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Washington sanciona a dos comandantes de los rebeldes hutíes de Yemen

Expertos militares sudaneses y yemeníes, respaldados por Arabia Saudita, desactivan minas en enero de 2021, en Midi, en el norte de Yemen afp_tickers

Estados Unidos impuso el martes sanciones financieras contra dos comandantes de los rebeldes hutíes de Yemen, acusados de haber orquestado ataques contra civiles, países vecinos y navíos comerciales.

El Departamento del Tesoro congeló activos de los comandantes de los hutíes, que han desafiado los llamamientos internacionales al llevar a cabo una ofensiva para apoderarse del último bastión del gobierno en el norte del territorio.

Dado que es poco probable que los rebeldes de la empobrecida nación tengan cuentas en Estados Unidos, los efectos de la medida son en gran parte simbólicos, pero refuerzan las duras críticas del presidente Joe Biden a Irán, que apoya a los hutíes frente a las tropas gubernamentales yemeníes, respaldadas por Arabia Saudita.

“Estados Unidos condena la destrucción de sitios civiles por los militantes hutíes sancionados hoy”, declaró el Tesoro estadounidense en un comunicado.

Sus actos “buscan promover las intenciones desestabilizadoras del régimen iraní” y “alimentan el conflicto yemení, desplazando a más de un millón de personas, y empujando a Yemen al borde de la hambruna”, añadió.

El secretario de Estado, Antony Blinken, dijo en un comunicado que “la participación de Irán en Yemen aviva las llamas del conflicto, amenazando con una mayor escalada, errores de cálculo e inestabilidad regional”.

“Ansar Allah utiliza armas, inteligencia, entrenamiento y apoyo iraníes para llevar a cabo ataques que amenazan objetivos civiles e infraestructura en Yemen y Arabia Saudita”, dijo, utilizando el nombre oficial de los hutíes.

Blinken condenó la continua ofensiva de los rebeldes y dijo que Estados Unidos proporcionaría a los saudíes “las herramientas que necesitan para defenderse”.

Las sanciones pesan sobre Mansur al Saadi, presentado como comandante de las fuerzas navales de la rebelión, y Ahmad Ali Ahsan al Hamzi, comandante de las fuerzas aéreas.

Estas medidas llegan después de la promesa de Biden de poner fin al apoyo de Estados Unidos a las operaciones “ofensivas” en Yemen, así como de sus críticas al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, después de que un informe estadounidense desclasificado mostrara que aprobó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

Coinciden también con la voluntad de Washington de mantener conversaciones con Teherán para tratar de salvar el acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní.

En una de sus primeras acciones, Biden anuló la inscripción de los hutíes en la lista negra de organizaciones terroristas, decidida al final del mandato de Donald Trump.

Las organizaciones humanitarias temían que esa clasificación dificultara el envío de ayuda a las vastas zonas controladas por los insurgentes, y que ello derivara en una hambruna de gran alcance.

El gobierno de Biden ha explicado que esta marcha atrás está motivada por razones puramente humanitarias, y trata desde entonces de encontrar otros medios para alzar el tono contra los hutíes y empujarles a negociar una salida política.

Naciones Unidas califica la de Yemen como la peor crisis humanitaria del mundo y expresó su decepción después de que una conferencia de contribuciones el lunes recaudara 1.700 millones de dólares en ayuda, muy por debajo del llamamiento de 3.850 millones.

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