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Las elecciones presidenciales se anuncian como un trámite para Al Sisi

Un local de la campaña del presidente egipcio Abdel Fatah al Sisi en El Cairo, el 24 de enero de 2018 afp_tickers

Sin rival serio a la vista, las elecciones presidenciales del 26 de marzo en Egipto se anuncian como un mero trámite para el presidente Abdel Fatah Al Sisi, que dirige el país con mano de hierro desde el golpe de Estado de julio de 2013.

Poco antes del cierre para presentar la candidaturas el lunes al mediodía, el jefe del partido liberal egipcio Al Ghad, Musa Mustafá Musa, se postuló. Pero se considera que es más bien un apoyo para Al Sisi y su candidatura, si es validada, tendrá como objetivo evitar que el jefe de Estado sea candidato único.

Nada ni nadie parece poder oponerse al exmariscal Al Sisi, cuatro años después de su primera victoria electoral obtenida con el 96,9% de los votos.

Antes de ser presidente Al Sisi, por aquel entonces jefe del ejército, derrocó a su predecesor islamista, Mohamed Mursi, en 2013, y reprimió con violencia a sus partidarios de los Hermanos Musulmanes.

Convertido en jefe de Estado, ha suprimido tanto a la oposición islamista como la liberal, encarcelando a cientos de opositores.

En estas últimas semanas, varios candidatos fueron apartados o abandonaron el proceso, en unas elecciones cuyo resultado consideran que ya está decidido.

“Quiere ser el único candidato” que puede ganar, declaró a la AFP Hasán Nafaa, profesor emérito de Ciencias Políticas en la Universidad de El Cairo. Según él, el presidente “busca una especie de plebiscito”.

Los retratos del presidente se multiplican en todo el país. Y el jefe de Estado es omnipresente en los medios, sobre los que el gobierno ha estrechado el control.

– Presiones y cárcel –

El ex jefe del Estado Mayor Sami Anan fue excluido del proceso la semana pasada, acusado por la justicia militar de haberse comprometido “sin la autorización de las fuerzas armadas”. Desde entonces, sus allegados dicen no haber tenido noticias suyas.

A finales de noviembre, el exprimer ministro Ahmed Shafiq había anunciado su candidatura desde Emiratos Árabes Unidos, donde vivía. A su regreso a Egipto, desapareció durante unas 24 horas y luego afirmó que renunciaba a presentarse.

El exdiputado convertido en disidente Mohamed Anuar El Sadat, sobrino del expresidente Anuar El Sadat, y el abogado defensor de derechos humanos Jaled Alí denunciaron presiones y también abandonaron la carrera presidencial.

El coronel Ahmed Konsowa fue enviado a la cárcel justo después de anunciar su candidatura a finales de noviembre y fue condenado a seis años de prisión por “comportamiento perjudicial a las exigencias del sistema militar”.

Este domingo, cinco personalidades egipcias, entre ellas Mohamed Anuar El Sadat, llamaron a boicotear los comicios y acusaron al régimen de “impedir cualquier competición justa”.

“La actitud de la presidencia y del régimen refleja el miedo y una falta de confianza”, considera Hasán Nafaa, para quien Al Sisi sabe que es menos popular de lo que la propaganda oficial se empeña en mostrar.

Pero Al Sisi no solo rechaza la presencia de posibles competidores o el concepto mismo de la democracia, según Samuel Tadros, investigador especializado en Oriente Medio y basado en Estados Unidos.

“Siente un profundo odio hacia la idea de política, hecha de compromisos y negociaciones”, analiza.

Aunque los anteriores presidentes salieron del ejército, Gamal Abdel Naser, Anuar El Sadat o Hosni Mubarak, todos tuvieron cargos políticos antes de acceder a la jefatura de Estado, recuerda.

Al Sisi “pasó literalmente de las casernas a la presidencia sin ninguna educación política”,destaca Tadros.

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