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Tiempos difíciles en tierra de Trump si se acaba el Obamacare

Maryibeth Coote, detractora del Obamacare, trabaja en su taller de maderas de Center Township (Pensilvania), el pasado 21 de marzo al noreste de EEUU afp_tickers

Maribeth Coot, votante de Donald Trump, dice odiar el Obamacare, pese a ser la única opción de cobertura sanitaria que puede permitirse en su lugar de residencia, Rogersville, un diminuto pueblo del suroeste de Pensilvania.

El Gobierno debería “apartarse y dejarme solucionarlo sola, salir del todo de la industria” de la cobertura médica, considera esta mujer de 52 años, mientras limpia sus muebles echados a perder por las recientes inundaciones.

Donna Himelrick no tiene seguro pese a ser la alcaldesa de Hundred, una pequeña ciudad a unos 30 km al sur, en la vecina Virginia Occidental. “Gano demasiado para el Medicaid y no lo suficiente para poder pagarme un seguro. Es una situación difícil”, explica Himelrick, de 62 años.

Como miles de personas en Appalachia, ambas mujeres votaron por el candidato republicano el pasado noviembre para dar un vuelco al sistema político en EEUU.

La ‘Affordable Care Act’ (Ley de Atención Sanitaria Asequible), insisten, no es la solución a sus problemas de salud, pero ambas tendrán que enfrentarse a dramáticos cambios en la atención sanitaria si el Obamacare es remplazado por el plan que ultiman los republicanos en Washington.

Las clínicas locales son un salvavidas (literalmente) para muchas personas en un contexto económico difícil en esta región. Perom ahora que Trump es presidente, las reformas aprobadas por su predecesor Obama peligran, y esto podría traducirse en un desastre para numerosos centros médicos comunitarios en esta región de la América rural.

“Hay muchas cosas que deben ser arregladas” respecto a la sanidad, pero cerrar clínicas locales “supondría un problema para mí”, concede Himelrick.

– Red de seguridad –

El Cornerstone Care en Rogersville atiende, junto a otras clínicas, a la población de esta zona donde las minas de carbón cerraron recientemente haciendo subir el desempleo, y donde los centros de salud de mayor envergadura pueden encontrarse a más de 30 km de distancia.

“Somos la red de seguridad para esta comunidad”, asegura Janice Morris, jefa ejecutiva de la clínica Clay-Battelle en Blacksville, Virginia Occidental.

Con el Obamacare, varios estados han ampliado el Medicaid, el programa sanitario federal para personas de bajos recursos y discapacitadas, para incluir a los residentes cuyos ingresos se sitúen en un 138% del umbral de la pobreza. Entre Pensilvania y Virginia Occidental, suman 845.000 personas, por lo que eliminar el programa, tal y como pretenden los republicanos, “tendría un terrible impacto” en la zona, explica a la AFP desde Washington el senador demócrata Bob Casey.

En la clínica Clay-Battelle, cerca de la mitad de los pacientes están cubiertos por el Medicaid o el Medicare, el programa para los mayores.

El Obamacare ayudó a disminuir el número de pacientes sin cobertura en Clay-Battelle y en Cornerstone, aumentando los rembolsos y permitiendo a su vez una mayor contratación de personas y horarios de apertura ampliados.

“Mucha gente no reconoce que la cobertura médica de la que disponen solo es posible gracias a la ‘Affordable Care Act”, destaca Morris.

– ‘Que piensen en la América rural’ –

Don Humbertson, de 64 años, explica que le debe la vida a los doctores de Clay-Battell que descubrieron que tenía cáncer de pulmón.

“Cuando se aprobó el Obamacare, yo estaba totalmente en contra”, explica este albañil jubilado, que tiene dificultadas para hablar y respirar debido a que le quitaron parte del pulmón. “Pero ahora he visto cómo ayuda a alguna gente”.

En un pulso por hacer posible una mayor oferta de seguros dentro del libre mercado, los republicanos quieren recortar los subsidios que permiten a los estadounidenses acceder a la sanidad, pero eso podría hacer peligrar la cobertura médica de millones de personas.

La ley, que pende de un hilo, podría ser votada en el Congreso este viernes. En tierra de Trump, muchos trabajadores sanitarios son conscientes de la ironía de que que la reforma de los republicanos perjudique a los centros de salud que se ocupan de la gente cuyo voto llevó al nuevo presidente a la Casa Blanca.

“Lo veo como algo personal”, asegura Morris. “Buena parte de nuestra plantilla es partidaria de Trump. Por eso, pediría (a los republicanos) que piensen en la América rural que los apoyó. Que no les den la espalda”.

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