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Sin internet, los iraquíes buscan otros medios para contar la violencia

Con el celular en la mano, un iraquí se protege detrás de un bloque de hormigón durante una manifestación contra el Gobierno, en Bagdad, el 4 de octubre de 2019 afp_tickers

En Bagdad, donde no hay internet desde el miércoles, los manifestantes tratan de esquivar los apagones para contar la violencia que están sufriendo, ya sea con antenas secretas, pagando facturas de teléfono carísimas o enviando clandestinamente las imágenes al extranjero.

Cuando las manifestaciones contra el Gobierno empezaron el martes en la capital iraquí, antes de extenderse a casi todo el sur del país, Facebook y Whatsapp dejaron de funcionar repentinamente.

Al día siguiente, los operadores del país cortaron el acceso a internet, vetando así la difusión de imágenes. Desde entonces, a la mayoría de los manifestantes solo les han quedado dos medios de comunicarse: las llamadas telefónicas y los mensajes de texto.

Excepto para Ahmed, que trabaja para un proveedor de internet al que las autoridades obligaron a bloquear la red, pero que logró conservar un acceso a la red en sus locales.

Desde allí, este joven bagdadí de 29 años envía cada noche, a escondidas, imágenes de las protestas. “Por la mañana, grabo las manifestaciones con mi celular”, cuenta a la AFP, usando un seudónimo para evitar ser reconocido.

“También tengo amigos que me dan lo que han grabado en dispositivos de memoria USB para que todo el mundo de fuera de Irak pueda ver lo que nos está pasando aquí”, explica. “Luego, envío todo a Facebook a través de internet en el trabajo o lo envío a los medios de fuera de Irak”.

Enseña a la AFP los videos que prevé enviar más tarde a los medios internacionales, donde aparecen sus amigos detrás de un bloque de hormigón, en medio de un estruendo de disparos, en una calle casi desierta.

– “Salven al pueblo iraquí” –

Desde el principio del movimiento, las redes sociales fueron claves, pues se utilizaban para convocar las manifestaciones. Por primera vez en Irak, cuentas que no dependían ni de partidos ni de líderes religiosos incitaban a la población a tomar la calle para reclamar servicios públicos, más empleos para los jóvenes y la dimisión de los políticos “corruptos”.

También fue en internet donde empezaron a propagarse las imágenes de los manifestantes en la plaza Tahrir, en el centro de Bagdad, el martes, con la etiqueta #save_Iraqi_people (“salven al pueblo iraquí”).

En cuanto llegaron las primeras interferencias intencionadas, que dificultan el uso de la red, muchos iraquíes se descargaron una VPN, una red virtual que permite ocultar el origen geográfico real de la conexión a internet.

Los llamados a la manifestación, con localizaciones y consignas, se lanzaron en un foro inesperado: Cinemana, una plataforma de videos en continuo en la que los cinéfilos suelen dejar comentarios.

Los iraquíes más ricos consiguieron instalar antenas satélite en su tejado para seguir en contacto con el resto del mundo.

Los manifestantes aseguran que la desconexión de internet, que ya es total, fue ordenada por las autoridades para impedir que en el exterior se vea lo que está ocurriendo: los cañones que expulsan agua caliente contra los manifestantes, la lluvia de granadas lacrimógenas y los disparos de balas.

– “La gente tiene que saberlo” –

Como el resto de manifestantes, Usama Mohamed, de 31 años, tuvo que adaptarse.

“Antes, mirábamos las páginas de Facebook de los comités de distrito para conocer los lugares de las concentraciones. Ahora, nos orientamos siguiendo el sonido de los disparos”, apunta.

Pero “si cortan las líneas telefónicas, avanzaremos completamente a ciegas”, dice, preocupado.

Rasha, activista feminista de 25 años, cree que manifestarse se ha vuelto demasiado peligroso y encontró otra manera de apoyar el movimiento, convirtiéndose en “una intermediaria”.

Sus amigos le envían decenas de SMS sobre las marchas de Bagdad y del sur, que ella reenvía hacia Emiratos Árabes Unidos y a Europa, donde viven conocidos suyos. Cada día, esto le cuesta unos 100 dólares.

También se ha guardado los videos, para más tarde. Las autoridades “piensan que vamos a olvidar que nos están disparando, se imaginan que nadie lo sabrá nunca”, afirma. “Pero tengo videos y voy a publicarlo todo en línea en cuanto se restablezca internet”.

Jaafar Raad, un desempleado de 29 años, también piensa en el día en que vuelva la conexión a Bagdad. Cada vez que sale a manifestarse, graba mensajes vocales en Whatsapp y Facebook.

De momento, ninguno de ellos ha llegado a sus amigos ni a los medios a los que los envió. Pero en cuanto se restablezca internet, los utilizará, porque “la gente debe saber lo que nos ha pasado”. “Es la única manera de hacer que rindan cuentas los responsables de esta violencia”.

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