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Rezar en Jerusalén, un sueño lejano para los palestinos

Palestinos esperan para cruzar el checkpoint de Qalandia entre la ciudad cisjordana de Ramala y Jerusalén para acudir a la mezquita de Al Aqsa a las primeras oraciones del viernes de Ramadán, el 2 de junio de 2017 afp_tickers

“El mundo entero va a Jerusalén y nosotros, a unos kilómetros, tenemos prohibida la entrada”, lamenta Abu Bashir. Los lugares santos parecen cada vez más lejanos para los musulmanes y los cristianos palestinos desde la ocupación de Jerusalén Este en 1967.

Jerusalén, y en particular su casco antiguo, situado en la zona Este, es uno de los puntos cruciales del conflicto israelo-palestino.

Las imponentes murallas del casco viejo encierran la iglesia del Santo Sepulcro, lugar santo del cristianismo, la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar santo del islam, y el Muro de las Lamentaciones, el lugar de oración más sagrado del judaísmo.

Israel ocupó Jerusalén Este en 1967. La anexión de este territorio no ha sido reconocida por la comunidad internacional.

El padre Jamal Jader, director del seminario del Patriarcado Latino, recuerda que de niño iba con su familia a Belén, donde nació Jesucristo según la tradición cristiana, y a Jerusalén, donde fue crucificado, según la Biblia.

Hoy en día, las procesiones no van más allá del muro de separación israelí a no ser que consigan los permisos expedidos con cuentagotas por las autoridades israelíes.

Otrora, del lado musulmán, “quien quisiera rezar en Jerusalén iba en coche sin toparse con ninguna barrera”, recuerda Mahmud al Habashe, dignatario religioso de la Autoridad Palestina.

– En fotografía –

Para la inmensa mayoría de los más de 4,5 millones de palestinos de los Territorios Ocupados ir a Jerusalén es un sueño. Sólo los de más edad pueden entrar en la ciudad santa sin permiso los cuatro viernes del mes del ramadán.

Desde 1967 y el comienzo de la ocupación israelí de los territorios, los palestinos tienen que someterse a los controles, al muro de separación israelí y a un riguroso sistema de permisos. Los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza sufren, por su parte, el bloqueo israelí a su enclave.

Algunos palestinos “no han visto la Cúpula de la Roca, la mezquita de Al Aqsa o la iglesia del Santo Sepulcro más que en fotografía”, según el padre Jader.

Y los que llegan a Jerusalén o viven en la ciudad, como Nora Karmi, una cristiana sexagenaria, deben identificarse para acceder a estos lugares.

“Nuestro problema es que las fiestas cristianas suelen coincidir con las judías. En esos periodos los israelíes bloquean el casco antiguo y los accesos quedan reservados a los fieles judíos”, denuncia.

Con motivo del “sábado de las luces” de la Pascua ortodoxa, en abril, Karmi tuvo que movilizar de nuevo a diplomáticos extranjeros para que los peregrinos palestinos entraran con ellos en el Santo Sepulcro.

Este año lo ha vuelto a lograr pero algunos han preferido irse al extranjero antes que ver su libertad de culto y de movimiento restringida, declara.

– Visitas virtuales –

Alrededor de 25.000 cristianos vivían en Jerusalén en 1966, pero hoy son dos veces menos numerosos, según cifras oficiales.

Los peregrinos procedentes de los países árabes que iban a Jerusalén, en tren y en avión gracias al aeropuerto situado entre Jerusalén y Ramala, actualmente abandonado, dejaron de hacerlo en 1967.

“No se oye hablar árabe levantino (u oriental) ni egipcio en el casco antiguo”, asegura Karmi.

Siria y Líbano siguen en estado de guerra con Israel. Sus ciudadanos no están autorizados a visitar Israel y, de facto, los territorios ocupados ya que el Estado hebreo controla todas las fronteras, con la excepción de la situada entre Gaza y Egipto.

El papa copto egipcio Shenouda III prohibió durante mucho tiempo la peregrinación a Tierra Santa por la ausencia de un Estado palestino. Su sucesor Teodoro II flexibilizó las restricciones y los egipcios acuden por Pascua.

Otros “realizan la peregrinación” a través de imágenes. En la explanada de las Mezquitas muchos fieles se fotografían con un papel en la mano en el que llevan escrito el nombre de un familiar o de un amigo bloqueado en Cisjordania o en Gaza.

Para “entrar” en las mezquitas y esquivar los puestos de control de los policías israelíes que vigilan las entradas del casco antiguo y todas las puertas de la explanada, Manal Dandis, una ingeniera palestina, ha creado Qods360°.

La aplicación por teléfono móvil está destinada a “más de mil millones de musulmanes”, y en particular a los “palestinos que no pueden entrar en Jerusalén”, proclama la página de acogida de la web.

Gracias a ella los fieles pueden ver fotos y vídeos a 360 grados de la explanada y de sus monumentos.

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