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Los migrantes retenidos en Libia no están para fiestas

Migrantes africanos bailan y cantan durante una fiesta el 2 de febrero de 2018 en un centro de retención en Gharyan, al sudoeste de la capital libia, Tripoli. afp_tickers

Hacinados en un centro de retención en Libia, centenares de migrantes sueñan con atravesar el Mediterráneo y llegar a Europa, y aunque algunos se prestan a participar en una fiesta, otros siguen protestando contra su detención.

Entre 800 y 1.000 migrantes están encerrados –algunos desde hace meses– en este centro ubicado en Gharyan, en las montañas, a unos 85 km al sudoeste de Trípoli. Esperan a ser repatriados, o enviados a un destino incierto.

“Queremos que olviden un poco sus sufrimientos”, explica el coronel Al Bahlul Shananah, director de este centro, que ha organizado una fiesta para los residentes.

Las autoridades también quieren alertar a la comunidad internacional “sobre la necesidad de intervenir rápidamente y de hallar soluciones para estas personas”, asegura.

“Si abrimos las puertas (del centro) a estos jóvenes africanos, se harán a la mar y tendremos nuevos dramas y miles de muertos”, explica.

El centro de retención de Al Hamra está integrado por 12 edificaciones, que pueden normalmente albergar a 200 personas.

Es el mayor centro de acogida del oeste de Libia, gestionado por el órgano de lucha contra la migración clandestina.

Los migrantes, mayoritariamente de Chad, Somalia, Eritrea o de la provincia de Darfur en Sudán, están amontonados en grandes piezas con escasos medios.

– Llamado a la libertad –

Algunos migrantes se prestan a la fiesta. Cantan, bailan, algunos llevan máscaras de cartón, otros se han coloreado el rostro.

El ministro de Turismo del Gobierno de unión nacional (GNA), Mabruk Mohamad al Targui, que ha venido a visitarlos con niños de la localidad, también se suma a la fiesta.

Pero no todos los residentes del centro tienen ánimo de festejo.

Un centenar de migrantes permanecen de cuclillas, con los brazos elevados por encima de las cabezas, y cruzados a la altura de las muñecas, para protestar contra su detención.

Todos quieren ir a Europa, según explican a los periodistas de la AFP.

Ya no quieren retornar a sus países, que debieron abandonar para huir de la guerra o de la inseguridad.

“Es un llamado a la libertad” afirma Sadam, sudanés de Darfur, que teme ser reenviado a su país.

“Hace cuatro meses que estamos aquí, en este centro de retención (…) y desde hace un mes ninguna organización ha venido a vernos”, se lamenta.

Tras semanas de sangrientos enfrentamientos en Sabratha, ciudad del oeste del país convertida en la plataforma de las salidas de clandestinos a Europa, más de 3.000 migrantes fueron detenidos y transferidos a otras ciudades.

Muchos de ellos llegaron a Gharyan y llevan meses retenidos en Al Hamra.

– ‘Ilegales’ –

Los migrantes protestan contra su detención “pero están en los centros de acogida por una razón: entraron en territorio libio de manera ilegal”, explica el coronel al Bahlul Shananah.

Libia, rico país petrolero, vive inmerso en la violencia y la inseguridad desde la caída del régimen de Gadafi en 2011, y se ha convertido en una plataforma para cientos de miles de migrantes de África subsahariana que quieren atravesar el Mediterráneo.

Algunos migrantes permanecen en Libia y trabajan a veces varios años para ahorrar y poder pagar el peligroso viaje marítimo hacia Europa donde, creen, les espera una vida mejor.

Un impactante documental de la cadena estadounidense CNN, divulgado en noviembre de 2017, y que mostraba a migrantes africanos vendidos “como esclavos” en Libia, avivó las críticas sobre la situación de los migrantes en este país.

Más de 16.000 migrantes han desaparecido desde 2013 al intentar llegar a las costas europeas, según cifras de la Organización internacional para las migraciones.

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