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Primer ramadán tranquilo en una ciudad siria dividida

Gente pasea por una calle del zoco de Hasake, en el nordeste de Siria, el 11 de junio de 2018, durante el ramadán afp_tickers

Es noche cerrada pero los clientes siguen entrando en la pastelería de Jaled. Por primera vez en años, el zoco de Hasake permanece abierto hasta tarde durante todo el mes del ramadán en esta ciudad siria dividida.

En víspera del Eid al Fitr, la fiesta que marca el final del ayuno musulmán en la que es tradicional hacer regalos, las calles comerciales de Hasake, en el nordeste de Siria, están abarrotadas.

Algunos atribuyen la calma al tímido acercamiento entre el régimen y las fuerzas kurdas después de años de enfrentamientos esporádicos entre los dos bandos que controlan la ciudad.

“En el pasado las cosas no eran así, por la noche estaba cerrado. Ahora es todo lo contrario, es la prosperidad”, afirma Jaled muy contento en el mostrador en el que vende una especie de turrón empaquetado en envoltorios coloridos.

El zoco era escenario de escaramuzas entre las fuerzas del régimen, que controlan un cuarto de la ciudad, y la policía kurda de los Asayesh. Los comerciantes se veían forzados a echar el cierre antes del anochecer, incluso durante el periodo del ramadán.

“Antes había enfrentamientos entre los dos bandos (…) pero este año la situación está tranquila”, afirma Anas al Abas en su tienda, en la que vende relojes y pendientes baratos.

– “Las cosas han cambiado” –

Antes el zoco se encontraba “entre dos fuegos”, explica. Ahora jóvenes uniformados y personas de todas las edades pasean por la principal avenida y miran los escaparates.

Durante todo el ramadán el zoco estuvo abierto pasada la medianoche, en ocasiones hasta el suhur, la comida que precede al amanecer, o sea la última antes del ayuno cotidiano.

La relación entre la comunidad kurda y el régimen sirio era muy tensa hasta hace poco. Damasco siempre criticó duramente la autonomía de hecho establecida por esta minoría desde el estallido de la guerra en Siria en 2011.

El presidente sirio Bashar al Asad amenazó recientemente con recurrir a la fuerza para reconquistar los territorios controlados por esta comunidad oprimida desde hace tiempo si no se hallaba una solución negociada.

Poco después, el brazo político de una coalición de combatientes kurdos y árabes anunció estar dispuesto a entablar negociaciones sin condiciones previas con Damasco.

“Se nota que las cosas han cambiado en Hasake durante estos últimos días. El zoco está abierto por la noche”, se alegra Sami al Saleh, que compra bombones en la tienda de Jaled.

“Esperamos que haya una solución política. Después de todas las dificultades del pasado, el país ya no soportaría nada más”, afirma el treintañero.

– “Solución política” –

Las calles están iluminadas con farolillos de colores y los taxis amarillos tienen problemas para abrirse paso entre la muchedumbre.

En algunas calles, pocos metros separan la bandera del régimen de los retratos del líder kurdo Abdulá Öcalan, jefe histórico del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) encarcelado en Turquía.

Abu Jaled, un entrenador deportivo, espera que el diálogo ponga fin a la división de la ciudad. “Dicen que hay negociaciones entre el ejército sirio y (la milicia kurda) de las YPG, las Unidades de Protección Popular. Esperemos que encuentren una solución”.

“Esta tierra pertenece a todo el mundo. Nuestros hermanos de las YPG son sirios y también es su tierra”, afirma este árabe de 45 años.

Ahmad Antar, un vendedor de perfumes kurdo es optimista. “Mis primos están casados con árabes. Yo también me voy a casar con una árabe”, afirma el comerciante de 58 años.

“Queremos una solución política (…) Es mejor y más fácil porque una solución militar es sinónimo de destrucción -añade- y nadie saldrá ganando”.

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