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Los desplazados de Darfur no esperan nada del referéndum sobre el futuro de la región

Una mujer sudanesa mira a cámara en un mercado en el campo de desplazados de Zamzam, en Darfur del Norte, Sudán, el 12 de abril de 2016 afp_tickers

En las chozas de paja del campo de Zamzam, donde viven miles de desplazados por el conflicto de Darfur, muchos piensan que el referéndum sobre el estatuto de esta región sudanesa no servirá para nada.

El Gobierno sudanés asegura que la consulta de tres días, que termina este miércoles, servirá para estabilizar una región donde los insurgentes desafían al poder central desde 2003.

Los principales grupos armados y de oposición boicotean la consulta porque la consideran injusta mientras siga el conflicto. Varios países extranjeros, como Estados Unidos, también la han criticado.

Para muchas de las 185.000 personas que viven en Zamzam tampoco es un prioridad decidir si el territorio tiene que seguir dividido en cinco provincias administrativas —la opción que apoya el Gobierno sudanés— o si tiene que convertirse en una sola.

“Este referéndum no me concierne, sólo quiero la paz y la estabilidad”, explica Ismail Omar desde un pequeño mercado situado dentro del campo donde venden tabaco para mascar.

El conflicto entre el presidente, Omar al Bashir, y los insurgentes no árabes —que no se sienten representados por el poder central, dominado por los árabes— ha dejado 300.000 muertos desde 2003 y ha obligado a 2,5 millones de personas a abandonar sus casas, según las cifras de la ONU.

Es el caso de Musa, que en 2004, un año después de que empezara el conflicto, lo perdió todo. “Estaba en mi pueblo, en Kunjara [en el norte de Darfur] cuando los janjawaeed [milicianos árabes prorégimen] atacaron nuestras casas, las quemaron y nos robaron el ganado”, recuerda este antiguo granjero de 62 años. “Ahora trabajo como intermediario en este mercado de tabaco”.

La violencia del conflicto en Darfur ha llevado a la Corte Penal Internacional (CPI) a acusar a Bashir de crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y genocidio.

Igual que Musa, muchos de los habitantes de Zamzam forman parte de alguno de los grupos no árabes de esta región que durante años cultivaron la tierra y criaron el ganado. Darfur, de 500.000 km2, es también una región rica en petróleo, uranio y cobre, entre otras materias primas.

El Gobierno sudanés asegura que hay un gran interés por el referéndum aunque el martes se veían muy pocos votantes en Zamzam.

Para los desplazados, la pobreza y las condiciones de vida son cuestiones mucho más urgentes que el estatuto territorial de Darfur. Cerca del mercado, varios niños descalzos piden dinero y comida a los cascos azules que cada día patrullan en el campo.

Omar Ashar, un hombres de 62 años con un turbante y una túnica blanca tradicional, intenta sobrevivir comerciando en el mercado. Según él, todavía no es el momento para un referéndum y recuerda su llegada al campo, en marzo de 2003, después de que las milicias destruyeran su pueblo.

“Vi cómo mataban a mi hijo Hamid Ibrahim y a mi sobrino Faiçal Tibin delante de mí”, recuerda con lágrimas en los ojos.

Hoy, aunque a menor escala, sigue habiendo violencia en Darfur y cada día llegando desplazados al campo de Zamzam.

Abdelmajid Abdelrahman se instaló aquí en 2012, después de perder su casa y su ganado cuando los milicianos atacaron su pueblo. “Nos dan igual estas elecciones, lo que más nos importa es la estabilidad”, asegura.

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