio de Schaerbeek, en Bruselas, donde la policía belga encontró en un apartamento tres cinturones para llevar explosivos, restos de explosivos y una huella de Salah Abdeslam afp_tickers

Dos meses después de los atentados del 13 de noviembre en París, la investigación se centra en Bélgica y en cuatro hombres todavía buscados por las policías europeas, entre ellos Salah Abdeslam, mientras tres kamikazes siguen sin ser identificados.

Perpetrados por al menos nueve yihadistas repartidos en tres comandos, los tiroteos contra las terrazas de restaurantes, las explosiones de kamikazes cerca del Estadio de Francia y la matanza en la sala de conciertos Bataclan causaron 130 muertos y cientos de heridos.

Salah Abdeslam, de 26 años, sospechoso de haber desempeñado por lo menos un papel clave en la logística de los atentados, sigue prófugo tras haber sido ayudado a salir de París por amigos suyos al día siguiente de los ataques. “No sabemos dónde está”, reconoció el domingo el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve.

El 16 de noviembre, basándose en una información, la policía creyó que se encontraba en una casa del barrio de Molenbeek, en Bruselas, pero la operación fue un fracaso.

La investigación demostró los estrechos vínculos de Abdeslam con el belga-marroquí Abdelhamid Abaaud, presunto organizador de los atentados, que murió el 18 de noviembre en el asalto de la policía a un edificio de Saint-Denis (periferia norte de París). Originarios ambos de Molenbeek y cómplices de delitos comunes, se conocían desde hacía más de diez años.

Mohamed Abrini, otro belga-marroquí, que fue visto en compañía de Abdeslam dos días antes y sin duda la víspera de los atentados, es también sospechoso de haber desempeñado un papel importante y es objeto asimismo de una orden de captura internacional.

Los investigadores buscan a otros dos hombres, sospechosos de complicidad. Ambos fueron controlados a principios de septiembre en Austria junto con Abdeslam, en posesión de documentos falsos a nombre de Samir Buzid y Sufian Kayal.

Se ignora si los cuatro pudieron viajar a Siria después de los atentados y ningún elemento apoya esa hipótesis hasta ahora.

– Bélgica, base de retaguardia –

Tres cinturones que al parecer sirvieron para transportar explosivos y trazas de peróxido de acetona (TATP) fueron encontrados en un apartamento alquilado con una identidad falsa en Bruselas.

Esto refuerza la tesis de que los atentados del 13-N fueron preparados en la capital belga. En el mismo apartamento, se encontraron huellas de Salah Abdeslam. La cuestión es si se ocultó en él después de los atentados o lo ocupó antes.

Diez hombres fueron inculpados en Bélgica, nueve de los cuales se encuentran en detención provisional. Algunos de ellos son sospechosos de haber ayudado a Abdeslam en su fuga. Un belga, Ahmad Dahmani, encarcelado en Francia, es sospechoso de haber participado en la localización de los blancos.

Otras dos personas están inculpadas en Francia por haber facilitado a Abaaud el apartamento de repliegue en Saint-Denis, pero se trata de pequeños delincuentes y no son sospechosos de haber participado en la preparación ni en la realización de los atentados.

Los agresores utilizaron varias líneas telefónicas, cinco de las cuales sólo para Salah Abdeslam, lo que complica la tarea de los investigadores.

Los comandos se coordinaron entre ellos por teléfono en el momento de los atentados, pero también con una o varias personas en Bélgica. Una de éstas recibió un texto telefónico enviado cerca del Bataclan: “Estamos en marcha, empezamos”.

Un teléfono móvil belga, localizado en varios lugares la noche de los atentados, intriga a los investigadores. “A priori, no habría sido utilizado por un miembro de los comandos”, según una fuente cercana al caso. La investigación parece estancada también en la búsqueda de la procedencia de las armas utilizadas, de origen serbio, búlgaro y chino.

Hasta ahora sólo fueron identificados seis de los nueve yihadistas muertos la noche de los ataques o en el asalto al edificio de Saint-Denis en el que se habían atrincherado.

Aún no se tiene la identidad de dos de los tres kamikazes del Estadio de Francia, que vinieron a Europa desde Siria con pasaportes falsos en medio del flujo de inmigrantes. Y la policía sigue tratando de identificar también al tercer hombre muerto el 18 de noviembre en Saint-Denis, que probablemente participó en los atentados.

Al menos siete de los autores estuvieron en Siria ¿Cómo llegaron a Europa los otros, en particular Abaaud, que era buscado ya? ¿Cuántos de ellos entraron entre la masa de refugiados? Hasta ahora no hay respuesta para esas preguntas.

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