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Pocos cambios en los controles a los inmigrantes en Lesbos

Tres personas con unas mantas de emergencia en una playa de Lesbos, tras la llegada de un grupo de migrantes y refugiados a la isla griega el pasado 3 de diciembre More than 886,000 migrants have arrived in Europe by sea so far this year, according to the latest UN figures. afp_tickers

En la isla griega de Lesbos, la acogida de los migrantes sigue casi la misma rutina, pese a la creciente presión de la UE sobre Grecia: desembarco, control, registro rápido y embarque para Atenas, rumbo al norte de Europa.

Varios periódicos europeos, como el Financial Times, aseguraron esta semana que Grecia podría ser expulsada del espacio Schengen de libre circulación por, según sus socios europeos, no defender correctamente las fronteras exteriores de la Unión Europea (UE).

Los griegos desmintieron la amenaza y el jueves decidieron activar el “mecanismo europeo de protección civil” para recibir ayuda. “Ningún país podría soportar solo el flujo de migrantes que tuvo que gestionar Grecia este año”, confirma Boris Cheshirkov, del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. Atenas también aceptó refuerzos de Frontex, la agencia europea de vigilancia de fronteras.

En Lesbos, principal puerta de entrada de los migrantes en Europa, el control es sistemático pero no minucioso. En el puerto de Mitilene, la capital de la isla, Amid Ulah, un afgano, cuenta su experiencia.

“El primer día, los guardacostas te preguntan el nombre, nacionalidad y edad. Al día siguiente, te registras en el centro de Moria, la policía te toma las huellas dactilares, te fotografía y luego realiza un cuestionario. No duró más de cinco minutos, eran preguntas básicas”, cuenta. Y eso que Amid no tenía pasaporte, sólo un “papel escrito” que hacía las veces de documento de identidad.

“Es difícil controlar… Y en muchos casos, los refugiados dicen haber perdido sus pasaportes en el camino. La única forma de verificar su nacionalidad es el interrogatorio con intérpretes”, reconoce bajo anonimato un policía en un centro de registro de Moria (hotspot).

Kamal, un sirio de 25 años, se encontró en la misma situación hace dos días. “El policía se puso nervioso diciendo que todo el mundo ponía la misma excusa” de la pérdida de la documentación, cuenta.

Un intérprete afgano matiza. Según él la entrevista para la identificación de los migrantes permite “incluso en cinco minutos saber si la persona viene efectivamente de Siria o de otro país”.

“El acento no engaña, asegura, y se hacen preguntas precisas sobre el país, como el nombre de políticos o las especialidades culinarias de una región en particular”.

– ‘Controles más asiduos’ –

La polémica sobre el control de los migrantes causa irritación en Lesbos. Una controversia avivada desde que se supo que al menos dos de los autores de los atentados del 13 de noviembre en París pasaron en octubre por otra isla, la de Leros.

“Salvamos a cientos de personas de morir ahogadas todos los días y seguimos como siempre controlando la identidad de los migrantes”, insiste un teniente de la policía.

“Nos reprochan no haber sido capaces de detectar el paso de dos terroristas cuando 776.000 personas han pasado por Grecia desde el comienzo del año. ¿Cómo hacer para derectar a un terrorista en el futuro si no está fichado por Interpol, si los otros países europeos no comparten sus informaciones y si además utiliza un pasaporte auténtico pero robado?”, se pregunta este oficial, que pide mantener el anonimato.

Desde los atentados de París, “los controles son más asiduos y se enviaron refuerzos de las unidades antiterroristas griegas”, asegura un policía. “Hasta finales de verano la consigna era hacer pasar a los refugiados lo más rápido posible”, reconoce.

El alcalde de Mitilene, Spyros Gallinos, estima que los socios europeos deberían echarse la culpa a sí mismos.

“Grecia es un país en crisis”, con “recortes presupuestarios, nos faltan policías, guardacostas. Escribí varias veces a los comisarios europeos para pedir apoyo financiero y logístico y ahora nos acusan de haber tardado en pedir ayuda”, se queja.

Aunque reconoce que hubo “fallos”, el ministro de política migratoria, Yannis Mouzalas, también culpó a la UE por no haber contestado a varias de sus demandas, una de ellas pidiendo “un refuerzo de 1.600 policías”.

Atenas insiste en la imposibilidad de frenar las llegadas si Turquía no interviene en su territorio porque -recuerda el ministro- “no se pueden construir muros en el mar”.

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