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La vuelta a Mosul, un sueño lejano para los desplazados

El campamento de desplazados de Hasansham, a unos 30 kilómetros de la ciudad iraquí de Mosul, en una imagen del 26 de marzo de 2017 afp_tickers

“Mi casa quedó pulverizada”, lamenta Yasin Najem, un habitante de Mosul que vive en un campo de desplazados cercano a la segunda ciudad más importante de Irak. Para él y para miles de personas, el regreso es un sueño lejano.

Aunque las autoridades iraquíes anunciaron el lunes la victoria de las tropas contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) en Mosul, la destrucción sin precedentes y la seguridad inestable retrasarán la vuelta a la ciudad de cientos de miles de desplazados que huyeron de los combates. Podrían ser meses.

“La mitad de mi barrio (en el oeste de Mosul) quedó destruido. Si vuelvo, será para vivir en la calle”, afirma Najem, de unos 50 años, instalado desde hace nueve meses con sus tres hijos en un campo de desplazados en el este de Mosul.

Adormilado bajo su modesta carpa de lona, este exreparador de generadores, viudo, intenta mal que bien resistir al calor sofocante.

Las calles del campo de Hasansham están casi desérticas. Solamente los niños, bronceados por el sol y con pijamas llenos de polvo, se aventuran a salir fuera para jugar mientras sus padres duermen al abrigo de unos toldos de plástico.

– Casas arrasadas –

De vez en cuando, un hombre camina por las calles de grava con una toalla mojada sobre la cabeza.

Desde el comienzo, en octubre, de la ofensiva de las fuerzas de seguridad iraquíes en Mosul, más de un millón de civiles huyeron de la violencia y más de 825.000 personas siguen sin haber vuelto a sus hogares, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Con el final de los combates y el restablecimiento de una aparente calma en los barrios del oeste, algunos intentan regresar a esa zona devastada por los ataques aéreos y los bombardeos.

Pero “es probable que miles de personas sigan desplazadas durante meses”, advirtió recientemente el alto comisionado de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Los desplazados “no quieren permanecer en los campos, pero donde vivían no les queda nada”, lamenta Melany Markham, portavoz en Irak del Consejo Noruego para los Refugiados (CNR).

“No hay agua corriente, ni electricidad, ni comida, ni colegios, ni hospitales y, según nos dicen, sus casas quedaron arrasadas”, enumera.

Sentada con las piernas cruzadas bajo un toldo a la entrada de su tienda de campaña, Safaa Saadalá es escéptica cuando su hijo de 26 años, un antiguo jugador de balonmano profesional, habla de volver a Mosul.

– “¿Adónde ir?” –

“¿Adónde ir? No tenemos casa, no tenemos cosas, no tenemos con qué pagar un alquiler ¿cómo vamos a volver?”, se queja Saadala, de 69 años, con un velo negro en la cabeza.

Hace ocho meses que huyó de esta ciudad del norte de Irak con sus dos hijos, su hija y sus dos nietos. El EI se apoderó de la casa en la que vivió 30 años y luego fue destruida por un bombardeo de la aviación aérea.

“Todo el día nos rociamos con agua y nos quedamos sentados. Otros campamentos instalaron climatizadores en las tiendas de campaña, pero aquí no”, dice. Añade que las ayudas alimentarias llegan con retraso.

“En lo que respecta a los desplazados, esperamos que las cosas se hagan muy lentamente”, reconoce Arnaud Quemin, director interino de la ONG estadounidense Mercy Corps’ para Irak. “Será un proceso muy largo. Son cifras absolutamente sin parangón con otras crisis del mismo tipo”, subraya.

En la entrada de una tienda de campaña, un bebé de diez días duerme sobre cojines colocados en una caja de verduras. Para proteger del calor al pequeño Hamad, sus padres lo taparon con una toalla rosa mojada.

SWI swissinfo.ch - unidad empresarial de la sociedad suiza de radio y televisión SRG SSR

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