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La presunta violación de un joven por un policía atiza las tensiones en la periferia urbana francesa

El presidente francés, François Hollande (dcha.), visita el 7 de febrero de 2017 a Théo, un joven presuntamente violado por un policía, en el hospital Rober Ballanger de la localidad parisina de Aulnay-sous-Bois afp_tickers

La presunta violación con una porra de un joven durante su arresto en la periferia de París que desató disturbios durante varios días levanta de nuevo la cuestión sobre la relación entre la policía y la población de los barrios conflictivos en Francia.

“¡Estoy harta de los ‘cow-boys’ en los barrios!”, grita Houria, de 44 años, en una manifestación para reclamar “justicia” para el joven, organizada por madres en Aulnay-sous-Bois, la localidad al norte de París donde ocurrieron los hechos el jueves pasado.

“Los policías no respetan a los jóvenes. ¿Cómo quiere usted que los jóvenes los respeten a ellos?”, se pregunta.

Théo, el joven negro de 22 años protagonista del suceso, al que el presidente, François Hollande, visitó el martes en el hospital, pidió, por su parte, a los jóvenes que “no hicieran la guerra” contra la policía, tras tres noches de altercados.

Aunque los franceses tienen en general una buena imagen de la policía -con un 82% de opiniones favorables, según un sondeo de enero de 2016-, especialmente en el contexto de los atentados yihadistas que han sacudido el país en 2015 y 2016, la relación con los jóvenes es problemática en los sectores conflictivos del país, donde las fuerzas de seguridad son vistas como un elemento hostil.

Esta cuestión ya surgió durante los disturbios que estallaron en 2005 tras morir electrocutados en una localidad muy cercana a Aulnay-sous-Bois dos adolescentes que huían de la policía.

En aquellos altercados, que duraron tres semanas, se quemaron 10.000 coches y 6.000 personas fueron detenidas.

– Hostilidad casi permanente –

“Si no has crecido aquí, no puedes entenderlo. Vivimos con una policía que es agresiva. Los insultos son normales, los golpes, frecuentes”, explica Chris, de 27 años, en Aulnay-sous-Bois.

Una investigación del defensor de los Derechos divulgada en enero muestra que los jóvenes negros o árabes tienen 20 veces más de posibilidades de ser sometidos a un control de identidad, lo que alimenta “un sentimiento de discriminación y de desconfianza”.

Esta situación genera “un estado de hostilidad casi permanente contra la policía”, afirma el investigador Christian Mouhanna.

Por su parte, los policías dicen sentirse impotentes. “Cuando son menores, intentamos hablarles, pero se quedan siempre en silencio”, cuenta Hanem Hamouda, comisaria de Corbeil-Essonne, en la periferia suroriental de París.

“Tenemos cada vez más actos violentos con armas contra los policías (…). El objetivo ya no es atacar al policía sino ir tras su vida”, reitera Frédéric Lagache, del sindicato de policía Alliance.

Para Sébastian Rocher, director de investigación en el CNRS, “estas malas relaciones, esta hostilidad, deben compararse a la situación en Alemania, donde la minoría turca tiene una buena opinión de la policía, gracias sobre todo a una verdadera estrategia de formación de los agentes”.

En Aulnay-sous-Bois, los altercados cesaron tras el llamamiento de Théo. No obstante, la indignación sigue latente. “Queremos justicia. Si no, esto volverá a empezar, peor que en [las revueltas de] 2005”, asegura Mohamed, de 24 años.

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