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Pese a la ayuda de Rusia, Damasco no logra imponerse a los rebeldes sirios

El humo se extiende sobre los edificios tras uno de los bombardeos contra las posiciones de los rebeldes en el vecindario de Jobar, al este de Damasco, el 15 de octubre de 2015 afp_tickers

Tras tres semanas de intensos bombardeos por parte de Rusia, y la ayuda de sus aliados iraníes y de Hezbolá, el ejército sirio ha sido incapaz de lograr avances significativos frente a los rebeldes debido a la fatiga y la falta de energía, según varios analistas.

Las tropas sirias lanzaron simultáneamente cinco ofensivas en el norte, en el oeste, en el centro y alrededor de Damasco, para debilitar a los rebeldes, obligados de combatir en varios frentes, pero según una fuente de seguridad siria, sólo lograron avanzar al sur de la ciudad de Alepo y al norte de Homs. “El apoyo aéreo ruso no es suficiente para modificar el equilibrio a favor del régimen, debido a que hay demasiadas lagunas y puntos flojos en las fuerzas terrestres de Siria”, dijo a la AFP Yezid Sayigh, analista del Centro Carnegie de Beirut.

Las Fuerzas Armadas sirias contaban con 300.000 hombres en las unidades de combate al inicio del conflicto, pero en los últimos cuatro años, las bajas, las deserciones y la insumisión de los jóvenes aptos para el servicio militar han mermado considerablemente sus filas. En su intento de recuperar terreno, el régimen, que en la actualidad no controla más del 30% del territorio, cuenta con el apoyo de miles de milicianos sirios, de combatientes del Hezbolá libanés y Guardias de la Revolución iraníes.

Los ataques de la aviación de Rusia, aliado indefectible de Siria, que efectuó más de 500 misiones en tres semanas, no fueron suficientes para restablecer el equilibrio a favor del régimen. Para los expertos, la ayuda rusa, de los aliados iraníes y de Hezbolá impidieron el derrumbe de las fuerzas armadas y, por lo tanto, del régimen. La intervención rusa “restableció el ánimo” del ejército, pero no mucho más, dijo Sayigh a la AFP. Antes de la ofensiva, el ánimo de las tropas estaba por los suelos y los soldados abandonaban sus posiciones de combate. Además, las fuerzas armadas estaban escasas de material de guerra sofisticado. “La aviación siria había agotado casi todas sus municiones y misiles” y “sólo disponía de barriles explosivos de fabricación local”, dice a la AFP un experto militar árabe que estuvo destacado en Siria.

Incluso los tanques sirios, que constituían la principal fuerza de ataque del ejército, estaban paralizados por los rebeldes, que disponían de una gran cantidad de misiles anti-tanques TOW, entregados por los aliados. La intervención rusa fue anunciada estrepitosamente, pero los “cambios en el terreno son mínimos”, estima Karim Bitar, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París. “En el plano militar, los rusos buscan sobre todo conservar el statu quo y mantener las regiones controladas por el régimen de Al Asad”, dice Bitar. “El régimen no ganó mucho terreno” y “la sangría de heridos graves podría vulnerar sus fuerzas frente a un ataque rebelde”, afirma Chris Kozak, del Instituto de Estudios de Guerra de Washington.

Sin embargo, según fuentes cercanas a Damasco, el régimen y sus aliados están preparados para un combate de larga duración. “Hay que esperar 90 días para evaluar los resultados de la operación en curso, nadie apostaba por unos resultados significativos en pocos días”, sostiene una fuente militar siria. “Han pasado sólo dos semanas y el ejército se enfrenta a grupos armados fuertes, el débil avance es lógico en la fase inicial”, explica Al Walid Sukkarieh, experto militar libanés y diputado de Hezbolá. “Tenemos que esperar que los ataques rusos debiliten a los grupos (rebeldes) y luego los avances serán más rápidos”, agrega.

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