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Un informe apunta a carencias de la seguridad belga ante los atentados de Bruselas

Un grupo de personas participa en la plaza de la Bolsa de Bruselas en un acto conmemorativo en honor a los 32 muertos del atentado del 22 de marzo de 2016 en la capital belga, un año después de la matanza afp_tickers

Los servicios de seguridad belgas disponían antes de los atentados del 22 de marzo de 2016 en Bruselas de “una multitud de informaciones concretas que no utilizaron de manera óptima”, según un informe de una comisión de investigación parlamentaria desvelado este jueves.

“Varios autores [de los atentados] fueron objeto de un seguimiento al que le faltó intensidad”, lamenta esta comisión, que cita el caso de los hermanos Ibrahim y Jalid El Bakraoui, quienes se hicieron explotar ese día junto a un tercer suicida en el metro y en el aeropuerto de Bruselas, causando 32 muertos.

La síntesis del informe de la Cámara Baja, consultado por la AFP, menciona también el seguimiento de los hermanos Brahim y Salah Abdeslam, quienes participaron en los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París (130 muertos). El segundo es el único miembro con vida de estos comandos yihadistas.

“Se podía trabajar de manera más eficiente y realizar subsiguientes investigaciones”, constatan los autores de este informe, quienes estiman, no obstante, que “Bélgica no es un Estado fallido”.

“No debemos recomenzar todo de cero, pero el mecanismo está averiado”, resumen, antes de enumerar sus propuestas, que buscan una mejor coordinación de los servicios de policía, de seguridad y secretos belgas, así como reforzar y racionalizar los medios.

“Actualmente los diferentes servicios de seguridad y las diferentes autoridades funcionan de una manera demasiado aislada”, estima la comisión de investigación, que recomienda “organizar -igualmente a nivel internacional- un intercambio de informaciones y una colaboración intensos”.

El informe considera además “inadmisible” que la fiscalía federal belga, encargada de los casos de terrorismo, no haya examinado “algunos dosieres importantes” o haya archivado otros “a causa de falta de capacidad”.

“La gestión de los objetos incautados, así como el análisis de los datos de telefonía, son mejorables”, subrayan los autores, que citan el caso del teléfono de Brahim Abdeslam, incautado en febrero de 2015 en el marco de una investigación por narcotráfico.

Un análisis sumario de su contenido no había revelado nada y no se profundizó más en el caso al considerarlo como no prioritario.

Tras la aparición del nombre de los hermanos Abdeslam en los ataques de París, los investigadores quisieron reexaminarlo, pero había desaparecido.

Finalmente fue hallado en noviembre de 2016 bajo una pila de papeles en la comisaría bruselense donde se había interrogado a Brahim Abdeslam.

Este informe sobre “la arquitectura de la seguridad belga” es el segundo publicado por esta comisión de investigación, después de un primero consagrado a la organización de los servicios de socorro y la gestión de crisis. Un tercero debe abordar la radicalización.

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