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Una estación de esquí brinda alegría a los desplazados de Irak

Estación de esquí de la montaña de Korek, cerca de la ciudad de Rawanduz (Kurdistán iraquí), el 3 de febrero de 2017 afp_tickers

La estación de esquí de Korek aspira a lograr atraer a los aficionados a la nieve al norte de Irak, pero no será tarea fácil debido a los temores de seguridad y a la mala imagen turística del país.

En 2014, Fawaz Behnam y su familia tuvieron que huir de Mosul, dejando atrás su casa y la joyería que regentaban para escapar de los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

“Estábamos exhaustos y [ahora] queremos disfrutar de esto. Mire, aquí la gente se divierte, no como en Mosul”, comprueba este hombre de 35 años.

La estación de Korek está en la región autónoma del Kurdistán iraquí (norte), donde miles de desplazados encontraron refugio tras la ofensiva fulgurante del grupo EI. Aquí, los únicos combates son peleas con bolas de nieve.

“La gente está relajada y se divierte. Está claro que esto nos libera del clima de matanzas, desplazamientos y persecución”, dice el cuñado de Behnam, Anmar Munir, un joven contable que se ha instalado en la ciudad kurda de Dohuk, al oeste de Korek.

A un centenar de kilómetros de ahí, la guerra sigue causando estragos. Desde hace cuatro meses, las fuerzas de seguridad iraquíes intentan expulsar a los yihadistas de Mosul, su mayor bastión en Irak.

Fawaz y Anmar forman parte de los desplazados internos que cuentan con suficiente dinero como para pagarse el viaje a Korek, mientras que centenares de miles de iraquíes pasan su tercer invierno en campos de refugiados.

– Refugio –

No obstante, Nader Rusty, portavoz del Ministerio de Turismo, tiene otras ambiciones para la única estación de esquí en Irak más allá del alivio a las víctimas de la guerra.

Como cada año, Korek organizó la semana pasada un festival que propone multitud de actividades: clases de esquí, baile tradicional, carreras de trineo… “Es muy importante desarrollar el turismo y, sobre todo, el turismo invernal”, insiste.

Irak, devastado por la guerra y más conocido por su sol abrasador que por su nieve, no tiene fama de ser un destino turístico, pero Korek espera darse a conocer y atraer a los amantes del esquí.

El año 2014 debería haber sido el del despegue para el turismo en el Kurdistán, y Korek iba a ser uno de sus lugares estrella. Sin embargo, las consecuencias devastadoras de la ofensiva del grupo EI cambiaron mucho la situación.

De momento, Korek no dispone de telesillas, pero sí cuenta con un funicular y chalés de lujo.

James Willcox, cofundador de Untamed Borders, una agencia británica especializada en turismo de aventura, acudió al festival de invierno con un grupo de personas que participaron en el primer viaje organizado para esquiar en Irak, según él.

Además del esquí, “hemos escuchado música, comido y disfrutado del festival”, cuenta Willcox.

Por su parte, Rohan Lord viajó desde Nueva Zelanda para esquiar en Irak. “La nieve es fenomenal y la hospitalidad es increíble”, asegura.

¿Y la guerra? “Estábamos nerviosos”, reconoce.

Aún así, para la mayoría de los presentes, Korek está lejos de la batalla contra los yihadistas, dice Mohamed Ghanem, estudiante originario de Faluyá, una ciudad al oeste de Bagdad que las fuerzas gubernamentales arrebataron al grupo EI en 2016.

“No hay naturaleza como esta [en Faluya]… Sólo hay explosiones, y uno nunca se siente seguro”, afirma.

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