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Orban, de paria diplomático a “defensor de Europa” frente a la ola migratoria

El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, en una rueda de prensa en Bruselas el 18 de diciembre de 2015 afp_tickers

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, un ultranacionalista de derecha, logró salir de su aislamiento diplomático e imponer en la agenda de la Unión Europea (UE) sus polémicas alternativas en materia de inmigración y control de fronteras.

El semanario estadounidense Time nombró personalidad del año a la jefa del Gobierno alemán, Angela Merkel. Pero la revista Politico, establecida en Bruselas, designó a Viktor Orban, su contracara, como el europeo más influyente en 2015.

El ultraconservador jefe del Gobierno húngaro consiguió, sostiene Politico, “convertir el debate sobre la manera de recibir a los refugiados en un debate sobre la manera de frenar su llegada”.

“Es un lindo regalo de fin de año”, que prueba que “Orban estaba en lo cierto” al propoer construir una “Europa fortaleza”, afirma Gyorgy Schopflin, eurodiputado del partido Fidesz del primer ministro húngaro.

La revista suiza Die Weltwoche consagró recientemente su portada a Orban, definiéndolo como “el defensor de Europa”. Y el semanario austriaco de centro-izquierda Profil se preguntaba a finales de septiembre, en un informe sobre la crisis migratoria: “¿Qué parte de Orban hay en cada uno de nosotros?”

Orban obtuvo su mayor reconocimiento en septiembre, cuando fue invitado a participar en discusiones con la CSU, la formación aliada de Merkel en Baviera, que se distanció, sin embargo, de la canciller a causa de su política de amplia acogida de los refugiados.

“Orban no estaba del todo equivocado” al defender con vehemencia la defensa de las fronteras europeas, observaba unas semanas después el conservador Reinhold Mitterlehner, número dos del gobierno austriaco.

Un reconocimiento inesperado para el dirigente húngaro, blanco de críticas de sus pares europeos y de organizaciones humanitarias por haber ordenado en septiembre impedir el paso por su país a los migrantes que se dirigían hacia Alemania y Europa del norte y cerrar las fronteras con Serbia y Croacia con centenares de kilómetros de barreras de alambres de púa.

– ¿Un tercer mandato? –

Orban no vaciló en recurrir a una retórica que erizó a una Europa construida en valores humanistas y liberales. Tildó por ejemplo de “criminales” a los refugiados, gran parte de los cuales huyen de las guerras civiles en Siria e Irak, y afirmó que representan “un peligro” para la civilización cristiana.

Para Tomas Lanczi, analista del instituto progubernamental húngaro Szazadveg, Orban ha sido “el único dirigente europeo que mantuvo una posición constante” desde el inicio de la crisis, y sus políticas fueron de una temible eficacia, ya que logró detener el flujo de migrantes, después de que 400.000 circularan por Hungría entre enero y octubre.

Su política creó émulos. Eslovenia, Macedonia e incluso Austria erigieron en sus fronteras barreras más o menos impermeables. Y Alemania y Francia impusieron controles fronterizos provisionales, pero que se prolongan de mes en mes.

Hungría sumó por otra parte a Eslovaquia, República Checa y Polonia a una rebelión contra las cuotas de refugiados que la Unión Europea quiere imponer a cada uno de sus países miembros.

Y aunque muchos dirigentes de países vecinos “no crean forzosamente que Orban tenga razón, ven que su estrategia tiene réditos políticos”, afirma el analista húngaro Csaba Toth.

Y el éxito de Orban puede ser transitorio. “Si las soluciones de la UE para enfrentar la crisis de los refugiados (distribución geográfica, colaboración con Turquía, selección de solicitantes de asilo en las fronteras) funcionan, Orban acabará por perder influencia”, apunta Istvan Hegedus, director de un centro de investigaciones proeuropeo en Budapest.

Según Hegedus, Orban sigue pese a todo “marginado en la escena internacional”, dado que “ningún responsable gubernamental europeo ni de partidos políticos viene de visita a Budapest”. La última en hacerlo fue Angela Merkel, en febrero de 2014, para impartir una lección apenas velada de usos democráticos.

Pero en Hungría, el discurso antiinmigración parece haber creado cierta cohesión en torno al partido Fidesz, que hasta hace poco veía su electorado disputado por la formación ultranacionalista Jobbik.

Una situación que le permite a Orban empezar a pensar en obtener en 2018 un tercer mandato consecutivo. Una intención que ya reveló el domingo pasado, ante el congreso de su partido.

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